Por Juan Martin Garay (*) –
Ante la constante crisis de representatividad política que aún no se resuelve desde el 2001, vivimos bajo una sensación generalizada de abatimiento y desilusión política. Este escenario realmente crítico requiere de un nuevo contrato social que avance sobre “la grieta”. Pensando desde lo general a lo particular, los pactos sociales son necesarios e imprescindibles para momentos como estos, máxime ante una economía que ha venido comportándose de manera cíclica. La situación social, política y económica en la que nos encontramos no es un designio fruto del azar. Por acción deliberada u omisión consentida, hubo mucho empeño para que esto ocurra.
La realidad
Se percibe con fuerza un descreimiento generalizado respecto de ciertas instituciones y en quienes son las personas encargadas de conducirlas. Esto ocurre porque los protagonistas de las mismas son resistentes al cambio que se reclama en voz alta y en voz baja. Así las cosas, nos queda luego del tamiz un problema social, económico y político que subyace indefectiblemente.
Analiza agudamente Perón en que “nadie puede solucionar un problema social si antes no soluciona un problema económico, y nadie soluciona un problema económico sin antes solucionar un problema político”. Dada la existencia de una crisis de representatividad política, el problema político debería ser resuelto en el plazo más razonable, pero hay que empezar ¡ya! Luego ir por la resolución de lo económico y así sentar las bases que permitan comenzar a dar solución a lo social pero de manera permanente y no espasmódica. Basta de amateurismo y mediocridad (o viveza).
Es importante resaltar que los partidos políticos deberán volver a realizar lo necesario para empezar a ser percibidos con claridad y en una adecuada escala de valores que los rijan. Ser verdaderas escuelas de civismo como otrora lo fueron para sus afiliados y brindar al pueblo sus mejores cuadros políticos. Es mejor un buen cuadro (del partido que fuere) para que nos gobierne a un CEO de una multinacional, o lo que es peor, algún “mandadero de turno”. La problemática existente representa una nueva oportunidad para ir en búsqueda de acciones concretas que traigan como consecuencia un nuevo comienzo. Lo necesitamos.
Economía
La primacía de lo económico, sin un marco de referencia a lo social y al bien común, ha venido poniendo freno a las diferentes manifestaciones del pensar ideológico. Todos quienes interactúen desde el bolsillo, el estómago, la heladera y la alacena con las demás personas en vínculo social, podrán darse cuenta que lo económico con lo político se encuentran en una constante y permanente contradicción. Interesante resulta el análisis de Alfredo Zaiat cuando expresa que “el sendero elegido en ciclos políticos anteriores desde la recuperación democrática fue el de construir una hegemonía, sin la búsqueda de esa convergencia, que les permitiera ordenar el conflicto económico y social de corto plazo. Conocido el resultado de esas experiencias políticas, en términos de estabilidad económica de largo plazo, queda en evidencia que no ha sido efectiva la estrategia de no buscar la administración de los intereses corporativos junto a cada uno de los protagonistas de la puja distributiva”.
José Natanson habla de un empate hegemónico y la define como “una situación en la que dos fuerzas en disputa tienen suficiente energía como para vetar los proyectos elaborados por la otra, pero ninguna logra reunir los recursos necesarios para asumir por sí sola el liderazgo. En suma, ningún grupo asume la dirección política del país en el sentido gramsciano de la expresión; ninguno puede presentar sus intereses como los intereses de toda la sociedad y formar un bloque histórico que modele un sentido común que la oriente en una dirección determinada”. Este “empate” es la realidad de los poderes en pugna en la representación de los intereses que defienden. En el medio siempre la gente “pagando los platos rotos”.
Lo que viene
El tiempo que viene por delante deberá ser el de consensos, “cabildeo en lo legislativo”, diálogo y encuentro, donde realmente se asuma la necesidad de ser Nación y en el análisis general, las personas, vuelvan a ser la medida de todas las cosas. Recordemos que la Patria es algo accidental que nos viene dado, nacemos donde y cuando la vida nos alumbra, pero la Nación es la construcción colectiva, una tarea de todos y para todos, fundamentalmente sin marginados ni excluidos (de ningún tipo, me refiero de cualquier orden social). Será utopía, anhelo, sueño o esperanza, pero pensemos en que debemos ir hacia un nuevo pacto social, tarea nada fácil pero es nuestro mayor desafío por el bien de todos los argentinos. Ojalá lo intentemos, ojalá lo logremos, no hay margen, la gente está cansada, ya no hay “red” que contenga.
(*) Vicepresidente 1° HCD. Presidente de Bloque Concejales PJ 2023-2027. Secretario de Gobierno Municipalidad de C. del Uruguay 2019-2023. Presidente de Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-
(fuente: La Calle)