Por Rodolfo Oscar Negri –
“Tirar manteca al techo”. El Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española, registra la expresión ‘tirar manteca al techo’, con dos acepciones:
1. “Despilfarrar o malgastar, generalmente con ostentación de lo que se posee”.
2. “Celebrar algo en exceso y generalmente sin que esté justificado todavía”.
El origen de esta expresión es bastante particular. La misma -que señala lo vano y superfluo de una acción- tiene su génesis al principio del siglo XX en épocas de bonanza económica en la Argentina «granero del mundo». Los argentinos pudientes -pertencientes a la oligarquia vernácula- viajaban a París y eran activos participantes de grandes fiestas en interminables noches de boîtes y varietés.
Los jóvenes de familias adineradas, los “niños bien” -cuando el alcohol comenzaba con sus efectos- se divertían en los cabarets lanzando pancitos de manteca (un artículo por aquel entonces y en París justamente muy escaso y de gran valor económico, motivo claro que demostraba la ostentación y el derroche) al techo, usando los cuchillos como impulso. Ganaba el que lograba pegar más pancitos en el techo.
La diversión se completaba, también, al ver cómo caían las bailarinas que trabajaban en los locales, al pisar la manteca que chorreaba desde el techo al suelo. ¿Macanudos los muchachos, no?
Esta práctica absurda pero real era propia de los llamados cajetillas o petiteros. El nombre “cajetilla” proviene de España, donde significa paquete de cigarrillos, sólo que toma el sentido que suele darse a “paquete” para indicar algo muy arreglado. En tanto que los “petiteros” eran los que frecuentaban el famoso y exclusivo café Petit París.
Una muestra de falta de educación, de un despilfarro exagerado, innecesario y total de las “clases altas” argentinas. Algo que no es demasiado diferente hoy, aunque tenga características diferentes…
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 4/4/2021
