por Rodolfo Oscar Negri –
«ESTAR ALUNADO». El Sol y la Luna fueron los primeros dioses adorados por todos los pueblos.
En principio a la luz o la falta de luz y –asociada a ella- la presencia (o ausencia) del sol o la luna, se asociaban a todo lo que pasaba.
Los celtas, hablaban de un dios primigenio y solar al que se referían como Lug, partícula que nos legaron y derivo en muchos topónimos como Lugo (Galicia, España) y nombres como Lorenzo.
Los griegos hablaban de la diosa lunar Hecate y por ella Kat quiere decir luz. Con el tiempo derivo en nombres como Catalina.
En esa relación el sol era el que tenía mejor onda. Con él se asociaban las cosas buenas, incluso el buen humor. Por el contrario, la luna era todo lo contario. Así, se comenzó a hablar de el estar de buena o mala Luna, como un modismo relacionado con la supuesta mala influencia que ejerce la Luna sobre la mente humana. Entonces se comenzó a hablar de estar “alunado”.
Dada la rapidez con que la Luna se desplaza por el Zodiaco (28 días), permaneciendo poco tiempo en cada signo, se le hace responsable de los cambios súbitos de humor.
Recuerdo que cuando era chico, mi madre cantaba una canción asturiana (que decía la había aprendido de su madre, quien a su vez la había aprendido de la suya) que hablaba de que: “La luna sale de noche y vuelve al amanecer” y remataba con que “El sol era un buen hombre y la luna, una mala mujer”.
Una forma muy sencilla de echarle la culpa a algo lejano de los estados de humor, pero lo mas notable era cuando el mal humor se hacía crónico (obviamente a ojos de los observadores, que podían estar interesados en la desacreditación). Entonces se decía que el sujeto era un “lunático”.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 24/8/2016
