por Rubén I. Bourlot –
Antes de que fuera distinguido con el Premio Nobel de Literatura, el escritor español Juan Ramón Jiménez visitó Paraná. El autor de “Platero y yo” resultó ser una persona sencilla, amable, dedicada al arte de la conversación. La obra transmite amor por los animales, la naturaleza, la sencillez, la vida en el campo y los valores humanistas y universales.
“Esta mañana fuimos a esperar junto con Delfina, a Juan Ramón Jiménez. Piérola había organizado un emotivo recibimiento: fueron alumnos de escuela; todos con sus delantales blancos y sus corazones iban a recibir al amo de Platero”, cuenta la paranaense María Ruth Ficher (1929-2012).
Seguro que más de uno recuerda a ese burrito llamado Platero: “pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro (…)”. Tan famoso ese burrito que hizo escabullirse el nombre de su autor, el españolísimo Juan Ramón Jiménez, andaluz de Moguer.
Generaciones de niños leyeron en la escuela los párrafos de Platero y yo, la tierna descripción del pollino que trotaba por un prado salpicado de flores.
Jiménez había nacido cerca de la Navidad de 1881. En 1905 da a luz su obra más famosa: Platero y yo. Vive en Estados Unidos donde publica Diario de un poeta recién casado. De vuelta a España, cuando se declara la Segunda República adhiere a la causa y es designado agregado cultural de la Embajada de España en Washington. Este hecho lo salva de quedar atrapado en la guerra civil. Tras el fin de la misma se queda en el continente americano y reside sucesivamente en Puerto Rico, La Habana, Florida, Washington y definitivamente en Puerto Rico.
Referencias locales
En agosto de 1948 Jiménez y su esposa Zenobia llegan a Buenos Aires a bordo del “Río Juramento”, invitado por la revista Los Andes de Buenos Aires para dictar conferencias. En el puerto los esperaba un grupo de estudiantes, entre los cuales se hallaba María Elena Walsh, la que con el tiempo se convertiría en un ícono de la literatura para los niños.
El 28 de ese mes arribó a Paraná, luego de visitar Rosario y Santa Fe. “Llegó la balsa –rememora Fisher-, bajó el señor de las jotas y todos le aplaudimos. Él sonreía y luego empezó por dar su mano a todas las niñas y luego demás personas. Cuando llegó a mí yo pude decir, contestando a su saludo: ¡Buenos días y bienvenido! Siguió caminando para encontrarse con otro grupo de alumnos que lo aplaudían y lo elogiaban con cariño. ¡A todos saludó! Se dirigió al auto que lo esperaba y nosotros como un inusitado y enorme cortejo le seguíamos.”
El diario La Acción anunciaba brevemente que “a las 18,30 horas actuará hoy en la Biblioteca Popular el celebrado poeta Juan R. Giménez (sic), de actuación brillante, por lo que Paraná tendrá una nota artística de alto vuelo.”
Los organizadores de la presencia fueron el Centro Cultural Carlos María Onetti, la Asociación Mariano Moreno, Círculo de Profesores Diplomados, Asociación Amigos de la Música, Club Social, Asociación Guitarrística Entrerriana y Círculo Lírico de Paraná.
El poeta Jorge Enrique Martí en una crónica destacó que “vale la pena recordar el suceso, ahora que la evocación lo sitúa desde una perspectiva de más de treinta años. Ocurrió el 28 de agosto de 1948, a las 18,30 en la Biblioteca Popular de Paraná. Ese día, a esa hora y en ese lugar Juan Ramón Jiménez habló sobre el tema La razón heroica. El memorable acontecimiento sigue vivísimo en el recuerdo de quienes fueron sus espectadores. Allí estaba, en Paraná, genio y figura, con la extrema dulzura de sus poemas, la barba estirada en la pera con hilos que ya plateaban los ojos tiernos y melancólicos como los del precioso burrito de su relato inmortal, el autor de Platero y yo. ¿Saben los muchachos de estos días que hace treinta y un años estuvo en Paraná el alto poeta español? Sesenta y siete años tenía entonces Juan Ramón y ya había cumplido veinte y cuatro el libro que le dio universal popularidad. Es de verlo o de imaginarlo en Entre Ríos, andando las calles paranaenses. Dialogó, con muchos o con todos. Queda para testimonio de la historia literaria su encuentro con nuestro Juanele a quien tanto se le parece por la transparente, honda luminosa sencillez de su poesía.”
María Ruth tuvo su momento de gloria cuando “a la tarde, Delfina consiguió que nos recibieran un momento en el hotel. Conversamos muy lindo con la esposa que es una mujer en el gran sentido de la palabra y consciente compañera del gran hombre que es su esposo” y logró que le firmara un ejemplar de Platero con una dedicatoria que guardó como un tesoro: “Tira la piedra de hoy, / olvida y duerme. / Si es luz, / mañana la encontrarás, / ante la aurora, hecha sol.”
En las escasas horas que estuvo en la ciudad entrerriana tuvo tiempo de visitar a Juanele Ortiz a quien le comenta el poeta español, mirando la ciudad desde la zona de El Brete, que parecía “una Zaragoza del alma”.
Un tiempo después, en 1956, el poeta que anduvo pisando suelo entrerriano recibía el premio Nóbel por su obra, y dos años más tarde fallecía en San Juan de Puerto Rico.
Para consultar
– Diario La Acción y El Diario, agosto de 1948
– Jiménez, Juan Ramón, Dios deseado y deseante, ed. Akal, 2009
– Martí, Jorge Enrique, Platero en Paraná, en Sucesos dominical, 29 de agosto de 1979
– Fisher, M. R., Testimonio publicado por Matías Armándola en la red facebook
– Más temas sobre nuestra región en la revista digital Ramos Generales, disponible en http://lasolapaentrerriana.blogspot.com/
Fuente: El Diario




