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Marianela Marclay: «El desafío es construir oportunidades»

En una extensa conversación la Secretaria de Desarrollo Social de la comuna uruguayense, Marianela Marclay -una funcionaria que está en un puesto clave en la gestión de José Eduardo Lauritto- analizó el impacto de las políticas públicas. Con un enfoque crítico, habló sobre los logros y desafíos de programas como «Potenciar Trabajo» y el «Plan Jefes y Jefas de Hogar», ante la necesidad de “replantear el modelo de desarrollo en el país”.

Periodista: Has mencionado muchas veces que no podemos esperar buenos resultados en educación si previamente no se han atendido las necesidades básicas de muchos niños. ¿Cómo se conecta esto con la falta de oportunidades?

MM: No podemos esperar que un niño tenga un buen rendimiento escolar si antes no le dimos las condiciones necesarias. Si no atendemos su alimentación, su acceso a la salud y la educación desde una temprana edad, no es sorprendente que ese niño no logre terminar la secundaria o que no sea un candidato a la universidad. El problema se agrava cuando, años después, nos preguntamos por qué faltan profesionales en ciertas áreas. Esto es el resultado de una falta de oportunidades para sectores sociales que nunca pudieron salir adelante. Aquí es donde tenemos que reflexionar sobre qué tipo de país queremos construir y qué políticas públicas necesitamos para ofrecer un verdadero desarrollo social.

Desde tu perspectiva, ¿cómo deberían replantearse los programas sociales actuales para que realmente generen oportunidades?

MM: Los programas sociales, como el «Potenciar Trabajo», fueron valiosos en un contexto de emergencia, pero no pueden quedarse solo en la contención. Es necesario que evolucionen hacia un modelo que promueva el desarrollo y el empleo genuino. Por ejemplo, en el gobierno de Néstor Kirchner, el «Plan Jefes y Jefas de Hogar» fue absorbido para ofrecer trabajo formal a muchas personas, brindándoles una oportunidad real de progreso. Eso es lo que falta hoy: no sólo dar ayuda, sino ofrecer un camino concreto para que las personas puedan desarrollarse, formarse y alcanzar una estabilidad económica.

Has hablado sobre la importancia de que los dirigentes escuchen lo que la gente realmente necesita. ¿Qué es lo que la gente pide hoy?

MM: En las campañas y en el trabajo cotidiano, la gente sigue pidiendo lo mismo: trabajo genuino. No buscan más planes ni ayudas temporales, sino la posibilidad de tener un empleo que les permita sustentar a sus familias y progresar. En ese sentido, hay una deuda pendiente. Muchos de los problemas que enfrentamos hoy, como la pobreza estructural, no sólo son económicos, sino también culturales. Necesitamos trabajar para cambiar esa mentalidad y que las personas puedan aspirar a más.

Al hablar de pobreza estructural, mencionabas que en algunas situaciones se ha desbordado. ¿Podrías profundizar sobre este tema?

MM: Sí, lamentablemente, en nuestra ciudad la pobreza ha crecido de forma alarmante. Antes era raro ver a niños comiendo de la basura, pero hoy es algo que sucede en muchas calles y bulevares. El año pasado, ante casos aislados, podíamos intervenir y ayudar a las familias para que no tuvieran que salir a buscar comida, pero hoy esa situación nos supera. Nos encontramos con casos desgarradores, como el de un hermano mayor que se hacía cargo de sus cinco hermanos menores, llevándolos a la calle en busca de alimento. Como funcionarios, enfrentamos decisiones difíciles, como institucionalizar a esos niños. Pero al hacerlo, se separan de su familia, lo que crea otra privación: la afectiva.

¿Cómo lidiás con esas decisiones tan duras, sabiendo que afectan profundamente a las personas?

MM: Es muy difícil. Tomamos decisiones que no solo afectan el presente de esas personas, sino también su futuro. Cuando decidimos institucionalizar a esos niños, evitamos que siguieran en la calle, pero creamos otra herida al separarlos de su familia. Este tipo de situaciones reflejan el daño profundo que causa la falta de políticas inclusivas y de desarrollo real.

En tu rol de funcionaria también has empezado a ser escuchada a nivel provincial. ¿Cómo percibís el problema en otras ciudades?

MM: Lo que sucede aquí no es un caso aislado. Los dirigentes en otras ciudades están igualmente preocupados. Todos enfrentamos la misma realidad: pobreza, falta de oportunidades y programas que, si bien han ayudado a contener en momentos de emergencia, no han logrado ofrecer una salida verdadera. Estamos reflexionando sobre el rumbo a tomar y cómo generar cambios profundos y sostenibles.

Mencionaste que el «termómetro» te lo da la calle. ¿Cómo influye esa percepción en tu gestión?

MM: Exacto. El termómetro es la calle, la gente. No podemos perder de vista lo que la ciudadanía necesita. Tenemos que pararnos y escuchar. Es fundamental que los dirigentes estemos conectados con la realidad que vivimos y que actuemos en consecuencia.

En tiempos difíciles, ¿qué mensaje querés dejarle a la comunidad?

MM: Es el momento de pensar en el país, la provincia y la ciudad que queremos. Hoy más que nunca, debemos estar unidos y aprender de nuestros errores para construir un futuro mejor.

(fuente: https://puropico.com.ar/ )

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