Por Sara Liponezky. –
En estos días el ministro político de Frigerio, Manuel Troncoso encabezo un acto en la Secretaria de trabajo provincial, cuyo motivo era quitarle el nombre de Nuestro Kirchner al salón de actos para imprimirle el de José Ignacio Rucci. Una paradoja y una provocación sin duda alguna.
Decimos paradoja porque se trata de la principal espada del gobierno libertario de Entre Ríos, cuyo gobernador es un incondicional de MIlei. Un presidente que ha demostrado despreciar a las y los trabajadores como a sus asociaciones gremiales., así como vulnerar nuestra soberanía nacional y rendirnos al vasallaje. No parece compatible con los intereses que defendió cabalmente Rucci.
Provocación en cuanto se alinea con las conductas más repudiables del gobierno nacional, solo similares a la destrucción de símbolos, edificios y valores del Peronismo, propios de la contrarrevolución de 1955. Lo que ha generado una lectura maniquea, oscura y sesgada de la historia, que deambula entre ángeles y réprobos.
Cuando en realidad la verdadera historia, de antes debe asumirse completa , sin omisiones ni errores intencionales. Fueron Krichner y Rucci , ambos destacables e icónicos en su quehacer, no son excluyentes.
Si en todo caso la intención era congraciarse con un sector del sindicalismo que legítimamente honra a Rucci, demostrando “su amplitud”, lo que expreso con toda nitidez fue esa vocación por la grieta y la agitación de antinomias que con tanto morbo exhibe el gobierno nacional. En otro esfuerzo des medido per imitar las aberraciones del siervo de Trump.
Recordemos que un 8 de marzo Milei borra el Salón de las mujeres, luego cierra el Instituto Juan Perón, cambia el nombre del Centro Cultural Kirchner, intenta privatizar el Complejo turístico de Chapaldmalal y planea demoler el edificio de Desarrollo Social cuya parte más “irritante” es la imagen de Evita En esa línea se inscribe el acto de la gestión que conduce el gobernador porteño.
No era necesario quitar el nombre de un presidente que mereció el reconocimiento de las y los trabajadores por reivindicaciones concretas y nos liberó de un sometimiento escandaloso al FMI Si de verdad la intención era trascender las diferencias que nos enfrentan en pos de construir algunos consensos que hagan más saludable la convivencia, tuvo un significado contrario.
Mas parece un gesto destinado a seguir ganando puntos ante un gobierno que predica (y aplica) el odio, la excusión y la intolerancia ante cualquier diferencia. Que poca grandeza frente a algunos ejemplos del pasado, como aquel abrazo memorable entre Balbin y Peron, o la despedida del caudillo radical ante la tumba del enorme líder argentino.