por Pablo Stein –
Su nombre ya es un símbolo de la resistencia obrera a la explotación y aunque casi desconocido para muchos entrerrianos ha trascendido fronteras y ha tomado dimensión entre los grandes luchadores de América.
Nacido en Concepción del Uruguay
Si bien no existe, o al menos hasta ahora no se ha encontrado una partida de nacimiento que corrobore que José Font, (tal su verdadero nombre), además de entrerriano, es nacido en Concepción del Uruguay ya que existe una declaración, ante un oficial de la policía de Santa Cruz datada en el año 1916 en donde Don José Font declara haber nacido en esta ciudad.
Nacido posiblemente en 1883, se afinco en Santa Cruz en 1904 o 1905 y se le apodo Facón Grande por llevar un cuchillo de enormes dimensiones en su cintura.
Rebelión obrera
Ante las pésimas condiciones de trabajo y casi reducidos a una semi-esclavitud los obreros exigieron mejores condiciones de vida a las patronales y se declararon en huelga.
El grupo que lideraba Facón Grande estaba compuesto de entre 350 y 400 obreros.
En el mes de diciembre se cumplirán 103 años de esta gran gesta del movimiento obrero y será la traición el factor determinante que llevo al asesinato del entrerriano.
Héctor Benigno Varela fue comisionado por el gobierno radical de Hipólito Irigoyen para que diera cuenta de los huelguistas y lo hizo llenando de cadáveres todo el sur argentino en un anticipo de lo que luego serían los gobiernos militares.
El crimen
No solo habían tomado prisionero a Facón Grande, a la vez los soldados incentivados por la predica de su jefe, se encargaban de tratarlo lo peor posible culpándolo de la muerte del conscripto Fisher, muerto en combate y preferido de Varela.
Cuando Facón Grande a viva voz desafió a pelear a Varela para que así demostrara ante sus hombres lo valiente que era. Varela nada respondió porque en realidad de Valiente no tenía nada y era un infeliz militar con cargo y alcahuete de la patronal que estaba muy lejos de comprender la dignidad de un criollo para el que la sola palabra empeñada era un compromiso a cumplir y el enfrentamiento cara a cara con un rival, la única manera de terminar una ofensa.
Ataron de pies y manos al entrerriano. Todos le temían y se necesitaron cuatro para hacerlo y luego lo cargaron en la caja de un camión.
La orden era fusilarlo y no hubo juicio, ni siquiera un sumario para el jefe rebelde.
Las balas lo atravesaron mientras el trataba de que no se le cayeran las bombachas. En la primera descarga ni se movió así que le hicieron una segunda en la cual cayó de rodillas.
Su segundo Antonio Leiva, fue asesinado de un tiro de máuser en la cabeza cuando estaba arriba de un caballo.
Los cadáveres quedaron varios días a unos 500 metros de la estación de Jaramillo, lugar donde se encuentra un museo que lo recuerda.
Aun después de muerto el cadáver de Facón Grande fue objeto de escarnio. Los conscriptos que temblaban ante su sola presencia le cortaron una mano y en la otra dejaron un tarro de pickles.
ASI SE COMPORTARON SIEMPRES LOS REPRESORES DEL PUEBLO.
Bibliografía consultada:
Osvaldo Bayer; “La Patagonia Rebelde”; 4 tomos; Ed. Booket; Bs. Aires 2004
Felipe Pigna; “Los mitos de la historia argentina”; Ed. Planeta; Bs. Aires 2006.