Una investigación demostró que la sacarina y la sucralosa afectaron significativamente la microbiota intestinal y las respuestas glucémicas posteriores favoreciendo niveles altos de azúcar en sangre. Este efecto negativo sobre la intolerancia a la glucosa no se observó en las personas tratadas con estevia o aspartamo.
La OMS publicó recientemente una nueva directriz en la que desaconseja su uso como herramienta para controlar el peso corporal o reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles.
Esta recomendación se basa en los resultados de una revisión sistemática de la evidencia disponible, que sugiere que el uso de ENN no otorga ningún beneficio a largo plazo en la disminución de la grasa corporal y el control del peso corporal.
Los resultados también sugieren que puede haber posibles efectos indeseables de su uso a largo plazo, como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos. Esta recomendación se aplica a todas las personas, excepto a las que padecen diabetes preexistente.
Alarmarse puede resultar muchas veces de utilidad, en especial a la hora de tomar la iniciativa para comenzar cambios drásticos en nuestra manera de alimentarnos pero con aspectos relacionados a los sabores y más precisamente al dulzor podemos utilizar la estrategia de implementar cambios progresivos y de empoderarnos con información confiable.
Un reciente estudio de investigación publicado en Cell a fines de 2022 analizó los efectos de los edulcorantes sacarina, sucralosa, aspartamo y estevia sobre la respuesta glucémica mediada por la microbiota intestinal. Se entiende por microbiota intestinal al conjunto de microorganismos (bacterias, arqueas, virus) que están presentes en el tracto intestinal.
El estudio mencionado se llevó a cabo en 120 adultos sanos a los que se les administró alguno de estos edulcorantes durante 2 semanas en dosis inferiores a la ingesta diaria aceptable.
La investigación demostró que la sacarina y la sucralosa afectaron significativamente la microbiota intestinal y las respuestas glucémicas posteriores favoreciendo niveles altos de azúcar en sangre.
Este efecto negativo sobre la intolerancia a la glucosa no se observó en las personas tratadas con estevia o aspartamo.
Para sacar mejores conclusiones y comprender el efecto en la salud a largo plazo de estas sustancias, necesitamos ensayos clínicos con mayor número de participantes y más prolongados, pero la información que tenemos disponible contribuye en gran medida a la toma de conciencia y a motivarnos a un cambio en nuestras elecciones alimentarias.
El efecto de los ENN sobre el ecosistema intestinal es un campo fascinante a seguir estudiando ya que la forma en cada uno de nosotros responde al consumo de edulcorantes depende en gran medida de la composición de nuestro microbioma intestinal que es específico de cada uno. Al momento se sabe que afectarían la diversidad de microorganismos y la función de barrera intestinal, entre otros.
Culturalmente, la mayoría de las personas, encuentran en el sabor dulce el disfrute de los alimentos y las bebidas, razón por la cual necesitaremos hacer un esfuerzo inicial para desaprender conductas y buscar alternativas que nos ayuden a ir logrando cambios progresivos para reeducar nuestros paladares desde edades tempranas. Podemos comenzar utilizando una menor cantidad de edulcorantes en las bebidas que preparamos, aumentar el consumo de frutas enteras que contienen naturalmente sabor dulce y prestar atención a la cantidad de alimentos empaquetados que estamos consumiendo cargados de azúcares y edulcorantes.
La industria alimentaria también deberá hacer su parte en la reformulación de nuevos productos y en el acompañamiento de las demandas del consumidor, de hecho comienzan a aparecer algunas alternativas prometedoras para endulzar que necesitan seguir siendo estudiadas, como la fruta del monje, con un supuesto potencial efecto prebiótico.
Fuente: Ámbito