Corría el año 1930 y Argentina inauguraba una interminable cadena de interrupciones al orden constitucional. En la provincia, la lucha entre radicales impersonalistas y personalistas se había vuelto violenta.
El ambiente político de Entre Ríos se encontraba profundamente agitado, viviéndose en un clima revolucionario. La prédica partidaria y la áspera controversia entre radicales impersonalistas y radicales personalistas o irigoyenistas se habían tornado violentas. Estos últimos, desde la renovación del gobierno en 1926, amenazaron con el envío inminente de la intervención federal en tanto que los primeros levantaron como bandera la tradición autonómica de la Provincia.
El ambiente caldeado de la Provincia adquirió una tonalidad más elevada con el pronunciamiento del Senado en minoría al rechazar, el 12 de agosto, a los senadores irigoyenistas electos en los comicios de junio que se habían negado a incorporarse. Esta sanción se consideró como un desacato y un desafío a la voluntad presidencial y acentuó un estado de confusión fomentando las pasiones y el sentimiento revolucionario que se difundía por todas partes.
El radicalismo impersonalista de Entre Ríos tuvo en el gobernador Eduardo Laurencena al mejor intérprete de los conspiradores. Producida la revolución, su noticia fue recibida con júbilo en la Provincia.
El 8, en Paraná, se celebró el triunfo del movimiento con una concentración popular en la plaza 1° de Mayo, realizándose actos similares en la mayoría de ciudades y villas.
Fuente: Archivo General de Entre Ríos
(extraido de http://www.elentrerios.com)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 6/9/2017