Por Alfredo Guillermo Bevacqua –
Muchos se sorprendieron. Es probable que hayan pensado “seremos los viejos de siempre”, como el 1º julio (aniversario de la muerte del General), como el 26 de julio (aniversario de la muerte de Evita), como tantos 17. Pero pareció resurgir el viejo cántico “¡Por otro diecisiete, sin fusiles ni machetes, con nuestros corazones!”
Mucho público en el acto que organizara el peronismo local para evocar al Día de la Lealtad. No una multitud, como nos gustaría a todos, pero muchísimo más, que en años anteriores, aún electorales.
Con la presencia de organizaciones gremiales con sus banderas o chalecos identificatorios, organizaciones juveniles, en fin el folclore del peronismo.
Un discurso elaborado, duro y crítico del representante de los trabajadores Héctor Montenegro. La expresión del sector más castigado por las políticas dirigidas a uno exclusivo que lleva adelante el actual gobierno.
Después el intendente Lauritto hizo un discurso pleno de sentimiento peronista en el que rescató cuatro momentos de esta historia de 71 años.
Cuatro momentos plenos de riqueza emotiva, verdaderos hitos que han sido determinantes en la vida de un movimiento vivo, dinámico. Para unos elefantiásico. Para otros, muchos, gigantesco por la dimensión y calidad de su tarea.
Cuatro momentos del peronismo identificados con dos actitudes: compromiso y renunciamiento.
1) Días y horas previas al 17 de octubre. El renunciar a derramar sangre de argentinos que podía darse si aceptaba el ofrecimiento de reprimir el alzamiento de las unidades militares de Campo de Mayo, celosos custodios y fieles ejecutantes de lo que ordenaba “la Embajada”, molesta por el crecimiento de esta figura, a la que antes se atacaba por nazi y ahora por vérsela cercana al comunismo. Tal vez sería por su apoyo a los trabajadores, por su cercanía con los pobres, porque ya intuían que quería una nación políticamente soberana.
Compromiso a su vez, cuando el 17 por la noche le habla a la multitud y le dice que deja de un coronel del Ejército argentino, para ser un soldado comprometido con sus trabajadores y su pueblo.
2) Con la voz quebrada por la emoción Lauritto recordó lo que históricamente se conoce como el Renunciamiento: cuando Evita, ya enferma, en una colosal manifestación convocada por la C.G.T., rechaza el clamor popular de que integre la fórmula Perón-Eva Perón, en las presidenciales de 1952. Renunció a un cargo, pero no al compromiso que tenía con sus trabajadores, con sus descamisados, con sus “grasitas”, con el pueblo que la amaba por una obra que a 64 años de su muerte no ha podido ser igualada y sigue vigente su ejemplo de trabajo, entrega y amor.
3) El tercer momento aludido por el intendente en su discurso fue el 8 de octubre de 1955. Perón, exiliado en Asunción del Paraguay. El pueblo paraguayo lo llenó de cariño y de flores. Dos periodistas yanquis lo entrevistan ese día por separado. Bob Mayers, de la National Broadcasting Company, le pregunta – ¿Qué piensa hacer, general, para concretar ese caro anhelo (retornar a la Argentina)? – ¿Yo? Nada en absoluto. – Y Perón añadió algo rotundo, donde no dejaba margen a la duda y equivalía a un punzante vaticinio, llenando a todos de perplejidad: -Todo lo harán mis enemigos. Reafirma su compromiso con el pueblo en su decisión de volver y renunciando a hacerlo por la fuerza.
4) Por último el compromiso en el momento postrero de su vida, cuando sabía que el final inexorable se acercaba: un compromiso en el que para poner las cosas en orden no debía «faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado». Elogió al pueblo, al que consideró «invencible», pese a que los enemigos de la Nación había «comenzado a mostrar sus uñas» y se despidió diciendo que “llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mí es la palabra del pueblo argentino”.
Un acto peronista en el que se reafirmó la necesidad de la unidad y de la insoslayable presencia del movimiento obrero. Un discurso peronista. Plagado de sentimiento. Como el peronismo mismo.-
