por Ana María Almeida (1) –
El Cementerio municipal de Concepción del Uruguay fundado en el año 1856, es uno de los más singulares de la provincia de Entre Ríos. “La Histórica”, está localizada a la vera del río Uruguay, y fue protagonista de buena parte de la historia nacional merecedora de la declaratoria de “Ciudad Cuna de la Organización Nacional” por LEY Nº 10.971 – PARANA el 27 de abril de 2022. Cuna de caudillos que escribieron los orígenes de nuestra Patria, cuyos restos descansan en este cementerio que cobija no solo sus panteones y tumbas, sino también los mitos, leyendas y verdades construidas.
El cementerio no tiene nombre, pero puede jactarse de tener padrino, fue el General Justo José de Urquiza, Presidente Constitucional de la Confederación Argentina en ese momento histórico.
Recorriendo el predio del cementerio municipal descubrimos la singularidad, su naturaleza, historia, arquitectura, arte y memoria colectiva, todo ello y más le otorga alto valor. Es por eso que, mediante Ordenanza N° 10.805, fue declarado Patrimonio Municipal Histórico, Artístico, Simbólico y Natural, comprendido dentro de esta misma ordenanza está el Cementerio Israelita, factibles de ser Museos a cielo abierto; destacamos la cartografía funeraria, estilos de tumbas, panteones y nichos según época; mármoles, bronces y piedras cuyas leyendas hablan. Debemos resaltar lo simbólico -el patrimonio intangible- representado por las personalidades históricas y populares, conviviendo en la paz que el lugar amerita.
Está localizado al Oeste de la planta urbana y, debido al exponencial desarrollo de la ciudad hacia ese sector, poco va quedando de esa primigenia idea de ser un sitio “alejado de la población”. La superficie original de 1856 se ha ampliado en sucesivas adquisiciones por parte del municipio, de terrenos privados linderos, hasta tener su traza final actual de ocho hectáreas delimitadas por nicheras comunitarias construidas en mampostería. Uno de sus lados linda con el Boulevard Sansoni, eje principal de acceso a la ciudad, y el frente es escenario de la calle 9 de Julio. Su trazado responde a los conceptos de los principios higienistas introducidos en nuestro país en el siglo XIX; sus elementos comunes están presentes: el trazado general, la parquización con su espesa arboleda y un sector central de panteones.
Se accede a través de un monumental pórtico con grandes rejas, construido luego de 1910 por el italiano Santiago Giacomotti, que delimita, enmarca y le da jerarquía a la necrópolis. El pórtico es de estilo neoclásico, en el exterior se encuentra la placa que ilustra y estampa la identificación del autor.
Sector de panteones
Deslumbra por su monumentalidad y presenta la mayor densidad de riqueza arquitectónica y artística.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX es cuando se construye la mayoría de los panteones que encontramos allí, su riqueza está dada por la arquitectura en distintos estilos, la impronta de su iconografía funeraria y las personalidades más resaltadas de la comunidad se encuentran allí sepultadas.
La Ordenanza Municipal Nº 3647 del año 1993 declara como construcción de interés histórico y arquitectónico todo panteón construido antes de 1940; si bien la norma está vigente, se ha ampliado la protección a todo el conjunto con la declaratoria de patrimonio municipal pues hay construcciones realmente importantes posteriores a esos años y cuya presencia dentro del predio complementa y realza el conjunto monumental por la variedad de estilos arquitectónicos de diferentes vertientes y los materiales nobles que se usaron para su construcción, sumado a los destacados constructores, los autores de placas conmemorativas y artistas de renombre nacional que realizaron varios bustos y esculturas de este invaluable acervo patrimonial.
Los panteones más antiguos se emparentan con el Neoclasicismo italiano, propio del auge de ese estilo en nuestra región traído por los inmigrantes que se afincaron en esa época. Este conjunto de tal complejidad y riqueza de detalles no se agota en una primera y única mirada; estas construcciones exigen una aproximación paciente y creativa.
La riqueza de los vitrales de algunos panteones es invaluable, realizados en destacados talleres de Buenos Aires, uno de ellos que lleva la firma de Enrique Thomas, francés poseedor del arte preciosista del vitral, el mismo que realizó los vitrales patrimoniales de la Catedral de San Carlos de Bariloche, así surgió de su taller el vitreaux con la representación de Nuestra Señora del Nahuel Huapi – patrona del templo- e imágenes vernáculas, cuya particularidad temática es distinguida y reconocida por esto.
Un párrafo aparte le corresponde a la estatuaria, placas -en bronce y mármol- y antiguos elementos que componían el cortejo fúnebre –coronas, flores, cobertores de féretros- propios de las costumbres funerarias de entierro o colocación en panteones, que van cayendo en desuso.
Respecto del sector de tumbas, el trabajo de herrería presente en varias de ellas es muy valioso, aunque a simple vista se desestime su valor, hay numerosas tumbas identificadas porque guardan los restos de personas destacadas y tienen declaratorias diversas, pero existe un rico acervo patrimonial en varios modelos de sepulturas. Cabe resaltar la calidad artística de rejas que delimitan las parcelas y las cruces pues son ejemplos de una época de trabajo de forja, técnica que usaba fragua y a golpes de martillo sobre el yunque, así las planchuelas se curvaban en rolos decorativos.
Otro elemento común son los “árboles de cemento” propios de una época en la cual era novedoso representar la naturaleza con una nueva técnica; aún quedan ejemplos de esta corriente ornamental de grutas y rocallas que entró en nuestro país desde Francia, se construyeron en los parques citadinos grandes estructuras que servían como escenografías en los paseos y plazas, de la mano de arquitectos, artesanos y paisajistas de renombre pero en la década de 1930 van a caer en desuso; olvidados de toda corriente artística y moda fueron progresivamente demolidos y modificados para borrar su existencia. Estas vegetaciones y grutas se hicieron usando un nuevo material inventado para poder construirlas -hablamos del cemento armado con mallas moldeadas o simples alambres enroscados y retorcidos que servían de soporte al mortero cementicio- se los construía artesanalmente tallando esos árboles de cemento, este material con su evolución y perfeccionamiento dio lugar al hormigón armado que conocemos hoy. ¿Por qué entonces quedan en los mausoleos y tumbas? Porque todo lo construido en estos espacios de memoria es “para siempre”. Es así que los testimonios de esta época en que “la naturaleza se representó en cemento”, plasmó varios ejemplos valiosos que en este cementerio encontramos aún en sus sitios originales.
Durante esta gestión del Cementerio nos hemos abocado a lograr la difusión de la historia y el relevamiento del acervo patrimonial, arduo trabajo que se viene haciendo pues bajo el lema “solo se valora aquello que conocemos”, queremos fomentar e iniciar el rescate y resguardo de este patrimonio, resignificar la mirada sobre el lugar y lograr otra posible por lo cual adherimos con júbilo estas publicaciones periódicas que iremos realizando para difundir la historia de creación y evolución de estos lugares tan particulares de la ciudad que no solo son un servicio público.
(1) Arquitecta UNL – Profesora universitaria UCU / Premio Fondo Nacional de las Artes 2018 – Área patrimonio-MCN / Premio Fondo Nacional de las Artes- Beca creación 2020-Area patrimonio- MCN / Directora del Cementerio Municipal de C. del Uruguay 2019-2023 / Email: arqanaalmeida@gmail.com