En 2004, 164.000 adultos mayores alquilaban. Actualmente, los inquilinos mayores de 60 años van en camino a triplicarse.
El acceso a la vivienda en la tercera edad representa un desafío considerable para aquellos que no lograron adquirir una propiedad y deben continuar en el mercado de alquiler.
Al respecto, la Fundación Tejido Urbano elaboró un informe realizado a partir del cruce y seguimiento de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que señala principalmente que la tercera edad enfrenta serios problemas habitacionales.
El análisis de la distribución geográfica de los adultos mayores inquilinos revela disparidades significativas a nivel territorial. Mientras que provincias como Corrientes, Catamarca, Santiago del Estero y Resistencia presentan una baja proporción de personas mayores que alquilan, en la Ciudad de Buenos Aires esta proporción es considerablemente más alta, convirtiéndola en un área clave para el estudio de esta problemática.
Otras ciudades como La Plata, Santa Fe, Neuquén, Mendoza y Río Gallegos también registran una proporción relevante de adultos mayores inquilinos, fenómeno que puede vincularse con procesos históricos de migración interna que impulsaron el crecimiento urbano en décadas pasadas. Es relevante destacar que más del 33% de los adultos mayores inquilinos (121.265 personas) nacieron en otra provincia o país, habiéndose asentado en estas ciudades en busca de oportunidades laborales o mejor calidad de vida.
El 51% de los inquilinos mayores vive solo o con su cónyuge
La estructura de los hogares de los adultos mayores inquilinos pone de relieve ciertas vulnerabilidades. El 51,3% de esta población vive solo o con su cónyuge, ambos pertenecientes a la tercera edad. Esto equivale a aproximadamente 184.711 personas que habitan en hogares unipersonales o pequeños núcleos familiares. Dentro de este grupo, se observa un marcado fenómeno de feminización de la soledad: el 57,4% de quienes viven solos son mujeres. Este dato es relevante al analizar la situación de mayor vulnerabilidad que enfrentan muchas mujeres mayores, quienes, en su mayoría viudas o con redes de apoyo limitadas, pueden verse más expuestas a desafíos relacionados con el aislamiento social y dificultades económicas y de salud.
El análisis de los ingresos en estos hogares refleja una realidad económica compleja. El 40,52% de los adultos mayores que viven solos se encuentra en el primer decil de ingresos, el más bajo, lo que indica una situación económica muy frágil. Al considerar los cuatro primeros deciles, que agrupan a los sectores de menores recursos, se observa que el 72,7% de los adultos mayores unipersonales se ubica en esta categoría de ingresos bajos. Estos datos sugieren que gran parte de esta población enfrenta no solo el aislamiento social, sino también dificultades significativas para satisfacer sus necesidades básicas.
Cuál es el ingreso mensual de los adultos mayores que alquilan
En cuanto al acceso a la jubilación, un 18% de los adultos mayores inquilinos no percibe este beneficio debido a que aún se encuentra en actividad. Para aquellos que han cesado su actividad laboral, la jubilación es su principal fuente de ingresos, aunque su impacto varía significativamente según el nivel de ingresos. En los deciles más bajos, la jubilación representa prácticamente la única fuente de recursos, mientras que en los deciles más altos se complementa con otros ingresos, lo que refleja una diferencia marcada en la capacidad de afrontarlos costos de la vejez.
El ingreso mensual de los adultos mayores inquilinos, según datos del primer trimestre de 2024, varía entre $135.000 y $276.500. Estos montos los obligan a destinar una proporción considerable de sus recursos al pago del alquiler. Esto plantea interrogantes sobre el tipo de vivienda al que pueden acceder con estos ingresos y si es posible que dicha vivienda garantice una calidad de vida adecuada.
(fuente: https://www.ambito.com/)