El guardaparques Jeremías Mancini, del Parque Nacional Pre Delta (Diamante), da cuenta de un sensible y pormenorizado conocimiento de las aves que se pueden distinguir en este hábitat. También hace señalamientos de factores que inciden en mudanzas y desplazamientos de las aves.
Mónica Borgogno / mborgogno@eldiario.com.ar
Dicen que si uno va al Parque Nacional Pre Delta, predispuesto al senderismo, con la curiosidad intacta y el oído y la vista atentos, puede llegar a identificar hasta unas 20 especies de aves que suelen habitar estos lares.
Así lo señaló el guardaparques Jeremías Mancini, quien desde abril del año pasado se desempeña en este Parque Nacional ubicado a unos seis kilómetros al sur de la localidad de Diamante.
En cada visita a este privilegiado lugar preservado y cuidado, los turistas reciben un folleto con los tipos de aves que pueden llegar a toparse y distinguir durante el recorrido.
Entre las más frecuentes están “el cardenal copete colorado, la cardenilla, el pepitero de collar, el pepitero gris, los caranchos que suelen bajar, el chororó, el zorzal colorado, el zorzal blanco”, precisó Mancini en diálogo con EL DIARIO. En tanto si uno se acerca a las lagunas puede observar “una jacana o gallito de agua, carao, caracolero, y varilleros, que son como los tordos, unas aves negras gregarias que andan en bandadas en la costa de lagunas. Al biguá se lo puede ver en los arroyos, también algunas garzas mora, y ahora en verano se ve la garcita azulada que es más chiquita, o algunas especies de patos”.
Ese listado es de las especies que se dejan ver y hasta fotografiar, podría decirse. Pero son muchas más las que moran en estos ecosistemas. Al respecto, Mancini dio cuenta de un relevamiento hecho hace más de siete años por su colega Julián Alonso, -un guardaparques ya retirado, de Diamante, pero que sigue trabajando en materia de conservación, según comentó el entrevistado-, que consta de un total de unas 240 especies.
“En esa nómina se distinguen a las especies residentes, es decir las que se pueden ver y viven todo el año en este ambiente, y las visitantes invernales y estivales. Pues hay un porcentaje importante de especies que vienen en primavera- verano, muchas migran del hemisferio norte y otras tantas provienen del norte de América del Sur como la tijereta, el sirirí real, el churrinche. Toda esa información se volcó en un libro que editó Parques Nacionales y que se distribuyó de manera gratuita en escuelas”, detalló.
Asimismo, como parte de su trabajo diario figura el monitorear la zona y en esa tarea, avistar “una serie de especies que la Administración de Parques Nacionales categoriza de valor especial porque tienen cierto grado de amenaza o están en peligro”. Por eso, en cada recorrida, si ven algunos de esos ejemplares deben anotarlo en una planilla aparte para el registro correspondiente. “Esos datos van a un Sistema de Información de Biodiversidad (SIB) en el cual se registran datos de una misma especie a nivel de Parques Nacionales”, apuntó Mancini. En ese sentido agregó que en Pre Delta, “hay especies vulnerables como el pato real que el más grande que tenemos en Entre Ríos junto con el crestudo. Esas dos están amenazadas. El federal, de cabeza roja y el capuchino garganta café, de pastizal, también son consideradas vulnerables pero no están en peligro de extinción”, aclaró el guardaparques.
Por otra parte, hay otras especies más distribuidas en el río Uruguay que también pueden divisarse en zona del Pre Delta. Precisamente las anotaciones que forman parte del trabajo cotidiano de un guardaparques, son señal de esos cambios y mudanzas de las aves. “Hace un par de años que ya las venimos registrando y con más frecuencia, quiere decir que hay una población, entre ellas del tangará gris, un pájaro de no más de 12 centímetros que solemos encontrarlo en bosques de albardones, bosques cerrados de las islas», especificó.
A la hora de pensar hipótesis que tienen que ver con esas presencias o no de aves, Mancini deslizó un par: “Estimo que el cambio climático incide en estos cambios, al haber ambientes más cálidos, estos se vuelven propicios para las aves más tropicales. Además, los incendios. Después de las quemas, se ven especies como los caranchos que bajan al piso para alimentarse de bichos, pichones, huevos. Los incendios, cuando ocurren de noche producen la desorientación de las aves que no saben para donde trasladarse. Precisamente lo que hacemos es monitorear constantemente como se mantienen o no las poblaciones”.
LAS PREFERIDAS. EL DIARIO aprovechó para conocer mejor de qué se trata el trabajo de un guardaparques y cómo es que surge esta afición por el conocimiento certero de las aves del lugar.
Al presentarse Mancini contó que es de Paraná pero su primer destino como guardaparques fue bien al sur, en el Parque Nacional Nahuel Huapi (que comprende hectáreas de las provincias de Neuquén y Río Negro), luego estuvo cuatro años en el Parque Nacional Iberá (Corrientes) y en abril del año pasado ingresó al Pre Delta.
“En Iberá hacíamos monitoreos en determinados horarios, a cierta distancia y estacional, esto dos veces por estación. Prestamos atención porque hay muchas especies en peligro ahí como el yetapá de collar, que es como una tijereta de plumas largas, un bicho hermoso que además es el emblema de ese Parque”, relató Mancini.
En sus experiencias de caminatas diarias con cuadernito, lápiz y binoculares, se filtra su pasión por profundizar saberes en torno a las aves y una singular sensibilidad: “Cada vez que lo veo me emociona mucho el cardenal amarillo que está en peligro de extinción y hoy está confinado al norte entrerriano. Lamentablemente se lo captura mucho como mascota. En Federal, con el proyecto de creación de Parque Nacional en esa zona, se intenta protegerlo. Ya en el centro al sur de la provincia, no se lo ve. Hoy habita ñandubaysales abiertos, monte-parque que le dicen”.
OBSERVADOR. Según manifestó, está en contacto y forma parte del Club Amigos de Aves de Entre Ríos, con quienes organizan salidas fotográficas, realizan distintos eventos, dictan charlas abiertas a la comunidad.
Ahora, cómo se hizo un observador de aves, se le inquirió. “Empecé a observar aves hace muchos años, en 2002, en la Reserva General San Martín, en La Picada, y sentí un amor sobre el tema. Por supuesto hay que tener elementos básicos como binoculares para ver detalles de la especie e identificarlos y una libreta de campo más una guía de identificación de especies. Si no alcanzamos a fotografiar, dibujamos siluetas de lo que vemos. También suelo identificar pájaros por el canto”, reconoció. Y cuando no los tiene en su memoria auditiva graba esos cantos para identificarlos mejor.
Avistajes ciudadanos
Ebird es una aplicación de celular, abierta, para que cualquier persona pueda alistar todas las especies que va viendo en un recorrido.
Se trata de una plataforma en red para el registro de las observaciones de aves, de acceso libre, que provee información actualizada de las aves que se encuentran en Argentina. Constituye una herramienta que contribuye al conocimiento ornitológico y la conservación de las aves y sus ambientes.
A la fecha, en la Argentina han subido observaciones de aves más de 3.700 usuarios, reportando 993 especies e incorporando 86.700 listas.
Fuente: El Diario