Pasaron ya cinco meses desde que Rogelio Frigerio tomó el control de de Entre Ríos, uniendo bajo su figura a un conglomerado tan amplio y heterogéneo que juntó a sectores del PRO y la UCR. Y, si bien venía con aires de experiencia de gobierno, lo cierto es que nada de lo que prometió se hizo y la sensación que se palpita en la provincia es de una gestión que todavía no comenzó y de acefalia en la conducción de muchas aéreas. Frigerio propició un ajuste provincial y se acercó sin sonrojarse al presidente, dando muestras de fidelidad que el libertario ni siquiera había recibido de sus propias filas. Fueron cinco meses y las medidas que tanto anunciaba en su campaña no comenzaron. Solo hubo sobreactuaciones poco convincentes en las críticas a la gestión anterior.
Frente a la inacción, el porteño gobernador se refugia en la excusa de la caída de la recaudación, que según él, se debe a que la crisis económica y social de la provincia es histórica. «El nivel de caída de la recaudación no tiene parangón», afirmó, tras lo cual dijo que las autoridades de Hacienda y Finanzas provinciales confirmaron que «no encontraban antecedentes históricos de la caída en el nivel de recursos de Entre Ríos». Y por esa falta de recursos, Frigerio no podría gestionar pareciendo asumir como un karma el mandamiento mileista: «no hay plata», «hay que darle tiempo», «hay que sufrir», «era necesario», «la nación requiere del sacrificios de las provincias»…
A pesar de ese marco, Frigerio sigue apoyando incondicionalmente una gestión nacional que consiguió un superávit trucho fruto de pisar gastos en obras públicas, ralentizar y condicionar transferencias de fondos a las provincias, a entes descentralizados y universidades. Ese déficit cero tiene su contracara en la caída de la actividad económica, el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, y el crecimiento de la desocupación. Un supuesto superávit a costa del sufrimiento, la enfermedad, la muerte y el hambre del pueblo. Una pobreza que podría incrementarse a más del 60% por los tarifazos y un ajuste que el propio Javier «el Loco» Milei, reconoce como «inédito en el mundo occidental». Para el libertario, la crueldad, sin vergüenza ni culpa, es su modo habitual de gestionar.
Milei, un ególatra, un vanidoso, que gobierna solo para enriquecer a los más ricos y lo hace desde el odio, insensible al sufrimiento que causa; y que comanda una fuerza tan inexperta como minoritaria y excéntrica, intentando tejer alianzas con Frigerio y los gobernadores colaboracionistas, mediante la extorsión y el chantaje, para abrochar el proyecto de Ley Bases y el Paquete Fiscal en el Senado, en medio del derrumbe nacional de la industria, la construcción y el consumo.
Frigerio defiende la Ley Bases de Milei soslayando el daño que ocasionará a los entrerrianos un experimento económico anarco capitalista que desató una recesión que golpea fuerte al interior federal. En ese marco, Milei se olvidó del: «A mí me votó el 56% y tienen que hacer lo que les digo» y buscó negociar. Y el ministro del Interior, Guillermo Francos, quien encabeza las transacciones con los mandatarios por la Ley Bases, le promete a los gobernadores cosas que no les van a cumplir. ¿Frigerio cosecha rédito de su cercanía con Milei? ¿Es el refinanciamiento de la deuda y nada más?
Mientras Frigerio permanece callado ante el saqueo de Milei a Entre Ríos, un grupo de mandatarios patagónicos trabajan en un acuerdo paralelo al que propone Milei, buscando llegar al «Pacto del 25 de Mayo» con una contrapropuesta. La educación pública y el federalismo son dos de los ejes del documento con el que intentarán diferenciarse de la Ley Bases, una síntesis apretada de la ya fracasada Ley Ómnibus. Un nombre tentativo que manejan es el de «Pacto Federal», y podría ser presentado incluso antes del cónclave al que los convocó el Presidente. ¿Qué hará el porteño Frigerio?
La coordinación sobre la base de intereses federales es la primera reacción frente al funesto experimento libertario, un brutal ajuste que hunde las economías provinciales, que castigan al pueblo y ni rasguñan la casta. Lo que revive una necesaria iniciativa de gestión conjunta, porque el objetivo prioritario de los gobernadores es la supervivencia de una noción de Estado que se vincula con las obligaciones sociales concretas de cara a la ciudadanía, que la visión libertaria no considera a la hora de aplicar la motosierra.
Ante un modelo que estigmatiza la inversión en infraestructura, el Estado debe hacer obra pública, porque ella mejora la calidad de vida de los ciudadanos y genera empleo. Los partidos políticos, PRO y UCR, a los que pertenecen los gobernadores colaboracionistas no ofrecen respuesta alguna ante las urgencias de quienes están a cargo de distritos con ingresos diezmados y gastos multiplicados. Así, Milei y Frigerio son dos caras de una misma moneda.
También es central la unión para la defensa común de los mandatarios ante los habituales desbordes de ira del presidente. Muchos comparten un mismo perfil productivista y una idea parecida respecto de la preponderancia de la actividad privada, con presencia del Estado como regulador y promotor. Varios están en una alianza momentánea que hoy los ponen en un lugar «dialoguista», muy similar ante la gestión Milei, pero en el futuro bien podrían estar enfrentados a La Libertad Avanza.
Observan una inédita reconfiguración de la escena política y enfrentan problemas similares en relación con la Nación. Esa posible coordinación de las provincias en defensa de intereses federales comunes es hasta el momento el principal cambio político ante el terremoto libertario que descolocó a todos y cada uno de los dirigentes partidarios. Los gobernadores fueron blancos de la intolerancia presidencial casi en simultáneo y tiene mucho en común.
Además, porque las transferencias automáticas a las provincias cayeron en abril 20,6% en forma interanual, producto de la recesión económica que afectó los recursos coparticipables. Los fondos son de las provincias, están mal llamarlos discrecionales. Salto Grande, Fonid, son fondos que están asignados y son de los entrerrianos. Milei se está apropiando indebidamente de esos fondos que fueron determinados por leyes y convenios.
La caída de transferencias a las provincias también es muy fuerte porque no solo pierden por la caída de la actividad, sino que tampoco reciben las mejoras de los impuestos al comercio exterior, que son los únicos que crecen. Por ejemplo, el Impuesto País subió 212% real y los Derechos de Exportación un 63% real. Y no se coparticipan. Milei viene absorbiendo ingresos y agravando las perspectivas de gestión en cada jurisdicción. Es látigo sin chequera, el libertario usa la asfixia financiera del interior para lograr apoyo a sus delirantes proyectos en el Congreso Nacional. Para que los senadores levanten las manos en favor y sin miramientos, evitando los rugidos del León.
Ahora, el objetivo prioritario de Entre Ríos es impedir el colapso de la Caja de Jubilaciones, que ya empieza a complicar fuertemente las cuentas de la provincia, por el corte libertario insensato de los envíos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses). Frigerio debería recurrir a la Corte con un planteo concreto si no se restituyen los envíos a mitad de año, en medio de un escenario nuevo, por completo desconocido para la política partidaria.
Mientras el ajuste feroz de Milei condena, detrás de la fragilidad del déficit cero, a los argentinos a la marginalidad y el desamparo, y en paralelo sigue preparando el festival de privatizaciones y entrega de los recursos naturales a los amigos, el paro nacional dejó a las claras que el libertario no se llevará puestos a todos. Nada parece imposible en la reconfiguración que se puede estar iniciando en la argentina, cuando los gobernadores arman un Pacto Federal para resistir a Milei y su Pacto de Mayo, que se está vaciando de contenido y solo será una foto y un documento con letra muerta. ¿Qué hará el porteño Frigerio? La política es fértil para especulaciones. Suponemos que tendrá el discernimiento para saber cuándo tiene que dejar de lado la obsecuencia y plantarse para que no lo tomen de boludo o de cagón y negociar firmemente en defensa de los intereses entrerrianos.
Pulicado en: La Opinión Popular
Colaboración de Juan Martín Garay