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Formas contemporaneas de la guerra del cerdo: Coronavirus, Pandemia y mariquitas viejos

Por Carlos Alberto Negri      -.

Para ahorrar espacio voy a limitarme a recordar que en “Diario de la Guerra del Cerdo” Bioy Casares cuenta una historia que transcurre en Buenos Aires, en junio/julio de un  año impreciso que rondaría 1960, entre los barrios Norte y Palermo. No se las voy a “espoliar” a quienes no la leyeron, pero trata de un tiempo en que los jóvenes se dedicaron a matar viejos sin razón aparente, y de las macanas que hacen los viejos, merece ser leída.

Escucho a Rodríguez Larreta, y a este muchacho Fernández a quien votamos para presidente bajo una irrefrenable pulsión de espanto, y no me arrepiento, bueno, los escucho preocupados por la pandemia, especialmente por “nuestros mayores”, “nuestros abuelos”, así lo dicen, con cierta musicalidad en la expresión que pareciera que se refieren a un cardumen de viejitos monguis, esto porque parece que el coronavirus es un agente de la Parca que selecciona víctimas con notoria precisión estadística, se lleva puestos a los mayores de 60/65 años que, al final, son los que ya usaron el boleto, luego, primera conclusión, el coronavirus es Justo.

Vamos a asumir la posición desde la que escribe un Servidor: 71 largos, asma crónica, tres shocks cardiogénicos, cinco stents, y otros temitas menores que prefiero no mentar por cuestiones de elegancia.

En estos términos y según el estudio actuarial y la estadística que quieran encontrar, tengo, con suerte y viento a favor, 1, 2 … 3 … ponele 4 años de cuerda, promedio 2 años, ahora, si me toca el bicho, pago 2 con diez al crematorio.

Y el número es para todos, el promedio en la Argentina, para los que pasaron los 50, es de 73 años, 8 meses, y 23 días, minuto más,  minuto menos.

Bien, y que se les está ocurriendo a los genios? y te van preparando discursivamente, que cuando escampe, luego del “pico” de la epidemia que sería en mayo o junio, habrá que mantener la cuarentena solo para los casos en los que sea necesario, los grupos de riesgo, es decir “nuestros abuelos”.

Pero son macanas, porque sin tratamiento a la vista y vacuna con suerte a 18 meses, van a confinar a los “adultos mayores” por lo menos por ese plazo, salvo que el virus desaparezca o se reduzca antes por su propia y misteriosa dinámica, y dentro de esa lógica no hay alternativa.

Luego, de los, con suerte 2 años de saldo de vida, pretenden cuidar a los gerontes gestionándoles no menos de 18 meses de prisión domiciliaria en ese periodo, esto porque, porai, en una de esas, es posible, altamente posible en verdad, se pueden enfermar y morirse, cosa que es razonable que les ocurra con o sin  coronavirus.

Repito para que no se pierda, de un saldo de hipotéticos de 24 meses, los últimos 24 meses del rollo, 18 en cana.

Y se me va calentando el ñati.

Claro que no se trata solo de criticar sin aportar soluciones posibles.

La primera es obvia. Sin mengua de las medidas de protección para aquellos que lo necesiten, o soliciten, los adultos mayores tendrán los mismos derechos y obligaciones que todos los demás, después de todo el aislamiento estaría fundado en su defensa, así que, que cada uno administre lo que le queda en el carretel como mejor quiera o pueda.

 

Cama por cama hospitalaria a ocuparse, ocuparán la misma por un infarto, una neumonía, mas “el diabetis”, mas, mas, mas…

Si no sucede, como ya sucede, que a cualquier nabo que te ve por la calle se le ocurre dispararte un “Usted no tendría que andar por la calle”, y cuando la situación empeore va a ser más drástico el tratamiento porque no queda del todo claro que es para proteger al viejo que se lo recluye, o porque contagia, porque parece que si hay algo contagioso es la vejez, de allí al “y que carajo anda haciendo acá este viejo de mierda” hay nada de distancia. Y no te digo si el nabo de marras tiene uniforme, aunque sea de cartero.

Podría esgrimir argumentos jurídicos de sobra, y no se si no me rayo y meto un amparo cuando cuadre.

Otra propuesta podría ser alquilar/comprar, el PAMI por ejemplo, o comunitariamente, ponele 20/40 kilómetros de playa y construir barracas a la altura de digamos Florianópolis/Camboriú, donde nunca hace frio del todo, yo preferiría Porto Seguro, se hace un inmenso campo de concentración y todo el gerontaje a sol y caipirinha que tanta vitaminas D y C tienen, no puede salir tan caro, y menos si los llevás en barco, y digo los llevás, porque volver van a volver pocos, sea porque la pasan bomba o porque crepan allá. En las playas de acá no se puede porque julio y agosto son feroces, otra que el coronavirus. Y reclamo desde ya prioridad para instalarme porque Balvanera, donde vivo, registra los mas altos índices de infectados del País, imagínate:  “Praia Nova Balvanera”, na Bahía.

Veo gente de mi edad, o no tanto, que en provincias y ciudades donde no hay un puto contagiado, salen una vez al día, a tirar la basura, disfrazados de astronautas y mirando para los costados como si estuviéramos bajo ataque de un ejército de zombis, es lógico con la catarata de propaganda que reciben, y ni siquiera lo critico pero, organicémonos loco…

Esto es central, no estoy convocando a ninguna revuelta, ni a ningún tipo de resistencia que no surja de la cordura, yo estoy cumpliendo las normas como cualquier hijo de vecino, ahora fijensé: ni los órganos legislativos funcionan, algunos porque entre adultos mayores y otras especies no juntan quórum, donde estamos entonces los adultos mayores discutiendo nuestra forma de transitar la crisis? Si los viejos que elegimos para representarnos están cagados en las patas porque, reitero, porai, en una de esas, se enferman y se mueren, manga de mariquitas, resulta que quien ordena entonces termina siendo una antropóloga/o, socióloga/o, astróloga/o, cientista social o politólogue, menemista tardío K de la resistencia, de 40/55 años que llega a la conclusión de que al Nono, a quien efectivamente ama, lo mejor, es encerrarlo en la pieza del fondo, con su televisor es claro, pasándole la comida sin tocarlo porque si se contagia caga fuego, y el viejo trolo se lo banca devolviendo una sonrisa entre confusa y complaciente, sonrisa que apenas se le ve en los ojos porque el pelado Larreta le ordenó ponerse y usar el barbijo hasta en el baño.

 

Acá termino,

Por ahora,

Viva la Patria.

 

Y dije “mariquitas” no maricones,

Porque maricones,

Lo que se dice maricones,

Vamos quedando pocos…

 

Buenos Aires, 13 de abril de 2020

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