Por Jorge Héctor Bonvín –
Hay personas que tienen la virtud de vivir intensamente su tiempo, pero también pueden visualizar el futuro y eso les permite ser recordadas y reconocidas muchos años después de su desaparición física. Que con su creatividad, su imaginación o sus conocimientos, dice la definición, logran prever que ocurrirá en el futuro.
Una de esas personas fue José Benjamín Zubiaur. Nacido en Paraná, pero como ocurría en aquella época con los jóvenes de distintos puntos del país fue atraído por nuestro Colegio Nacional pero también por nuestra ciudad, donde desarrolló luego una gran labor.
Desde muy joven dejó en evidencia su vocación por la educación, ya que con 23 años funda la Escuela Benjamín Franklin, donde deseaba llevar a la práctica sus ideas renovadoras en materia de educación. Su título de abogado lo recibió en la Universidad de Buenos Aires.
Fue rector del Colegio Nacional entre 1892 y 1899, fue Presidente de La Fraternidad, director General de Escuelas de la Provincia de Corrientes y director de Instrucción Pública del Ministerio de Educación. Su gran aporte a la educación fue incorporar ideas pedagógica renovadoras orientadas a llevar la educación a todos los sectores sociales, con la creación de escuelas nocturnas y rurales y fundamentalmente incorporando a la mujer a los procesos educativos.-
El promotor del deporte
Pero el objetivo de esta nota es ver en Zubiaur una de sus facetas importantes, como fue la promoción del deporte, la educación física y el olimpismo moderno y que deriva, aunque parezca que no tiene que ver, en el tema de la mujer.
En 1889 el gobierno argentino lo designa junto a otro recordado personaje que tuvo gran labor en nuestra zona, Alejo Peyret para representar a la Argentina en la Exposición Universal de París. Este fue un evento de extraordinaria importancia realizado en París entre el 6 de mayo y el 31 de octubre de ese año para celebrar el centenario de la toma de la Bastilla, considerado como el símbolo del comienzo de la Revolución francesa. Zubiaur pudo asistir a una exposición de enorme trascendencia donde se presentaban nuevas concepciones en la construcción y nuevos adelantos en la industria. El símbolo principal de la exposición fue la torre Eiffel, que fue completada ese año y se utilizaba como arco de entrada a la Exposición.- Esa torre que se hizo exclusivamente para la exposición, que los franceses criticaron porque la consideraban horrible y que hoy es el símbolo más importante de la “ciudad luz”
En esta oportunidad es que Zubiaur conoce a un personaje muy interesante, Pierre Fredy de Coubertin, barón de Coubertín. Era un pedagogo e historiador francés, quien tenía una idea que el mundo consideraba alocada, que era recuperar los juegos olímpicos, rescatando los juegos de la antigüedad.- Esto se habían dejado de hacer en el 393 d. C. cuando se conoce el Edicto de Tesalónica por el cual el imperio romano adopta al cristianismo como religión oficial y el emperador Teodosio prohíbe toda celebración pagana, incluyendo los juegos olímpicos. Habían pasado casi 12 siglos desde que habían comenzado.
Esa idea, que para muchos parecía un delirio, contó con el apoyo de Zubiaur. Coubertín viajó por todo el mundo tratando de convencer a todos hablando de paz, de unión, de comprensión, todo con el trasfondo del deporte. Hasta que finalmente el 26 de Julio de 1894 en la última sesión del Congreso Internacional de Educación Física que se realizó en la Sorbona de París se decide la creación del Comité Olímpico para que organice los primeros juegos de la era moderna.
El nuevo Comité estaba formado por 12 integrantes de igual cantidad de países y el único representante iberoamericano era José Zubiaur, cargo que desempeñó hasta el año 1907.-
De cualquier manera, la relación Coubertin-Zubiaur no terminó en buena forma. Sus caminos se empezaron a separar cuando Zubiaur apuntaba al deporte y la educación y a Coubertin lo apasionaba solamente el olimpismo. Por eso Zubiaur jamás habló de olimpismo en el país ni propuso la formación de un Comité Olímpico Argentino. Su gran meta era que la educación física llegara a todas las escuelas del país.-
Los Juegos Olímpicos de 1896
Finalmente esta primer olimpíada, el sueño de Coubertin, se pudo cumplir entre el 6 y el 15 de abril y como no podía ser de otra manera, los juegos modernos se iniciaban en su lugar de origen, en el Estadio Panathinaikó. Este magnífico estadio que aún hoy puede verse en el centro de Atenas fue reconstruido a partir de un estadio griego, el único estadio importante del mundo construido enteramente de mármol blanco, que los griegos traían del Monte Pentélico. Este estadio fue construido para una capacidad de 80.000 espectadores y en la actualidad tiene una capacidad para 45.000 espectadores. Pese a su belleza y su gran arquitectura, su diseño ya no sirve para las medidas estandarizadas del atletismo. Esto hizo que en la última olimpíadas organizadas por Atenas en el 2004, solo fuera utilizado para tiro al arco y la llegada del maratón.-
Pese a los entendibles problemas con que tropezaron estos primeros juegos, se realizaron con éxito, pero su mayor aporte es que desde entonces, salvo en los años en que Europa estuvo en guerra, los juegos se siguieron realizando.
Participaron 241 atletas masculinos, ya que no hubo participación femenina, que representaban a 14 países, disputando 43 competiciones en 9 deportes.- La gran alegría griega fue en el triunfo de su compatriota Spiridon Louis, en la prueba emblemática de los juegos, el maratón. Esta prueba de 42 km. y 195 metros nace en el mito del soldado griego Filípedes, en el año 490 a.C. quien habría muerto de fatiga luego de correr 42 km. y 195, que es la distancia que unía Maratón con Atenas para anunciar el triunfo del ejército Persa.
Zubiaur, un feminista
En el Olimpismo Olímpico, como en la mayoría de las actividades de la vida, la mujer debió luchar mucho para ganarse su lugar. Como decimos, en la primera de Atenas no participaron mujeres. Coubertin se oponía totalmente, seguramente por influencia de la sociedad de ese tiempo y porque mostraba una adhesión incondicional al ideal olímpico griego, donde la mujer podía observar pero no participar. En la segunda de París en 1900 la mujer ya participa en deportes como tenis, croquet, vela y golf, pero de manera extraoficial. Después del paréntesis de la guerra, en 1920 en Amberes la mujer por primera vez pudo participar oficialmente, para llegar a Río de Janeiro en 2016 en que las mujeres fueron el 45 % de los participantes.
Seguramente la importante influencia de Coubertin le impidió a Zubiaur imponer su pensamiento, que claramente no era de exclusión de la mujer. Desde la educación fue un constante luchador para que la mujer tuviera las mismas oportunidades que los hombres, favoreciendo su ingreso a las escuelas.
Pero la prueba irrefutable es el enorme esfuerzo que realiza José Zubiaur, siendo rector del Colegio para que ingrese a sus aulas una alumna. Por sus gestiones pudo comenzar su carrera de bachiller Teresa Ratto, quien se transformó en 1895 en la primer bachiller del país y luego la segunda médica de la república, después de Cecilia Grierson, al recibir su título en la Universidad Nacional de Buenos Aires.
El recuerdo de Zubiaur
Además del monolito instalado en el Estadio Panathinaiko en Atenas, que ilustra esta nota, hay varias instituciones que nos recuerdan su nombre:
- La escuela primaria Nro 158 «Jose Benjamín Zubiaur» de la ciudad de Paraná.
- La Escuela Nº 44 «José Benjamín Zubiaur» de la Provincia de La Pampa.
- La Escuela Primaria N° 9 (D.E. 19) «Dr. José Benjamín Zubiaur» de la Ciudad de Buenos Aires.
- La Escuela de Educación Tecnológica (EET) Nº 79 “Dr. José Benjamín Zubiaur”, de Basavilbaso.-
- El Centro de Estudios Olímpicos «José Benjamín Zubiaur» de la Argentina.
- Monumento a José Benjamín Zubiaur en la ciudad de Concepción del Uruguay, obra de Carina Amarillo.
- Mural de homenaje a José Benjamín Zubiaur, ubicado en la Plaza de los Deportes (San Juan y Corrientes) de la ciudad de Concordia.-

