El espacio, que funcionaba en la ex residencia de Perón y Evita, empezó a ser vaciado por el Gobierno, ante la inacción de la dirigencia del PJ.
La persecución política o ideológica a través de los medios de comunicación masivos, la clausura judicial, el desalojo compulsivo de los trabajadores con el uso de las fuerzas policiales y el posterior vaciamiento de Un Café con Perón resume en modo ejemplar el calvario agónico vivido en estos tiempos por millares de empresas nacionales, pymes o cooperativas de trabajo en estos dos años que lleva Milei y su banda en el gobierno.
Como buenos gorilas desquiciados han decidido apuntar todo su arsenal belicoso contra los símbolos más preciados del peronismo: sus valores, su historia, sus líderes y sus militantes en cada región del país. Todo aquello que huele a trabajo, bienestar, a desarrollo, a justicia social, a soberanía o Pueblo, es objeto de sus ataques.
Vivimos bombardeos a la población indefensa, secuestros y torturas, robos de niños, saqueo de los bienes y recursos naturales, la enajenación de las empresas fundamentales para el desarrollo económico del país y la región, una brutalidad represiva contra los ancianos y niños desvalidos, la destrucción del empleo, saqueo y miseria planificada para millones de “muertos de hambre”. Todo ello lo han practicado y lo continúan haciendo.
Hay generaciones de argentinos tirados a la basura o revolviendo en ella para comer día tras día. Lo vemos al caminar la calle. Quien quiera oír, ver o sentir lo que padecen nuestros compatriotas, que lo haga. No hay nada que nos lo impida, salvo la propia miseria humana que nubla la mirada. Lo demás está a la vista de todos a pesar del cinismo criminal del presidente electo que espera que veamos muertos tirados en las calles para aceptarlo.
En lo profundo de mi corazón le deseo que sea él quien padezca todo el dolor que sienten millones de niños argentinos en este preciso momento. Su ruindad no le permite empatía, claro está. Por lo cual, si su alma no existe, pues bien… tampoco espero nada de misericordia cuando truene el escarmiento popular que indefectiblemente llegará también para él, la coimera de su hermana y esa banda de narco estafadores que están sedientos de poder, saña y dinero fácil.

Si le gusta leer le recomiendo que se apure a estudiar algo de la historia nacional, ya que de la cual aprenderá que no zafará del genocidio que está cometiendo. No se podrá escapar, aún, cuando se oculte en las montañas rocallosas o donde quiera ir a esconderse con sus perros muertos. La memoria histórica y el Pueblo no perdonan a los criminales de sus hijos. Hoy, mañana o pronto le llegará la factura que deberá pagar con el cuero propio. Nuestro Pueblo es paciente e implacable, no sólo es leal y generoso. Nuestro Pueblo no olvida.
Que vea sino las imágenes del velorio de Evita. Millones de mujeres, hombres y niños bajo la lluvia. Imágenes de un dolor que aún no se apaga en el cuerpo de los humildes: 16 días de duelo y un sepelio por ciudad. Debieron traer flores de Japón y Chile para el cortejo fúnebre ya que se acabaron para brindarle las ofrendas que los argentinos deseaban entregarle a “esa mujer” que lo dio todo por amor a los más humildes y que despreció a la oligarquía que arruina el país.
El legado de Evita
Han pasado más de 70 años desde aquella dolorosa despedida a la compañera Evita y nuestro Pueblo la siente viva, presente, resistiendo en cada lucha los embates del poder. No es para menos. La “Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón” impulsó y controló la creación de barrios obreros, entregó artículos de primera necesidad a familias humildes, regaló juguetes a los niños más pobres, consiguió trabajo para los desocupados, construyó más de mil escuelas, comedores escolares, una Ciudad Infantil, una Ciudad Estudiantil, construyó Hogares para Ancianos desamparados, ciudades universitarias como la de Córdoba (que aún tiene en su Pabellón Residencial de la Facultad de las Artes un lugar para su descanso).
También impulsó planes de turismo y colonias de vacaciones, patrocinó campeonatos de juegos y deportes que permitieron censar el estado sanitario de los niños y jóvenes. Creó cuatro policlínicos totalmente equipados. Expropió tierras a las familias oligárquicas como los Martínez de Hoz (Alfredo, ministro de economía de la dictadura de 1976) e impulsó allí mismo, por ejemplo, la construcción del Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas para posibilitar el tratamiento de la tuberculosis. Ese hospital es aún hoy el más grande de Argentina.
Realizó un tren sanitario que recorrió el país entero, Escuelas de enfermeras, una obra social que llegó a todos los habitantes que lo precisaban, incluso de otros países (como a los niños negros de Washington , a los barrios obreros de Francia o a los colonos pobres de los primeros asentamientos en Israel).

Creó el Partido Peronista Femenino con 3600 organizaciones de base. Era una organización político gremial inédita a nivel mundial con esas características. Este partido funcionaba en cada rincón del país en Unidades Básicas Femeninas las cuales no podían ser dirigidas por esposas o familiares directos de funcionarios, legisladores, ministros o gobernadores.
Consagró el voto femenino por Ley en el Congreso desde donde también se impulsaron leyes valiosísimas que luego del Golpe de Estado de 1955 fueron derogadas por esa dictadura que fusilaba militares leales a Perón y masacraba obreros en los basurales. Donó a la CGT la casa histórica de la calle Azopardo, la cual hoy es ponderada mundialmente y candidata a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; allí funcionan más de 250 sindicatos de trabajadores de todas las ramas y empresas existentes en Argentina.
Le dio verdadero poder y lugar a los trabajadores que lucharan por sus derechos fomentando la organización para defender las conquistas obtenidas y así vencer el tiempo. Su último mes de vida lo pasó en la Casa Presidencial, el ex Palacio Unsué, que comparte terrenos en el barrio de la Recoleta junto a la embajada de Paraguay. Murió allí, protegida. Y desde ese mismo lugar sus despojos mortales fueron sacados en andas hasta el edificio del Ministerio de Trabajo. El duelo nacional fue apoteótico y el velatorio contuvo el dolor popular. Dos millones de personas estremecidas la despidieron bajo la lluvia demostrando un respeto insondable.
Un Café con Perón, historia y resistencia
Allí, donde falleció Evita está Un Café Con Perón. Es lo que queda de aquella casa presidencial tras ser demolida por los milicos de la “fusiladora”. Es aún hoy un espacio simbólico de resistencia para el movimiento peronista. Allí mismo dimos continuidad a su puesta en valor y fundamos con la cooperativa Lo de Néstor una sala en homenaje al artista Leonardo Favio con la intención de exhibir cine argentino justo cuando esta banda de cripto estafadores asumió el gobierno y se decidió a atacar al INCAA para impedir que la industria audiovisual nacional florezca y compita con los productos cinematográficos de los estudios norteamericanos que buscan imponernos sus valores y contenidos culturales.
En ese bar una treintena de familias dio de comer por dos mangos a quien se sentara en sus mesas. Allí se instruía sobre la historia de esa casa, de sus habitantes, cuyas presencias fantasmáticas aún veíamos deambular por las noches. No era para menos. Millones de cartas escritas a mano por los humildes de nuestro Pueblo llegaron hasta allí pidiendo ayuda desesperada. Entraban las cartas por esa ventana de la calle Austria y eran respondidas por la Fundación Evita porque como bien supo resumir la compañera, donde hay una necesidad hay un derecho.

Hoy, ese espacio de trabajo cooperativo ha sido clausurado, vaciado, y muy probablemente será destruido por este gobierno sin corazón. Días atrás empezó el vaciamiento, sin avisar a nadie. Están llevando todas nuestras pertenencias de trabajo al Instituto Nacional de Economía Social (INAES), allí lo liquidarán los esbirros. No pudimos tener acceso a lo que nos secuestraron. Nos impidieron sacar durante meses los implementos de trabajo.
El gobierno y sus instituciones destructivas han expulsado a la calle a esos treinta trabajadores que levantaron y pusieron en valor un bar valiosísimo en términos culturales y políticos: la ex casa presidencial, donde vivieron Perón y Evita.
Si la dirigencia del partido que supieron crear nuestros líderes históricos no reacciona y no encara la defensa de este santuario que aún a pesar de los bombardeos de 1955 fue defendido por nuestro Movimiento, entonces veremos con nuestros propios ojos su destrucción, en medio de egoísmos berretas e internas inconducentes de nuestros dirigentes, que no sólo derrumban nuestro caudal electoral para garantizar un gobierno de carácter popular sino que con miopía suprema impiden la consolidación del ansiado proyecto histórico que nuestro país necesita para retomar su senda de desarrollo.
Coraje, que el peronismo será revolucionario o no será nada.
Que lo asuman los “dirigentes” que tenemos y que se pongan al frente de la lucha. De otro modo, que vayan buscando la bandeja donde depositarán sus cabezas, ya que el Pueblo tampoco los perdonará cuando llegue el momento de pasar las facturas por las cobardías, las traiciones y las miserias egoístas que impiden la vida digna en nuestra Patria.
(fuente: https://www.tiempoar.com.ar/)