Por Alfredo Guillermo Bevacqua –
El deporte nos muestra con asiduidad que se puede ser un triunfador sin que su nombre sea victoriado ni aclamado; que se puede ser ganador sin estridencias; con mesura y respeto por los vencidos; ser uno mas y en silencio en el triunfo; y ser importante con la palabra, con un gesto, con una actitud, cuando el resultado ha sido adverso. Así era el profesor Omar Galcerán, el preparador físico de los planteles de Atlético Uruguay y Gimnasia y Esgrima, que escribieron las páginas de mayor gloria del fútbol uruguayense.
Si bien en nuestra comunidad era conocido por su rol docente, adquirió notoriedad cuando Atlético Uruguay ganó todo en el campo de juego, no solo porque estaba integrado por futbolista de excelente nivel, pero que elevaban su gestión merced a un excelente estado físico, producto de un trabajo serio, disciplinado y exigente ordenado por el profesor Galcerán. Fue parte del cuerpo técnico que encabezaba Raúl Orlando Sosa, para generar un triunfo que fue transversal a toda la ciudad, que vivió con orgullo e intensidad, la clasificación de Atlético Uruguay al campeonato Nacional de fútbol de 1984 y que le posibilitó enfrentarse oficialmente a River Plate y Huracán, dos equipos que forman parte de la hermosa historia del fútbol argentino.
Pero al finalizar la década del ochenta, fue Gimnasia y Esgrima -el otro “grande” uruguayense- el que tomó la representación en los certámenes del interior, que clasifican para la participación en las máximas categorías: Liga Profesional y Primera Nacional. En la conformación de la base de un plantel que aglutinaba a las mejores figuras del fútbol local el cuerpo técnico era encabezado por Manuel Telis, y en la preparación física, se encontraba el profesor Néstor Marcelo Herlein; con posterioridad ese puesto fue ocupado por el profesor Galcerán, en momentos en que Gimnasia compitió -desde su humildad, con total dignidad- en la segunda categoría del fútbol argentino.
El profesor Galcerán en todas las instituciones en que se desempeñó supo granjearse el respeto y la consideración de los directivos y de sus dirigidos, no solo porque era un excelente profesional, pero sobre todo, porque era una persona de bien.
Por sobre los triunfos deportivos, nos queda la imagen de un hombre bueno y sereno, porque cuando se iba la tarde del martes 20 de octubre, murió. A los 80 años.-