Promediando el primer cuarto del siglo XXI otra vez eligieron ser observadores perjudicados de la realidad. Al inicio del gobierno de Milei, un exultante Paolo Rocca, que había financiado su campaña, propuso “resetear la economía argentina”, recurso limitado de los legos, aunque advirtió la “destrucción de la actividad”. Este apagón provocó que su sector, la siderurgia, tuviera en el primer semestre una caída del 34,6 por ciento contra igual de 2023. Ante los accionistas Paolo el metalero tuvo que poner la cara de su apellido y decirles “fuimos demasiado optimistas”. Como Fátima, el romance duró un semestre.
Milei, en otra muestra más de los daños que puede hacer un manual de economía neoclásica en las manos de un zonzo, dijo que la destrucción de capital era positiva. No por la destrucción creadorashumpetereana, si tanto le gustan los austríacos, sino por la zoncera neoclásica de decir que si hay poco de algo eso vale más, violentando la definición de capitalismo, que es la acumulación de capital. Los empresarios aplaudieron cuando les dijo que iban a perder capital.
Ahora, una empresa cordobesa del Grupo Roggio no pudo pagar los intereses a sus acreedores, por el freno de la obra pública. Las grandes alimenticias tuvieron que mostrar balances en rojo. Durante el primer semestre, Pérez Companc vendió 8,1 por ciento menos que el año anterior. Arcor -4,2 por ciento. A Milei no se le ha escuchado la palabra “industria”. No la puede pronunciar. La detesta. Una de sus caras de loco más logradas fue cuando dijo que las empresas deberían quebrar.
(Fuente: pagina 12)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 19/8/2024