Por Luis Alejo “Toto” Balestri (1) –
He escuchado tanta boludez por los medios que me siento con derecho de dejar correr la mía.
Comienzo aclarando que el anunciado ministro de economía no es santo de mi devoción. No me gustan aquellos políticos que en alguna oportunidad abrevaron en la embajada. Pero también soy peronista y bastante conocedor de la estrategia, por lo cual sé que cuando lo sumamos a nuestro frente, se lo estamos quitando al enemigo.
En ese sentido, recuerdo que tampoco me gustaba el Alberto y nunca terminé de entender que hacía una figura como ésta acompañando a Néstor y en alguna reunión también llegué a cuestionarlo. Pero en el 2019 había que evitar la continuidad de los “vendepatria” y la su imagen era útil para esa finalidad. Lo que nunca me imaginé que íbamos a llegar al gobierno sin un acuerdo sobre temas puntuales para ejecutar de inmediato e íbamos a desperdiciar en pensar que íbamos a hacer los momentos de mayor poder que es cuando uno recién asume el gobierno. Pues bien, cuando terminamos de pensar llegó la pandemia. Y después la novela de Cristina y Alberto que no se hablaban y se criticaban en discursos.
Es de público conocimiento la capacidad de negociador de Fernández, no me imaginé nunca que ni iba a darse cuenta que gobernar es algo más que buscar acuerdo. Gobernar es tomar decisiones y llevarlas a la práctica. Puedo negociar y buscar acuerdos y hasta es preferible que estos existan, pero las decisiones implican tiempos y en algún momento implica “cortar”.
Recuerdo que decisión es una palabra que etimológicamente significa eso: “cortar”. Implica elegir una opción de todas las existentes y cuando se corta habrá alguno que se beneficia y otro que se perjudica. Toda decisión tiene su costo de oportunidad dicen los economistas. Es lo que no entendió Alberto y algunas decisiones (sobre todo los referidos al control de precios) implicaban pisar algunos callos si se quiere defender el interés particular. Como decía Perón, “para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos” porque de lo contrario nos quedamos sin tortilla: sin comida para el Pueblo.
La orientación de la política fue buena y el crecimiento se logró. Pero crecer después de la gran debacle macrista era algo querido por todos. Los diagnósticos de Alberto parecían buenos, pero la decisión no llegaba nunca porque cuando algún perjudicado gritaba, el presidente reculaba. Fueron muchas los anuncios y los retrocesos.
Pero además de no decidir tampoco planificó e incluso llegó a decir que no creía en la planificación cuando la acción de gobernar comienza con el “pensar antes de hacer” para saber por dónde ir. Y lo que es peor, tampoco organizó en función de objetivos sino que creo los cargos en función de los tipos que había que ocupar según los acuerdos. Y en el fondo, no sería malo si hubiera habido una coordinación entre los ministros y secretarios marcando caminos a seguir, pero eso es otra de las cosas que Alberto no realiza. No voy a hablar del control porque eso es algo que los argentinos hemos olvidado.
Si no planifica ni coordina y tampoco decide, no gobierna. Y cuando no se gobierna viene la anarquía. La situación que vivimos no es culpa de Guzmán sino de esta forma de gobernar. Desde lo económico rescato la opinión de Gabriel Fernández en el sentido que no le fue mal. Crecimos, creció el empleo y se dinamizó la economía. La inflación es más un problema político que macroeconómico. Fue nuestro punto flaco y para pararla había que “romper algún huevo” que no rompimos.
La corrida que casi nos lleva puestos no comenzó con la renuncia de Guzmán. Arrancó casi una quincena antes cuando como consecuencia de la falta de gas oíl hubo una orden de importar energía y desde un organismo se salió a vender bonos de la deuda pública en pesos. La situación fue usada con oportunismo por los “vendepatrias” que con la ayuda de los medios instalaron la idea del cese de pagos de la deuda en pesos. Bueno, allí comenzó la debacle. Y la escasez de dólares producto del “festival de importaciones” hizo el resto.
Y es un punto más. Lo denunciado por Cristina es una muestra elocuente de la descoordinación y de la falta de decisiones.
Admiro a la compañera Batakis que en su compromiso fue capaz de poner el cuerpo para tratar de parar la debacle. Pero ella en sí misma no tiene poder y no alcanza con que te avalen, aunque el aval venga de los tres pilares del frente.
Y bueno, llegó el tiempo de la política. Sirve para aclarar a algunos que compran recetas liberales que la economía cuando nació (y fue anterior a Adam Smith) se llamó “economía política” y fue después, cuando la corriente liberal se transformó en el respaldo de las grandes corporaciones que se abandonó ese nombre.
Massa llega con poder. No es solo la fuerza que le da ser uno de los trípodes del frente sino fundamentalmente sus vínculos y su conocimiento por el poder real, el poder concreto. No tengo dudas que llega con el acuerdo de Cristina, aunque por prudencia guardará silencio. Y más aún con el acuerdo de Máximo ya que existen datos de acuerdos importantes cuando compartieron la rosca en la cámara de diputados.
La reacción de los “mercados” es elocuente. Hasta el presidente del BID que nos había bloqueado un crédito en el pico de la corrida manifestó su beneplácito. Vale la pena aclarar que hablar de los mercados es un eufemismo. Los mercados están integrado por los nombres de las empresas concentradas que forman los precios y ejercen eso que se llama “poder de mercado”. La voz de los mercados es la voz de los poderosos.
Tener poder es el primer requerimiento para salir de la situación de debilidad. El segundo será la capacidad para organizar, coordinar y decidir. Y ojalá que también planifique. Parece que esas condiciones Massa las tiene. Donde estuvo demostró capacidad de gestión. Espero que esa capacidad la use para gobernar, porque no es lo mismo. Se gobierna para el Pueblo (que no es la gente), se gestiona en función de objetivos y si en esos objetivos está la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación habrá gobierno.
Y en eso de gobernar, espero, supongo que no se olvidará de los sectores más humildes mucho de los cuales están en una situación crítica
Y bueno, en esta coyuntura no queda más remedio que “bancar” una vez más. Si logra parar la corrida y estabilizar los precios, puede que zafemos y creo que aún queda algún tiempo para evitar el regreso del “antiproyecto” encarnado por los del pro, radicales y carriocistas.
Claro que esto también puede tener sus costos: quizás nos tengamos que bancar a Massa como Presidente. Supongo que tendrá que negociar con Cristina pues es posible que solo no llegue. Espero que la experiencia Alberto haya servido y hayamos aprendido la necesidad de tener acuerdos sobre por donde ir y como llegar.
(1) Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Córdoba (España).- Contador Público por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). – Diplomado en Relaciones Internacionales por la Círculo de Legisladores del Congreso de la Nación Argentina y el auspicio de la UBA.