Miles de feligreses caminaron detrás de la imagen de la Virgen en la ceremonia de rezo y cánticos en su homenaje.
Como cada año, una multitud acompañó la fiesta por el Día de la Inmaculada Concepción, patrona de la ciudad. Hubo una caravana de ciclistas, procesión por calles céntricas y la tradicional misa delante de la Basílica.
Concepción del Uruguay honró ayer, como cada 8 de diciembre, a su patrona: la Inmaculada, en el marco de una fiesta religiosa, la más importante en la región. Lo hizo por medio de la procesión y la Eucaristía, oficiada por el obispo de Gualeguaychú, monseñor Héctor Luis Zordán, acompañado por los sacerdotes de la Diócesis.
Tras el primer saludo de los fieles, brindado en los primeros minutos de la jornada -después de la Marcha Joven y de la Cantata, a cargo de la banda Ministerio de Música Joven-, la imagen de la Virgen -engalanada con hortensias, jazmines y agapantos- salió a las 19:00 del templo mayor para presidir la tradicional recorrida por las calles 3 de Febrero/Urquiza, Galarza, Jordana y San Martín, en medio de un toque de diana y del Himno Nacional Argentino, ejecutados por la Banda del Batallón de Ingenieros Blindado 2.
La escoltaron los niños de la Primera Comunión, el grupo de guías y scouts del grupo San Ignacio de Loyola, el clero y los miles de feligreses que participaron de la procesión.
Bajo la consigna: ‘Con María, camino a la santidad’, la extensa columna avanzó por el trayecto con oraciones y cánticos en su honor. La imagen se detuvo al arribar a San Martín y Moreno para esperar que pasase el pueblo religioso y cerrar así esa multitudinaria manifestación de la fe en el tramo final hacia el altar, levantado en el atrio de la Basílica.
“¡Viva la Virgen!, ¡Viva Nuestra Madre!, ¡Viva la Purísima!” expresó desde el micrófono por el cura vicario, presbítero Carlos Stadler. A lo que los fieles respondieron con encendidos vítores y cerrados aplausos, más los tradicionales saludos con los pañuelos blancos.
“Hoy venimos a celebrar a María, la Purísima. Y no encontraremos ninguna propiedad que sea más nuestra que el nombre, pues es aquél que cuidamos y defendemos. Significa nuestra identidad, pues explica quiénes somos”, señaló monseñor Héctor Zordán en su homilía.
“Esto del nombre, en la Palabra de Dios, es algo muy explotado. Cuántas veces Dios, a distintos personajes de la Biblia, les cambió el nombre. Fue para expresarles y revelarles su nueva identidad y misión. El nombre es una vocación: Dios te llama a hacer eso otro y confía otra misión. Algo de eso le pasó a María, la Madre de Jesús. Cuando el ángel se encontró con Ella en la Anunciación le dijo: ‘Alégrate, Llena de Gracia’, nombre éste que Dios le dio a María. Y ahí le manifestó su ser, identidad y nueva misión. Ante los ojos de Dios, María comenzó a ser la Llena de Gracia. ¿Qué significa ese nombre nuevo? Gracia hace referencia al perdón y a la redención. María, la Llena de Gracia, significa la plenamente redimida, la totalmente trasformada por Dios, aquélla con no tiene ningún pecado, la totalmente santa. María es toda de Dios”, aseveró el Obispo.
(fuente: La Calle y fotos propias)



