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Un Papa tomando cocaína

Por German Bercovich   –  

Es medianamente conocido el dato de que las drogas que hoy son ilegales, no entraron en esa categoría durante casi toda la Historia humana. Hemos escrito incluso algunas notas referidas al tema. Hoy vamos a aportar alguna información, de escasísimo dominio público, sobre un famoso vino con cocaína que hizo furor en el mundo europeo del siglo XIX: el Vin Mariani.

Angelo Mariani es el gran personaje de este relato. Mariani nació en Córcega, en 1838. Trabajó como aprendiz de farmacia en París; y aunque se presentaba como farmacéutico certificado, no se han hallado registros de ningún examen que haya aprobado para obtener el título.  Una de las principales funciones que cumplía en la farmacia era la de la preparación de vinos tonificantes. Era común, en aquella época, que los medicamentos sean prescriptos diluidos en vino, por el sabor desagradable que tenían (a tener en cuenta; en 1884, la lista de vinos autorizados en Francia para la dilución era de 154). Alrededor de 1868, llegó a la farmacia una famosa actriz quejándose de  problemas anímicos, y Mariani decidió  prepararle  una  receta  propia  con  hojas  de  coca y vino tinto. La actriz quedó maravillada, volvió a repetir la receta y se convirtió en una entusiasta propagandista. Mariani tenía un primo, Charles Fauvel, que fue el maestro absoluto de la laringología francesa durante 4 décadas. Fauvel había hecho un descubrimiento que favorecía sus tratamientos,  consistente en un modo de  anestesiar  a  sus  pacientes para examinarlos y operarlos mediante el uso de  una tintura de coca preparada con hojas y alcohol. No está claro cuál de los primos influyó sobre el otro en cuanto al conocimiento de las propiedades de la coca. Lo que sí es claro es que Fauvel prestó buena difusión a lo que podía hacer Mariani, escribiendo que  la planta era  “el mejor tensador de las cuerdas vocales”. La selecta clientela de cantantes y artistas variados del laringólogo comenzaron a tomar la infusión de Angelo antes y después de sus actuaciones. El presunto farmacéutico ya estaba, a esta altura, independizado,  y haciendo de la coca un imperio: se transformó en un erudito,  armó enormes invernaderos  con  miles  de  plantas  de  coca  de  diversas  especies. El Vin Mariani era furor absoluto y su autor llegó, de hecho, a ser el más grande importador de hojas de coca del mundo. Un litro de su vino contenía entre 150 y 300 mg de cocaína de manera que dos vasos de vino proporcionaban  una dosis inferior a 50 mg, el equivalente de una “línea” de cocaína aspirada.  ”.. Un dato  interesante  es que la cantidad de hojas usadas en la elaboración del vino no se podía incrementar demasiado, pues el vino se volvía muy amargo.

Como complemento, el corso era además un genio de la publicidad. Diseñó una botella como sello inconfundible, que conservaría a lo largo de los años. Enviaba muestras a celebridades y médicos para que probasen  su  producto  y  les  invitaba  a  hacerle  comentarios que después usaba en avisos publicitarios en la prensa y otros medios. Empleó a artistas famosos para que dibujasen afiches publicitarios, o  bien  para  que  ilustrasen con sus obras catálogos que después repartía entre una selecta clientela. Músicos reconocidos le compusieron especialmente diversas melodías, y  escritores  importantes  escribieron  historias  sobre  su vino. Organizaba  almuerzos  en  famosos restaurantes y mandaba a realizar medallas y placas recordatorias. Dagnino, en su “De la coca a la cocaína” nos cuenta que “ Llegó a publicar un total de 1.086 retratos de celebridades; en 1902, tenía más de 8.000 médicos en sus registros y entre sus clientes famosos se contaban  3  papas,  16  reyes  o  reinas,  6  presidentes  de  Francia además de pintores, compositores, obispos, generales y científicos. Entre ellos, por nombrar a algunos, figuran el Papa León XIII, la reina Victoria  y  el  Shah  de  Persia,  Sarah  Bernardt,  Jules Verne, Alexandre Dumas, Robert Louis Stevenson, Thomas Edison, Herbert George Wells, Bartholdi y Bleriot. El papa León XIII le envió una medalla con una nota: “En mi retiro ascético, he sido apoyado por un frasco de Vin Mariani que nunca está vacío”. El Dr. James Leonard Corning, neurólogo y uno de los pioneros en la anestesia raquídea, escribió “Del Vin Mariani no necesito hablar pues la profesión médica ya conoce sus virtudes. De todos los tónicos jamás introducidos a la atención de la profesión, este es sin duda el más potente  para el bien  tratar  las  condiciones  exhaustas  e  irritativas  del sistema nervioso central”.

El éxito del Vin Mariani trajo otros productos basados en coca:  tónicos,  polvos,  extractos,  tabletas,  gotas  oftálmicas,  cigarrillos,  ungüentos,  enemas.  Mariani creó, además, un paté de coca. En cajas de latón se vendía además la “Coca Bola”, para mascar. Las indicaciones terapéuticas eran múltiples, contra  la  neurastenia,  la  irritación  ocular, el cansancio, problemas intelectuales, astenia, para aumentar el vigor sexual, la tos,  la caspa.

Mariani vivió una vida rodeado de lujo. Murió a los 76 años en su espectacular villa en las afueras de París, dejándonos su pintoresca y no tan conocida historia.

 

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