Por el Lic. Jorge Pedro Fruniz (1) –
Durante la larga permanencia de Clementina C. de Alió al frente de la escuela, imperó una ejemplar disciplina como fruto del sentido de responsabilidad que supo inculcar a las alumnas. El acto que se detalla a continuación, es casi el único, y lo relata don Manuel Macchi en su libro sobre la historia de la Escuela Normal. Si bien, como decimos, es uno de los pocos casos, sirve para proporcionar una medida al concepto de “moral” prevalente hace más de cien años atrás.
El 13 de septiembre de 1890, la directora convoca una reunión al personal. Dijo entonces que lo había hecho, según el acta respectiva que transcribe palabras casi textuales, “ante el conocimiento de un acto por demás inmoral cometido por una alumna de segundo año,, lo que me inclina a aconsejaros tomemos con la señorita en cuestión una enérgica resolución que sirva de lección moralizadora para ella y para sus demás compañeras, es decir sentemos un precedente honroso que sirva para conservar el buen nombre y la merecida buena reputación. Ahora os diré en qué consiste ese acto de verdadera inmoralidad y la manera como ha sido descubierto”.
Esta introducción, dicha se supone en solemne, dramática y grave perorata, hace presumir también al criterio actual, un acto de tremebundas características. Pero, sin adelantar el juicio, sígase el relato, que se refiere a la forma en la que se lo “descubrió”.
El vicedirector en una de sus habituales recorridas, había ingresado imprevistamente en el aula de segundo año en momentos en que se desarrollaba una clase de francés, notando que una de las alumnas, en movimientos delatadores, cambiaba y ocultaba algunos papeles “quedándose enseguida inmóvil y como que nada había hecho visto”. No tomó ninguna medida, pero al otro día, cuando las alumnas descendieron para la clase de práctica el suspicaz vice revisó el libro de francés de la alumna en cuestión y se encontró que en la página 141, horror de horrores, “se había dibujado una figura escandalosa e inmoral que, dado su sexo (¿el de él, el de la alumna, o el de la figura?) no creyó conveniente tomar resolución o amonestar a la alumna que el día anterior había estado contemplando un cuadro de tal manera inmoral que su sola vista repugnaba y por lo cual pido me disculpéis los detalles”. Es lamentable que el pudor de Doña Clementina no le haya permitido suministrarlos, aunque puede suponerse la representación de algún desnudo.
Sometió entonces el caso al juicio de los profesores. Uno de ellos, que además era apoderado de la alumna, opinó atinadamente que el hecho no era tan grave y pidió solo una amonestación. Otro dijo que el caso era de “inmoralidad insanable” y pidió un mes de suspensión y pérdida de la beca. Un tercero opinó que correspondía una suspensión de ocho días y una severa amonestación de la directora ante el tribunal de profesores. El primer opinante le pareció que los castigos que los otros pedían eran excesivos, y se retiró de la reunión en demostración de disconformidad. Prevaleció la última propuesta, por lo que la alumna debió soportar la afrenta de la amonestación severa de la directora ante la presencia de todos los profesores, aparte de los ocho días de suspensión.
(1) Lic. Jorge Pedro Fruniz – Responsable de Archivo Histórico Escolar – Itinerario «Los Jóvenes y el Patrimonio».
*Fuente: Macchi, Maniel. El Normalismo Argentino. Editorial Castellvi S.A. 1974.
*Fotografía: Promoción de Alumnas, 1911. Archivo Histórico Escolar, Escuela Normal.