Por Rodolfo Oscar Negri –
Hace poco tiempo atrás de casualidad, encontré y volví a leer la Proclama al Ejército de los Andes que el Libertador diera en 1819 y cuyo contenido (sencillo y práctico, pero a la vez valiente, sacrificado, humano y profundo; seguramente como era él) vale la pena recordar y trasmitir:
«Ya no queda duda de que una fuerte expedición española viene á atacarnos: sin duda alguna los gallegos creen que estamos cansados de pelear y que nuestros sables y bayonetas ya no cortan ni ensartan; vamos á desengañarlos. La guerra se la tenemos de hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar; cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada. Yo y vuestros oficiales os daremos el ejemplo en las privaciones y trabajos. La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre ó morir con ellas como hombres de coraje.»
Recordé la vez que, de visita en Mendoza, llegamos hasta el Cerro de la Gloria y la enorme impresión que me causó la magnificencia de aquel monumento; pero me quedó resonando la palabra «Gloria». Traté de recordar en que oportunidad la escuché por última vez, sin estar asociada al fútbol, y no pude encontrar el momento. Hace rato que no lo escucho mencionar como una valoración positiva y real. Algo buscado, mas allá de toda conceptualización, a lo largo de la historia por los grandes hombres.
San Martín la halló después de enormes sacrificios y de dar la libertad a tres naciones. ¿La buscaba como tal? Creo que no, basta con recorrer nuevamente la Proclama que vimos… su objetivo era la libertad; pero la Gloria fue la natural consecuencia y el resultado de su coherencia, valentía, honestidad, enorme sacrificio y patriotismo.
Pero ese y no otro, fue el objetivo de otros grandes hombres de la historia.
¿Qué buscaba Alejandro, en su conquista sin fronteras? ¿O Napoleón?
¿Ambición? ¿Poder…? No. Gloria. Gloria que significa la inmortalidad que da lo que supera al mero desgaste físico del paso del tiempo. ¿Qué reza nuestro propio himno nacional? «Coronados de Gloria Vivamos, o Juremos con Gloria Morir».
Alguna vez leí una reflexión de uno de estos seudopensadores mediáticos que hablaba de los «excesos argentinos». Vivir con gloria o morir con gloria, decía, era uno de ellos. Sostenía que nada era así y que todo estaba en los puntos intermedios. Por supuesto que después se ponía a echarle la culpa a otros de esa forma de ser. Los genes latinos, italianos, españoles, judíos, etc.
Si bien hay muchas cosas en la vida que nunca están en los extremos, hay cuestiones en las que no hay términos intermedios. «A los tibios los vomita el Señor».
Como olvidar, como un ejemplo mas, el gesto (no ya las palabras) del coronel Pringles, cuando en el Alto Perú rodeado por los realistas, él mismo y sus hombres se arrojan al mar para no entregarse al enemigo.
Decía Licurgo –según cita Perón en su Manual de Conducción Política- que no hay delito mas infamante que, en la batalla en la que se definen los destinos de la ciudad (se refería a Esparta), no estar en ninguno de los dos bandos o estar en los dos.
Alguna vez, cuando el mismo Perón comenzaba su gestión (1945), recibió la visita del embajador norteamericano Braden, quien le impuso de los condicionamientos que su país le ponía al gobierno argentino. Cuenta la historia, que Perón le contestó que estaba bien, pero que en estas tierras a quien hacía lo que Braden le solicitaba, le decían «hijo de puta» y que él no era de esos. Braden se retiró airado del despacho presidencial. En su apresuramiento, olvidó su sombrero. También dicen que el mismo –antes de ser devuelto- fue utilizado como pelota de fútbol por los edecanes presidenciales.
Mas acá, en la historia Argentina, en mayo del 2003, el diario Página 12 (publicado el 18/5/03 por Horacio Verbisky) denuncia que el subdirector del diario La Nación y uno de sus editorialistas, Claudio Escribano, se entrevistó (como embajador del establishmen y vocero de la embajada de EEUU) con el entonces futuro presidente Néstor Kirchner para imponerle una serie de condicionamientos, que si no se cumplían «su gobierno duraría sólo un año» y le presentó un asombroso pliego de condiciones:
«alineamiento automático con Estados Unidos, encuentro con el embajador (de EEUU) y los empresarios, condena a Cuba, reivindicación de la guerra sucia y medidas excepcionales de seguridad.»
«Kirchner –dice Página 12- respondió en un tono no menos formal que el de su interlocutor. «Mi mayor preocupación es que me acompañen los argentinos, por eso no empiezo por los empresarios ni por el embajador de ningún país. Tampoco pienso en un alineamiento automático con Estados Unidos ni en buscar que me aprueben como precondición para gobernar mi país. Ocurre que usted y yo tenemos visiones distintas del país. Como es difícil que podamos ponernos de acuerdo, sería importante tratarnos con respeto. Usted tiene la suerte que a mí me falta, de haber heredado un diario».»
Seguramente debe haber un montón de episodios mas de este tipo a lo largo de la historia, pero, lo cierto, es que hay momentos en los que no se puede dudar y hay que estar en un solo lado…
¿Blanco o Negro? No. El que corresponde. Y nadie tiene dudas sobre cuál es el correcto. Se ha desvalorizado todo tanto que nada tiene valor, sino lo específicamente material. Es el endiosamiento de las personalidades «exitosas», el modelo del éxito, en perjuicio del modelo de los valores. El reino de los multimedios y sus mafias asociadas, en detrimento de los principios.
Pero, volviendo al hilo original, hay una serie de palabras que han tenido un desgaste atroz por el uso indiscriminado. Compromiso y Cambio.
Dos términos que hacen a imaginar un paso adelante… pero utilizado por ultraconservadores, pierde todo sentido y confunden… Compromiso ¿con qué? y Cambio, ¿hacia dónde? Yo quiero compromiso y cambio, pero de ninguna manera el mismo que quieren ellos… Eso es parte de este Cambalache lingüístico en el que Discépolo sigue siendo tan vigente como hace setenta años atrás.
Pero hay una reserva terminológica. Palabras que no suelen utilizarse, que han caído en total desuso.
Además de Gloria, se me ocurre sumar –por ejemplo- Honor… Orgullo… Dignidad… Ideales… Valores…. Valentía… Ejemplo… Límites… Coraje… Amor propio… Tal vez también haya otras que tengan menos que ver con el «brillo heroico», pero que igual hacen a toda una cultura. Por ejemplo, Ahorro… Austeridad… Gauchada… Compartir… Ahínco… Tesón… Sacrificio… Amparo… Vocación… Rectitud… Esfuerzo… Altruismo… Consuelo… Gracias… Por Favor… Disculpe… Perdón… ¿Te Ayudo?… En fin… cuántos habrá que ni siquiera recuerden el significado de estos y un montón de términos mas…
¿Y Lealtad, Honra, Muertos, Equidad, Distribución de la Riqueza, Descamisados, Solidaridad, Patria Justa, Libre y Soberana… y tantos otros mas que tienen un hondo sentido para muchos de nosotros? Por favor, no los olvidemos. No dejemos que se mueran, ellos hoy solo viven en nuestro interior… y de nosotros depende que vuelvan a ser parte del vocabulario y del accionar de todos los días.
Pongamos énfasis en ellos y en la necesidad de volver a incorporarlos a nuestra cultura… A nuestras actitudes, a nuestras vidas. Para nuestros hijos, para nuestros nietos…
(*) Este texto esta incluído en el material del libro “De aquí, de allá y de mi abuelo también (y va con yapa)” de Rodolfo Oscar Negri, editado en diciembre de 2011.
Esta nota fue publicada en la revista La Ciudad el 10/8/2016