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Paso de los Toros

Por Tabare Oddone    –  

Hace unos pocos días, un gran amigo argentino me trajo de regalo un libro sobre “Historias uruguayas”, que así se llama precisamente y fue escrito por Leonardo Heberkorn. El libro además de ilustrativo está para un uruguayo autoexiliado, por demás interesante y hasta se podría decir movilizador.

Las historias son reales y especialmente una de ellas me gustaría contarles porque en realidad tanto tiene de buen triunfo como de vil derrota. En la ciudad de Paso de los Toros, Uruguay, cuna de un grande de la literatura uruguaya, Mario Benedetti sucedió una historia como dice su autor “dulce y amarga”. En el año 1924 un señor de apellido Mangini, montevideano decide establecerse en la pequeña localidad de Paso de los Toros. Hombre emprendedor, con visión de futuro pero por sobre todas las cosas de una perseverancia inagotable, tal vez metida en sus venas en los años que fuera luchador de lucha grecorromana, instala una fábrica de soda, que al año amplió y comenzó a fabricar jabón y más adelante empezó a producir refrescos. En el camino de Mangini se le atravesó un inglés que lo desafía a fabricar un agua tónica. El inglés de nombre Jorge Jones que era según las mentas un “exquisito bebedor y un amante de la buena vida” además de desafiar al montevideano lo ayuda en todo momento a fabricar un agua tónica de buena calidad, como la inglesa. Mangini se prende al desafío pero le confiesa al inglés que desconoce la fórmula y Jorge le dice que el conoce los ingredientes que la componen pero no las cantidades. Y allí comenzó la verdadera historia de la Paso de los Toros se podría decir, después de tantas idas y vueltas. Mangini intentaba y el inglés probaba. Mangini buscaba hierbas silvestres y frutas y el inglés probaba. Dos años de Mangini haciendo, revolviendo, calentando, enfriando y el inglés probando. Hasta que llegó el momento que Jorge Jones dijera: “ésta es la verdadera agua tónica inglesa”. Y así nació lo que primeramente se llamaría agua tónica “Príncipe de Gales”.Al buen gusto del inglés se le sumó el pueblo entero de Paso de los Toros. Varios años después se empezó a repartir en Montevideo, un camioncito por semana y a los seis meses Montevideo pedía más. El agua cambió de nombre y el dueño decidió en honor al pueblo que la viera nacer y le diera el apoyo llamarla Agua Tónica Paso de los Toros. Ahí fue donde se le empezó a complicar a Mangini: la fábrica le había quedado chica y él no tenía suficiente capital para ampliarla.

En Durazno, uno de los 19 departamentos de Uruguay, aparecieron dos acaudalados hombres, Frank Marshal y Adolfo Caorsi e hicieron con Mangini una sociedad anónima. Se modernizó en máquinas y la producción aumentó considerablemente. Empezaron a caminar cuatro camiones, con tres viajes por semana y en verano un viaje por día. Contrataban mujeres para rallar naranja a mano .Sólo utilizaban la cáscara y el resto lo regalaban a la gente del pueblo. El Agua Tónica Paso de los Toros se empezó a conocer en todo el país y la fábrica trabajaba a toda máquina en tres turnos de siete horas cada uno.. La producción era tal que se empezaron a vender acciones en el pueblo. La mayoría compró acciones. Eso le permitía a Mangini avanzar cada vez un poco más. Hasta que un día sucedió lo que sucede en cada rinconcito del mundo. Llegó el lobo y se comió a caperucita roja. Representantes de la firma Pepsi Cola aparecieron en el pueblo y empezaron a comprar las acciones de los pobladores. Hasta que se hicieron con la mayoría de ellas. Mangini no había tenido en cuenta ese pequeño gran detalle. Y su empresa ya no era más de él. Pocos años más y el viejo Mangini murió y ya nada fue igual. Ahora la Pepsi ostenta la pureza del Agua Tónica Paso de los Toros y el pueblo de Paso de los Toros se quedó sólo con la historia de haber hecho la mejor agua tónica de color azulada con ingredientes naturales que al mirarla a contraluz se veía el tornasol que formaba el aceite de la cáscara de naranja. El agua Tónica paso de los Toros nunca será igual, pues además era hecha con agua de un pozo que estaba en la misma fábrica, que alcanzaba para otorgarle un sabor especial como los mejores whiskies escoceses.