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Pagar la fiesta

compra de televisor set 2018Por Germán Bercovich     –    

Uno de los argumentos que mejor ha calado en los lavajes de cerebro que se ha hecho a la clase media es el de que “se está pagando la fiesta” de los años de kirchnerismo. La idea es que el Estado gastó lo que no tenía, y que entonces ahora llega el tiempo en que el Estado debe ajustar el cinturón para compensar el supuesto despilfarro.

Creo que es difícil, para el hombre común, analizar variables económicas. Cuando uno lee notas que reflejan tecnicismos de la economía, no son fáciles de interpretar. Resulta complejo concluir, entonces, sobre si aquellos 12 años consistieron en gastar lo que no se tenía, o si esa es la interpretación más adecuada para poder realizar un ajuste espantoso sobre la mayoría de la población, devolviendo así a cada clase a la posición y las comodidades a las que históricamente accedieron en este país.

Por esto es que, apartándome de lo económico, lo que me resulta llamativo es cómo se fijó en las ideas de los sectores medios esto de “pagar la fiesta”. Si “la fiesta” es tarifas de servicios accesibles, jubilaciones con moratoria, fútbol para todos, planes sociales, PROCREAR, facilidad para consumir, para ahorrar, no se dan cuenta de que los invitados a esa fiesta eran justamente ellos? O para quién era la fiesta?. Si lo que dicen es cierto, el Estado los empujó hacia arriba. De qué se quejan? Y otra de las situaciones que llama poderosamente la atención es la idea de que la presunta fiesta se terminó. Se terminó para quién? Para la clase media. Porque hay una fiesta que continúa y a todo vapor. Sucede que algunos de los invitados fueron expulsados. El personal de seguridad identificó a todos los asalariados, a los jubilados, a los que trabajan en negro, y los retiró del salón. Pero la fiesta sigue. Sólo que el número de participantes se redujo dramáticamente.

Qué sentido tiene entonces lo de “pagar la fiesta”? Asienten con solemnidad, ponen cara de “ahora no hay otra que ajustarse”, son absolutamente funcionales a quienes les arrancan el alma a ellos, a sus hijos y a sus nietos. Mansamente se entregan a mirar de afuera la celebración, y a pedir limosna a la salida. Resulta patético.

El caso de las clases más bajas directamente despierta compasión por el grado de invasión a la inteligencia que han sufrido. Una cantidad enorme de familias que se movieron hacia la clase media en aquellos años, y que hoy admiten que eso no puede ser así. Les suena raro haber tenido acceso a algunas comodidades. Apoyan a este gobierno que vendría a poner las cosas en su lugar.
Un informe del Banco Mundial de 2012 (http://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2012/11/13/argentina-middle-class-grows-50-percent) indicó que “la clase media en Argentina se duplicó en la última década, destacándose además como el país latinoamericano con el mayor aumento de su clase media como porcentaje de la población total (…) Para Argentina, la clase media aumentó en ese periodo de 9.3 millones a 18.6 millones. Ese aumento de más de 9.3 millones representa un 25 por ciento de la población total de Argentina, el mayor porcentaje de crecimiento de la clase media en toda la región durante la última década”. Ese aumento de la clase media, era por la clase alta que bajaba, o por la baja que subía? Qué piensan?

Cuando escucho a la gente cayendo, y conformes porque hay que pagar la fiesta de la que fueron echados, siento una mezcla de asombro y tristeza. Y desesperanza.

(fuente: La Calle)