por Roque José Giovenale –
Quizás usted lo conozca, es ese cura salesiano, de larga figura y no menos extensas homilías, que camina con dificultad, que acumula achaques de salud, por despreocupase de si mismo, por entregar todo en favor de lo demás, para beneficio de cada una de la comunidades adonde fuera destinado.
Su historia comenzó a escribirse del otro lado del Atlántico el 9 de abril de 1940. Aquel día nació en San Martín de Turiec (ciudad eslovaca hoy llamada Martín).
Cinco años más tarde, estando su padre(abogado y periodista católico) sentenciado de muerte por la ocupación comunista, toda la familia escapa clandestinamente hacia la ciudad italiana de Asís.
Guarda gratos recuerdos de los tres años de su infancia en aquel lugar, los previos a la decisión familiar de venir a la Argentina, ante la imposibilidad de retornar a Eslovaquia, llegando a nuestro país en los tiempos de la primera presidencia de Gral.J.D.Perón.
Su vocación no tardó demasiado tiempo en asomar. Teniendo 11 años ingresa en el Aspirantado salesiano en Vignaud (prov.de Córdoba.)
El llamado al sacerdocio no fue en él un chispazo. Viviendo en un ambiente de oración gradualmente fue construyendo su ideal de vida.
Años después se incorpora al noviciado para seguir recorriendo los pasos de formación hasta ordenarse como sacerdote el 13 de agosto de 1966. Aquel día fue ordenado por Mons.Primatesta, junto a otros 21 seminaristas bajo el lema «Arraigados en el amor»(extraído de la carta de Pablo a los efesios).
Recuerda con emoción dos obsequios recibidos aquel día. Hoy los sigue utilizando. El cáliz que le entregara la comunidad eslovaca de Argentina y el alba, largo ornamento blanco, un regalo de su abuela luego de tejerlo en Eslovaquia con sus propias manos.
Su vida sacerdotal se desarrolló en las comunidades salesianas de Rosario(por espacio de 20 años), Paraná, Curuzú Cuatiá y C.del Uruguay.
A lo largo de las cinco décadas transcurridas en el ejercicio de su ministerio, dedicó mucho tiempo a la formación de los jóvenes.
Esta tarea incluyó entre distintas actividades, las de unir a las nuevas generaciones con la naturaleza, y entre ellas la de los campamentos. (hizo más de 200 y en ellos centenares de guisos, otra de sus especialidades).
Al encontrarse con quienes de niños o adolescentes participaron en los mismos, la pregunta no se hace esperar, «Padre, ¿se acuerda de los campamentos?», no es para menos, propiciaban gratas vivencias, paralelamente al aprendizaje de valores y criterios de fe, responsabilidad, orden y respeto que se grababan en cada uno.
Otra faceta salesiana impregnada en su accionar es la dedicación a los más necesitados, puesta de manifiesto hoy en el comedor salesiano de los fines de semana.
En todo momento dispuesto a hacer, a ayudar, a asistir, encarnando desde siempre las dos aristas del lema de Don Bosco; Oración y Trabajo.
El Padre Pablo Kolomi satisfecho de la tarea cumplida celebra sus 50 años de sacerdocio, recibe afectuosos gestos de reconocimiento, y constantemente pronuncia frases de gratitud a Dios,y a María, como así también a todos los religiosos y laicos que lo acompañaron en su vida religiosa.
