por Pablo Stein –
Para muchos uruguayos, Clara García de Zuñiga es el fantasma que por las noches cambia de lugares los cuadros exhibidos en el Museo Blanes ubicado en el señorial barrio “El Prado” de Montevideo, pero Clara es entrerriana, nacida en Gualeguaychú y en este breve articulo les contaremos parte de esa leyenda que se ha transformado en un mito urbano de la capital oriental.
Sus primeros años
Clarita nació el 15 de abril de 1845 en “Campos floridos” una de las estancias de su padre; Mateo García de Zuñiga en Gualeguaychú y su madre fue Rosalía de Elia Alzaga. Les recuerdo que por vía materna Justo José de Urquiza también estaba emparentado con los Alzaga.
Quienes fueron los García de Zuñiga
Alonso Mateo de Zuñiga (1690-1760) nacido en Sevilla fue quien inició la dinastía de la familia en el Rio de la Plata. Fueron grandes estancieros con propiedades en la Banda Oriental, Buenos Aires y Entre Ríos.
En Entre Ríos el Previstero Doctor Pedro García de Zuñiga contrató a Joseph de Urquiza, recomendado por los Alzaga para que administrara las 176.000 hectáreas que poseía y en establecimiento La Centella nacería el primer Urquiza entrerriano.
Mateo el padre de Clara fue hijo de Esteban Justo (1743-1805) y nieto de Alonso. Heredó a su padre que poseía otras 176 mil hectáreas en Gualeguaychú y llegó a ser gobernador de la provincia por un breve periodo de 6 meses en 1827.
La infancia de Clarita
Clarita era feliz en su niñez. Solía correr a campo traviesa, trepar a los árboles y bañarse en los arroyos, disfrutando de una libertad que muy pronto le seria arrebatada.
Mateo era un reconocido partidario de Don Juan Manuel de Rosas, poseía más de 200 peones que podían ser armados y representaban un peligro para el rebelde Urquiza. El Coronel Dumon, que debía favores a Mateo le advirtió de la posibilidad de que Urquiza decidiera eliminarlo por lo que ya derrotado Rosas, decidió cambiar completamente de aires y se marchó con su familia a Montevideo.
A los 9 años la vida de Clara fue arrancada de los lugares en los cuales había gozado de completa libertad.
Pero la niña era muy inquieta y se negaba a aceptar los cánones de la época, por lo que se convirtió en un gran problema para la conservadora sociedad del siglo 19.
El infeliz matrimonio de Clara
Rosalía su propia madre, consultó con Jacinto Vera, el cura que después sería nombrado Vicario de Montevideo y cuyo nombre designa a un barrio de la capital uruguaya. Un cura de mentalidad acorde con lo más conservador de la iglesia, que le aconsejó ponerla bajo la protección de San Antonio y casarla lo más pronto posible.
A los 10 años de edad, ya Clara tenia designado quien sería su esposo y así fue que cuando cumplió los 14 años se la obligo a casar con José María Zubiría, 22 años mayor que ella.
Sus 3 primeros hijos nacieron en Paraná y fueron también entrerrianos (Isabel, Clarita y Alfredo)
Una mujer transgresora
Lo fue porque una vez casada se negó a ser una esclava de lujo que obedecía ciegamente a su marido.
Si bien el divorcio´ de su marido se llevó a cabo recién en 1878, supo tener numerosos amantes, uno de los cuales fue su abogado Alberto García Lagos con quien al parecer tuvo varios hijos y Ernesto de las Carreras, quien reconoció como hijo, a quien luego sería uno de los más grandes poetas uruguayos: Roberto de las Carreras García de Zuñiga cuando ya era propietaria de la casona que había comprado en Avenida Millán 4015 (Museo Blanes).
En 1872, a la muerte de su padre, quien había arrendado sus campos, expropiados primero y devueltos durante la gobernación de Pascual Echague, al inversor británico Samuel Lafones, Clara se convirtió en la única heredera y en una mujer inmensamente rica, pero también ese día comenzaría el suplicio que la acompañaría hasta el final de sus días.
Enfrentando al juez
El marido de inmediato reclamo la posesión de su mujer, la que había escapado con sus hijos y comprado la “Villa de las Duranas” (Museo Blanes).
En una de las tantas declaraciones judiciales y como se le reclamara por su vida disipada le dijo al juez, sin inmutarse que ella practicaba el amor “como se me da la gana y lo hago porque soy libre, muy joven y perfectamente separada de mi marido”
Una lucha desigual
Al final el marido se salió con la suya. Tenía a su favor la iglesia, la justicia, políticos conservadores y la misma sociedad. El resultado fue que Clara estaba mentalmente insana. En su misma residencia construyeron un altillo donde la encerraron. Por supuesto lo principal era apoderarse de su fortuna ya que una” loca” era incapaz de administrarla.
Clara sin embargo no falleció en Montevideo. Su hija Rosa logró trasladarla a Buenos Aires, donde falleció el 9 de septiembre de 1896.
Roberto de las Carreras, en su libro “Amor Libre” dejo unas palabras que pueden ser el mejor epitafio para Clara: “¡Ningún vencedor, llamasé, Cesar, Napoleón o Alejandro, ha podido jactarse de haber atado a su carro la mujer!
La fotografía pertenece al cuadro de Blanes, pintado en Gualeguaychú cuando Clarita tenía 6 años y está, aunque raras veces exhibido en el Museo Blanes de Montevideo.
Bibliografía consultada: Paola Piacenza Liurgo: “Clara García de Zuñiga o la ruptura del «corset»
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 19/11/2022