GOLPES EN LA PUERTA
por Rodolfo Oscar Negri –
Siempre pensé que los días de la semana tienen múltiples influencias sobre las personas o por lo menos a mi me pasa.
Así como el lunes es un martirio, estoy convencido de que el domingo es un día egoísta. Cada pensamiento que surge no traspone las limitadas barreras de mi interior, de mi propia persona, de quien soy yo. No sé que les pasará a otros, pero –para mí- es una jornada de nostalgia, tristeza e introspección. Normalmente mi mente se tortura con recuerdos: lo que no fue, lo que pudo haber sido, lo que ya no está o los que no están. Repasa momentos vividos, sufridos… pero jamás alegrías… en fin, es un bajón total. Esto, casi siempre, ocurre con un libro entre las manos, pero en cuya lectura no termino de concentrarme, secuestrado por esa cruel melancolía.
Ayer era un domingo mas, que no era diferente a los que acabo de describir, casi al mediodía, comenzaron a golpear la puerta. Decidí no hacer caso y seguir con mi tortura sádica, pero los golpes continuaban en forma tan insistente que no pude rendirme al deseo de ignorarlos y ante tanta porfía, sin ningún ánimo y vestido con mi pijama eterno (la camiseta de Gimnasia y Esgrima de La Plata) decidí atender. Bajé lentamente de la hamaca paraguaya que coloco debajo de la glicina –mi altar para la lectura y los pensamientos-, me calcé las ojotas y lentamente comencé a caminar hacia la puerta de calle.
Al domingo y sus características no le interesaba lo que estaba ocurriendo y me seguía martirizando. No dudo de que fue él quien instaló en mi mente el comenzar a imaginar que encontraría detrás de aquella puerta que reclamaba.
¿Será la esperanza? me pregunte. Tal vez la he perdido y regresa para inyectarme el ánimo que tanto necesito.
¿Será algún recuerdo que olvidé de mi pasado y vuelve a reclamarme su presencia en el catálogo de añoranzas?
¿O tal vez un cartero, que viene a traerme alguna carta perdida? ¿Cuánto hace que un cartero no me trae una carta? Solo llegan facturas y cuentas por el correo.
¿Puede ser alguno de mis chiquitos a los que extraño más que nada en el mundo o los años perdidos que vienen a despedirse y a decirme que jamás volverán?
¿Sera algún amor que quedó en el camino o la cruel soledad que viene con sus valijas para instalarse hasta el fin de mis días?
¿Sera la muerte que viene a llevarme porque me llegó la hora?
¿Quién será? ¿Quién estará allí? ¿Por que insistirá tanto?
Cada paso que daba apresuraba la ansiedad de ver que encontraré cuando finalmente abra la puerta.
Accioné la llave y abrí lentamente, tal vez por miedo, quizás porque me costaba asumir que no quería conocer la verdad cuando se abra finalmente aquella puerta y se devele el misterio de lo que se encontraba del otro lado o simplemente porque deseo prolongar la incógnita y la sorpresa…
- ¿lo desperté vecino? Perdone que lo moleste insistiendo tanto, pero me tengo que ir y no quería dejar de avisarle que se olvidó la luz del frente prendida…
Este cuento forma parte del libro “Historias de la Rys y otros cuentitos” de Rodolfo Oscar Negri, editado por UCU en diciembre de 2014 y reeditado en diciembre de 2020.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 24/7/2022