Liliana González, que además de piscopedagoga es escritora, columnista y conferencista, explicó que la problemática educacional actual surge de «que hay una especie de ruptura de la alianza original, en que la escuela surgió como complemento de la labor de la familia, y hoy están sufriendo muchos desencuentros. La escuela necesita que lo chicos lleguen educados al aula, para poder enseñarles».
En ese sentido, la docente agregó que «cuando la familia no cumple su rol, se complica mucho enseñar, porque los chicos no saben de límites, de orden, de hábitos, de rutinas, y de esa manera se hace muy difícil la tarea escolar».
González, oriunda de Córdoba, se hizo conocida a partir de una charla TED que luego se viralizó con millones de vistas en las redes sociales. Allí abordaba la situación de la educación hoy, con la familia y la escuela como ejes, y la incursión de la tecnología en la vida actual. En ese marco la profesional llegó a Santa Rosa de la mano de la Fundación OSDE y realizó una charla abierta en el teatro Español, con el auspicio de LA ARENA.
«La idea de esta charla, es reflexionar acerca de cuál es la función de la familia y cuál la de la escuela» explicó González en entrevista con este diario, y agregó que «cuando hablamos de educación hablamos de familia fundamentalmente. En el discurso político se habla de educación haciendo referencia a la escuela, pero tenemos que empezar por cambiar la educación desde la casa. La escuela ciertamente tiene que cambiar, pero fundamental tiene que cambiar el sentido que la familia le da, para algunos la escuela es un comedor, para otros una playa de estacionamiento».
Sobre el quiebre producido entre los roles de escuela y familia, la psicopedagoga afirmó que «yo no puedo asegurar el momento exacto en que se produjo, pero creo que tiene que ver con la sociedad de consumo, las crisis que nos atraviesan hace tanto tiempo, y fundamentalmente, la salida de la mujer al ámbito laboral que dejo esa ausencia en la casa, generando la terciarización temprana de la crianza».
Revolución de género.
En este análisis, Gonzalez agregó que «creo que esta revolución socioeconómica y de género que ha habido, con la mujer que salió a trabajar, por suerte, porque no todas nacimos para ser madres solamente, algunas no quieren ser madres, tienen otras vocaciones y tienen que salir de la casa. Se necesitaban a hombres que ocuparan esos roles. Por suerte está pasando, vemos padres jóvenes poniendo pañales, dando la mamadera o leyendo un cuento» expresó.
«Hasta que esto se vuelva a equilibrar para que no haya tanta ausencia o soledad en la vida de los chicos, o tanta tecnología. A veces la soledad se cubre con tecnología y los chicos tienen más horas pantalla que horas padres», dijo González, y agregó que «estoy muy atravesada por el tema tecnológico y sus efectos nocivos en la primera infancia. Hoy en día si los chicos hacen una rabieta, tienen un capricho, antes se los contenía, ahora se les da un celular o una tablet, entonces hablan poco, piensan poco. Y en el ámbito de la escuela, que está hecho para hablar, leer y escribir, les parece muy aburrido y trabajoso».
La licenciada, aseguró que los chicos «están acostumbrados a apretar botones y que les venga todo hecho por otros. La escuela es un esfuerzo que no todos están dispuestos. Mis pacientes dicen que la maestra habla largo, que se aburren, que es la misma cara todo el tiempo y no se le puede hacer zapping. Hay fenómenos muy interesantes en los chicos de hoy, que piden a puro síntoma, otra familia y otra escuela».
La escolaridad temprana.
Respecto de las mejoras que puede generar ante esta situación, la escolarización temprana de los síntomas, la licenciada aseguró que «depende de lo que me pongas enfrente. Comparado con una niñera que nos les habla y tienen todo el día una pantalla, y la escolaridad temprana respeta las edades del chico, y es para jugar, para crear lenguaje y el mundo simbólico, prefiero que estén en la escuela y no en la casa con una pantalla. Pero por ejemplo en Finlandia empiezan la escuela a los seis años y con jornadas de cuatro horas. Acá empiezan a los dos años y van ocho horas, evidentemente algo estamos haciendo mal. Por eso depende de con qué lo comparemos».
Jornada extendida.
Sobre las escuelas de jornada extendida, González diferencia: «hay algunas que son maravillosas, por que los chicos almuerzan, descansan, hacen los deberes y después hacen deporte, teatro, música, esa opción me encanta, porque sino estarían en la casa echados en un sillón comiendo papitas fritas y viendo la tele». «Por otra parte -explicó- hay otras donde trabajan a la tarde como si fuera la mañana, la misma cantidad de materias, a veces en otro idioma, y eso no todos lo soportan. Los chicos tienen que tener tiempo para jugar, tiempo libre, tiempo para aburrirse. Tienen que tener tiempo de ser niños».
(fuente: http://www.laarena.com.ar)