Por Carlos Alberto Negri –
Por allí Clarín y La Nación andan diciendo que Cristina y Máximo propondrían un impuesto extraordinario para pagar los platos rotos que surgirían de la crisis efecto de la pandemia, el tal impuesto se aplicaría a los beneficiarios del blanqueo de 2016. Esto, dicen, sería muy feo, ilegal, inconstitucional, populista, y todas esas cosas espantosas.
No sabemos que o cuánto hay de cierto, y no sabemos al punto que los mismos medios dicen que el proyecto recién estaría para presentarse dentro de no menos de diez días, pero allí viene la máquina del espanto trabajando.
No voy a analizar lo que nadie conoce, ni sus críticas pero, aun sin coronavirus, solo en términos de partir del blanqueo para hacer frente a la deuda, efecto directo de la fuga de capitales, la cuestión no puede ser soslayada.
Y, como decía el General, un ejemplo lo aclara todo: si José López en vez de andar revoleando los bolsos con dólares en el convento se hubiera presentado en el blanqueo de 2016, hoy sería propietario de esos diz que 9 millones de palos verdes, y en blanco y, así las cosas, desde que Gianfranco Macri blanqueó diz que 35 millones de dólares, la cuestión queda fuera de cualquier grieta posible.
Sostener que la deuda se tomó para financiar la fuga de capitales es teóricamente erróneo, alcanza con imputarla a cualquier otro gasto del Estado como hace cualquier dirigente del PRO y, desde el punto de vista lógico, no se podrá decir que tal imputación es falsa.
Pero lo que sí se puede afirmar es que si no hubiera fuga, la Argentina no necesitaría tomar deuda, y sobrarían unos cuantos pesos, dólares, euros, reales, yuanes, yenes, coronas, libras, o lo que quieras.
En todo y cualquier caso las cosas, por ahora, y coronavirus mediante, son como son, y aparece como justo y razonable que, si hay que pagar platos rotos, y hacer frente a las penurias de estos tiempos, que sean quienes fugaron quienes hagan frente al pago de lo adeudado en la primera línea, primero porque son los que se la llevaron, segundo porque son los que pueden porque se la llevaron y, en última instancia, porque son los que pueden porque … la tienen.
¿Que, cuanto y como se fugó?
Hay varias formas de hacer la cuenta, aquí expondremos a partir del cuadro que sigue, cuya fuente primaria es Orlando Ferreres y Asoc., confrontada con “Endeudar y Fugar” de Eduardo Basualdo (5ta. Ed. 2018), “La fuga de capitales en la Argentina”, de Leandro Bona (Doc. FLACSO de 2018), información pública del BCRA y del INDEC. Lo interesante de la información de Ferreres es que agrega a los datos oficiales, siempre limitados pero información oficial al fin, sus estimaciones sobre fuga en concepto de lo que hace 3 años definía como “sobre y subfacturación del comercio exterior” y ahora activos externos “informales”, es decir, lo que se va en negro y fraudulentamente. Allí va:
Esta cuenta es una estimación, está basada en proyecciones de los números oficiales, inferencias y extrapolaciones de datos del comercio exterior, pero no deja de ser una base útil porque, sin duda, estamos hablando de mucho más que eso, pero en ningún caso de menos.
Allí está lo fugado por los grandes grupos económicos, por sus dirigentes y propietarios, pero hay también alguna parte, solo alguna parte, de lo que circula parcialmente en la economía argentina, en negro y en mil distintos tonos de gris, el que junta unos verdes para ahorrar, comprarse una casa, cambiar el auto, el que tiene una cuentita o caja de seguridad acá, en el Uruguay, en Miami, o en Nueva York, hasta la abuelita jubilada que los esconde en la media o en la lata de arroz.
Ese es el agregado económico faltante de la economía argentina, el ahorro, el capital que se genera no se acumula, bien se va, bien pasa a negro, y lo que se ahorra en blanco los bancos no lo prestan, es decir, ni ahorro ni crédito, y es por eso que todas la recetas elaboradas en las prestigiosas universidades, academias y organismos a los que se llama estúpidamente “internacionales” acá no sirven, y allí andan con maestrías y doctorados, creyendo que subiendo y bajando tasas y encajes van a modificar el curso histórico y social de la actividad económica, sin dar pie con bola y haciendo cagada tras cagada, cuando el problema es el agujero descomunal propio de las fronteras del capitalismo que expulsa el capital que debería acumular, mas la singular práctica de esconder el ahorro.
Y no es que estos problemas sean fáciles de resolver, pero en cuanto a la deuda y el adicional de la emergencia, en el listado de los que fugan está la primera línea de los que tienen que poner, después veremos cómo se pueden enderezar los entuertos referidos, porque experiencia y herramientas hay.
Y acá termino, pero volveremos.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 7/4/2020
