Por Susy Quinteros .-
En el año 2010, era directora de la revista “Activa Salud” de Buenos Aires y entrevisté al Licenciado Roberto Guzmán, psicólogo de esa ciudad. Me pareció oportuno hacer una introducción al tema para situarnos en una realidad que actualmente nos concierne y preocupa a todos.
“Aparece en nuestra sociedad actual un malestar cada vez más recurrente: la soledad. Se presenta de diferentes maneras y en las más patológicas puede llegar a desencadenar consecuencias de extrema gravedad, incluso el suicidio.
En un mundo de amplio desarrollo tecnológico, sorprende la emergencia de este fenómeno que incluso se da en personas exitosas. Si analizamos más de cerca este hecho vemos que ese avance generalizado desarrolla una mayor dependencia a la televisión, el teléfono o la computadora y menos a las relaciones con amigos, familiares o vecinos. La cultura del consumo globalizado, la necesidad del mercado destinado a la elección individual de objetos, sumado a condiciones laborales que no respetan los espacios sociales comunes de descanso, han deteriorado y a menudo eliminado la interacción social de instituciones como el bar o el club de barrio, donde se establecían lazos de por vida y han dado lugar a relaciones circunstanciales y temporarias. La familia tradicional por su parte, se encuentra inmersa en una profunda mutación donde los roles sufren vertiginosas transformaciones, y aparecen nuevas modalidades de vínculos de convivencia, más débiles y momentáneos. Una muestra son los “reality shows televisivos” que adelantan una posible forma de agrupamiento humano.
Frente a tan fuertes determinaciones, la presión apunta al individualismo, la soledad y el aislamiento. Aceptar esa realidad condena a las personas a una situación pasiva y totalmente determinada. Desde la salud mental creemos en las posibilidades de cada individuo para asumir una actitud activa y protagonista de sus roles. El trabajo clínico muestra con frecuencia que se elige la soledad con el fin de evitar conflictos ya que todo vínculo humano es complejo y toda relación con el otro se abre a la confrontación con lo diferente, a historias singulares distintas a la propia, donde se ponen en juego afectos, demandas, reconocimientos, frustraciones y miedos”.
La soledad en tiempos de cuarentena
De pronto, nos sorprendió una bala mortal que como todo lo malo vino de atrás. Absorto y confuso, el mundo se vio inmerso en una pandemia con nombre, que nos obligó a quedarnos al margen de nuestras costumbres de todos los días y aceptar ese peligro que está en el aire, llevando negras banderas. ¿Cómo mantener el equilibrio emocional en un contexto de aislamiento? ¿Es perjudicial para la salud física y mental? ¿Es crucial mantenernos cuerdos o genera fuerza de personalidad y de voluntad? Son muchos los interrogantes planteados. En primer lugar la soledad es un concepto moderno que refiere a la idea del sufrimiento que busca compañía. Hay que establecer una diferencia entre soledad elegida y soledad forzada. Tampoco es lo mismo estar confinados con otros familiares o en total soledad. Si bien la situación afecta especialmente a los mayores, (acostumbrados a días con menos exigencias sociales), hoy la cuarentena atormenta más a niños y a jóvenes, sometidos a reglas desconocidas y fuera de sus órbitas de todos los días, sumergidos en un estado de pesadumbre. La realidad es que el coronavirus nos afecta a todos, sea cual sea la realidad personal de cada uno. Asomarse al pozo oscuro del obligado encierro puede también descubrir falencias espirituales que estaban escondidas en el trajín de los días. ¿Habrá que cambiar hábitos adquiridos, descubrir capacidades desconocidas o fortalecer lazos afectivos? El futuro se ha detenido pero la reacción natural de los seres humanos es la de acercarnos, unirnos a través de los medios tecnológicos – hoy al alcance de todos-, socorrernos y quizás descubrir aspectos valiosos de nuestra personalidad.
La incertidumbre y la vulnerabilidad nos acechan. Escuchar y ver el bombardeo de noticias estremecedoras no ayudará. Quizás pueda ayudar esa foto que ilustra esta nota y que dice que el árbol florece en soledad.
