Espía, rebelde, calculadora, son algunos de los motes con que se conoce a Marie Anne Périchon de Vandeuil, más conocida como Anita Périchon, “la Perichona”. Esta mujer inteligente y desenfada, protagonista de la escena política y social de comienzos del siglo XIX en el Río de la Plata, es el eje de “La Libertina”, el trabajo más reciente de Florencia Canale. En una entrevista con EL DIARIO, la escritora, referente de la novela histórica en el país, confió que tras el primer contacto con `La Perichona´, cayó “fascinada” por el personaje.
Carlos Marín
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Como Mariquita Sánchez, Marie Anne Périchon de Vandeuil, más conocida como Anita Périchon “la Perichona”, fue una personalidad central de la escena en un momento clave en el período final del Virreinato del Río de La Plata y el nacimiento de las Provincias Unidas. Ambas son parte de un grupo de mujeres que fueron protagonistas de su tiempo y sobrevivientes al olvido. Como muchas de ellas, Anita Périchon fue una adelantada a su tiempo. Mujer de `ir al frente´, amó el riesgo y no conoció el miedo. A comienzos del siglo XX, la señalaban como `la Mata Hari de la Colonia´, en relación a la célebre bailarina holandesa condenada por espionaje en la Primera Guerra Mundial. Es que `La perichona´ fue una apasionada por la libertad, una `libertina´ en el pleno sentido del término. Amante del general William Beresford y agente al servicio de la fuerza de ocupación británica durante las `Invasiones inglesas´; mantuvo luego un vínculo apasionado con Santiago de Liniers, `héroe de la Reconquista´, a quien acompañó hasta su fusilamiento. Durante su intensa y traqueteada existencia se entregó a quien ella quiso e intimó con quien quiso. Lo suyo –luego de casarse con su único esposo, el irlandés Thomas O´Gorman- fue vivir sin pedir permiso. Sus dotes como `operadora´ política y estratega, la llevaron también a que se le otorgara el mote de “la Ana Bolena del Río de la Plata”, en alusión a la segunda esposa de Enrique VIII, que fue ejecutada en el cadalso condenada por adulterio, incesto y traición.
Sin embargo el final de esta francesa -maestra del secreto y la intriga-, fue mucho menos cruento. Pese a los peligros que corrió murió en 1847, a los 72 años, en Buenos Aires, por causas naturales.
Este personaje complejo y desafiante es el centro de “La libertina. Madame Périchon, una espía en el Río de la Plata”, el nuevo trabajo de Florencia Canale. En el libro, editado por Planeta, la autora –reconocida por su trabajo en novela histórica- aborda la vida de esta mujer desde su nacimiento, en un territorio colonial francés del Océano Índico, hasta su muerte en el Río de la Plata. En el volumen, Canale narra una historia de pasión, intriga y conspiraciones, con el telón de fondo de una Argentina colonial que comenzaba a soñar con su independencia. Luego de “La vengadora” –sobre Damasita Boedo, amante del General Juan Lavalle-, la escritora vuelve a elegir como protagonista a una mujer audaz, inteligente y rebelde a los límites impuestos a su género.
En una entrevista con EL DIARIO, la novelista compartió la motivación que la llevó a estudiar la vida de esta personalidad inteligente y desenfada, que la fascinó.
UNA DIFERENTE
-¿Por qué decidió enfocarse en Madame Périchon? ¿Cuál fue el disparador que la llevó a interesarse en ella y a narrar su historia?
-Porque es fascinante. Es la historia de una aventurera que se atrevió a todo. Para mí fue elegir narrar la biografía de una diferente. Una mujer que a principios del siglo XIX se erigió en protagonista de su propia vida, contraviniendo los principios y construcciones sociales de la época. Aún cuando fue una mujer de su época. Estaba casada. Tuvo hijos. No heredó la fortuna de su padre; recordemos que en aquellos tiempos las mujeres no podían hacerlo. Así que tuvo que salir adelante con los recursos que podía. Fue espía, doble agente. Fue una libertina en el sentido pleno del término. También, en ese último aspecto, fue alguien ubicada perfectamente en su tiempo y en el sector social al que pertenecía. Era francesa, nacida en una colonia y por lo tanto estaba educada en lo sentimental de modo absolutamente distinto a las españolas, dominadas éstas por una moral muy ajustada y por la Inquisición. Descubrir su historia ha sido para mí una aventura fascinante para conocer a esta persona de muchas facetas. Alguien muy peligrosa para quien no gozara de sus favores. En este último aspecto, no tenía escrúpulos. No me hubiese gustado integrar la lista de personas que consideraba enemigas.
-¿Fue una intrigante consumada?
En primer lugar digamos que fue una experta en coqueteo, en todas las prácticas corrientes entonces, ligadas a lo velado, lo solapado, lo oculto. Pero no era la única. Estaba repleto de personas que manejaban esos códigos. Ella usó todo eso no porque estuviese encandilada por algún hombre, sino por el riesgo mismo que esas prácticas entrañaban. Manejó el secreto. Fue espía, participó de prácticas secretas en un territorio en que la conspiración era una constante. En ese sentido, resultó una hija perfecta de ese momento. En cuanto a los sentimientos… bueno, cuando la pasión nos arrasa no podemos pensar muy bien. Es como un maremoto, una desmesura que nos envuelve y no sabemos dónde nos lleva. Pero `La Perichona´ no tenía nada de eso. Era pura estrategia y corazón de hielo.
-¿Por qué sostiene que fue una libertina?
-Lo vinculo a los grados de libertad. Ella pudo reinventarse como mujer sin contar con muchas herramientas de hoy, a comienzos del siglo XXI. Diríamos que fue una mujer que manejaba su economía; que intimaba con quien se le ocurría. Y no rendía cuentas ni daba explicaciones a nadie por sus decisiones. Pareciera casi una mujer sin sentimientos; en algún sentido uno diría que no le importaba nada. Más allá de eso, yo la defiendo, porque fue una aventurera, una fugitiva, y finalmente una sobreviviente. Evidentemente encontró otro modo de llevar adelante su vida. No la conformaba el hogar, la crianza de los niños y la casa perfecta para cuando regresara su esposo, Thomas O´Gorman, que estaba poco y nada con ella. Pero quiero señalar algo: pese al desencuentro, estaban en cierto sentido hechos el uno para el otro, porque ambos eran aventureros. De todos modos ella se arriesgó mucho más que él. O´Gorman era un embustero, hoy lo llamaríamos un `chanta´. La desmesura de Madame Perichon estaba puesta en el riesgo. Fue una mujer atrevidísima para su tiempo; no conocía el miedo. Y diría que no fue inmoral, sino amoral.
-¿La posición de desafío a las convenciones de `La Perichona´ puede encuadrarse en la lucha que las mujeres han llevado adelante en diferentes momentos de la historia para empoderarse y liberarse de las imposiciones de un modelo social machista y violento?
Está ligado a eso. Conocemos, en distintos momentos históricos, que hubo mujeres luchadoras; como han podido, como les ha salido, que se pelearon de verdad contra un contrincante enorme, un gigante. Y ellas que parecían tan chiquitas, se hicieron más gigantes que el gigante mismo. Admiro a esas mujeres como La Perichona, Sor Juana Inés de la Cruz, Juana de Arco. Pero también soy consciente que ese desafío tiene un costo. Un costo grande. Son mujeres que se donan plenamente para enfrentar la incomodidad frente a la libertad cohartada. Y así dejan marca. Porque la lucha sin cuartel, a los gritos aunque sean silenciados, deja marcas. Madame Perichon fue una persona que vivió la vida que quiso y como quiso. Fue la que ella quiso. Pero en todo caso, pensando en los costos, no conoció el amor. Sí la pasión. Para mí estas mujeres, en sus vidas, son estandartes. Fueron mujeres libres. Y eso es lo peligroso para el resto. Que hayan tomado la bandera de la libertad para decir, pensar y hacer.

LA AUTORA
Nació en Mar del Plata. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Es periodista y trabajó en diversos medios: Noticias, Living, Gente, Siete Días, Veintitrés, Infobae, entre otros. Pasión y traición, su primea novela, es un gran bestseller con más de diez ediciones publicadas. Autora de otros siete éxitos editoriales, Canale se ha convertido en una autora ineludible dentro del género de la novela histórica que narra la intimidad de hombres y mujeres célebres del pasado argentino.
DEL INDICO AL RÍO DE LA PLATA
Marie Anne Périchon de Vandeuil, más conocida como Anita Périchon “la Perichona”, nació en la isla de Reunión, en el océano Índico, en 1775, el seno de una familia de la élite colonial francesa. Muy joven se casó con Thomas O’Gorman, oficial irlandés al servicio de Francia.
En 1797, con la Revolución Francesa pisándole los talones, su familia comenzó un largo periplo para instalarse por fin en Buenos Aires. Allí alternarían con lo más granado de la sociedad porteña, que los recibió con curiosidad y desconfianza por partes iguales. Pero la política volvería a torcer su destino. Ante las Invasiones Inglesas al Río de la Plata, Thomas O’Gorman tuvo que buscar refugio en Río de Janeiro. Sola en medio de una sociedad que recelaba de ella, la bella y sensual Anita no se resignó al rol de madre devota y esposa fiel. Amante del general William Beresford, comandante inglés de las Invasiones, y luego de Santiago de Liniers, héroe de la Reconquista, quería para sí una vida placentera y excitante, aunque eso implicara ser vista como la encarnación de todos los vicios y ser tildada de espía.
DOBLE STANDARD
-Madame Périchon planteó un desafío a las convenciones sociales de época en una colonia ubicada en la periferia del Imperio Español.
-Sí. En ese sentido, la historia de `La Perichona´ permite desnudar una doble moral, en la que no solo hay que ser sino también parecer. Pero algunas mujeres –sobre todo en los sectores acomodados- podían tomarse algunas licencias y el juicio social sobre ello no alcanzaba el grado de severidad que podía tener en relación a conductas similares de mujeres de sectores sociales menos pudientes. Esto lo expongo en algunos de los diálogos que el personaje mantiene con su padre y su madre sobre de qué se trata ser mujer en aquel momento y el rol que debía ocupar.
-`La Perichona´ apeló con inteligencia a los medios a su alcance para obtener sus propósitos. ¿Considera que pudo veladamente exponer también claroscuros de la sociedad de entonces, como la doble vara que operaba en el aspecto moral?
-Si me permite, le diré que Madame Périchon fue una mujer repleta de capas. Cargaba en su ADN con un bagaje singular que la distinguía, ligado a un linaje de mujeres que emplearon su propio cuerpo en pos del poder. Hay en ésto una política de negociación y de ascenso y de manejar un lenguaje muy particular. En este punto me parece central señalar que la idea de llevar adelante una práctica libertina no es apta para gente poco inteligente. Por supuesto, su conducta expone la doble moral que venía desde España y que aún seguimos viendo en el presente por estas tierras.
No olvidemos que en el encuadre moral español, mucho estaba permitido a los hombres; no así a las mujeres. Y recordemos que Buenos Aires era entonces una sociedad alejada de la sofisticación de las metrópolis. Además era un momento muy tormentoso –históricamente hablando- en Europa. En ese contexto, esta mujer tuvo una habilidad fenomenal para superar momentos muy críticos. No hay que olvidar que muchos de los hombres con los cuales se relacionó íntimamente, murieron jóvenes, fusilados; y ella murió ya vieja.

REGISTRO PSICOLÓGICO
-¿Cómo trabajó para construir el personaje?
-Cuando me enfoco en un personaje quedo suspendida en eso. Trabajo con el historiador Diego Arguideguy, con quien converso permanentemente. El me ayuda a transitar el proceso histórico. Al proceso lo asimilo a confeccionar un tapiz, donde uno va enhebrando los distintos hilos y armando la figura lentamente.
“La libertina” ha sido para mí una novela muy ambiciosa, ya que todo el período europeo resultó muy intrincada y compleja. Eso me exigió mucho trabajo y rigor porque quería que todo fuese correcto en relación al contexto histórico, geográfico, económico, y social del momento. Y que con todo eso la historia tuviera el registro de verosimilitud necesaria.
-¿Cómo reconstruyó el recorrido existencial de Madame Perichon en un registro íntimo?
-Soy lectora voraz. Y me gusta mucho ir a autoras y autores de los siglos XVIII y XIX. Toda esa época la tenga absolutamente incorporada. Y además muy estudiada la genealogía amorosa a través de los siglos; el transcurrir del relato amoroso, de la práctica amatoria a través de los siglos. Es algo de lo que me ocupo denodadamente. Una heroína mía jamás hablará como una del siglo XX. Ni siquiera podrá sentir como una mujer del presente. Es algo que tengo muy estudiado y de lo que me ocupo mucho.
Diría que los dos grandes conceptos que realmente me desvelan para lo escrito son la Historia y la pasión. No es lo mismo el vínculo amoroso de una parejita del siglo XXI, que un vínculo de principios del siglo XIX. Por eso cuando escribo me dedico apasionadamente en lo que hago. Y estoy tan metida que voy incluso hasta los detalles. Es un trabajo de investigación, de consultas, de revisar fuentes. Y de hablar con historiadores. Y si bien la novela histórica se permite algunas licencias, yo no me permito ridiculeces o inventos.
En cuanto a la psicología del personaje, probablemente tenga que ver con que soy muy estudiosa, detallista y observadora. Y con que he leído muchísimo acerca de esa época y de esa época.
Por otra parte, me interesa mucho la psiquis, el aparato emocional de hombres y mujeres. Soy muy observadora del ir y venir de las emociones. Creo que la psiquis no ha cambiado tanto en los últimos milenios. Lo que sí se ha modificado son los marcos interpretativos. Nosotros tenemos algunas ventajas: somos de una época post Freud. Y tenemos allí algo ganado, podemos observarnos mejor. Que queramos hacerlo o no, es otro tema.
Fuente: El Diario