Por Marina Isabel Pagani –
Parafraseando a Žižek, Slavoj (3 de febrero, 2020) “Un claro elemento de histeria racista en el nuevo coronavirus”1, compara a la ciudad de Wuhan en pandemia con un set de películas postapocalíptico de la vida real .
“Las calles vacías de la ciudad proporcionan la imagen de un mundo no consumista a gusto consigo mismo…” 2. Casos extremos como la Pandemia de gripe española de 1918-1920, que se estima en 50 millones de muertos. Paralelamente y en esa época, millones de estadounidenses enfermaron de influenza. Paradójicamente, cuánto más conectados estamos, de más desastres nos enteramos e invade un miedo catastrófico global, las sopas de murciélagos y de animales raros invaden las noticias del mundo.
Zizek recuerda que en la primavera de 2010, una nube de una erupción volcánica menor en Islandia detuvo el tráfico aéreo en la mayor parte de Europa, un recordatorio de cómo, independientemente de su capacidad para transformar la naturaleza, la humanidad sigue siendo sólo otra especie viva en el planeta Tierra reflexionando acerca de hace un siglo atrás simplemente, que tal erupción habría pasado desapercibida 3.
El desarrollo tecnológico nos hace más independientes de la naturaleza y, al mismo tiempo, a un nivel diferente, más dependientes de los caprichos de la naturaleza. Lo mismo ocurre con la propagación del coronavirus: nos vuelve atentos a todas las noticias globales de la pandemia Entonces, ¿cómo vamos a combatir el virus cuando simplemente se multiplica como una extraña forma de vida con un mecanismo preciso que sigue siendo casi extrañamente desconocido? Es esta falta de conocimiento la que causa el pánico. ¿Qué pasa si el virus muta de forma impredecible y desencadena una verdadera catástrofe global?. El miedo a otra catástrofe global. Una cosa es segura: el aislamiento, los cuidados archisabidos y no tan aplicados por las personas en las ciudades son moneda corriente.
Se necesita una solidaridad incondicional total y una respuesta coordinada globalmente, una nueva forma de ver las masas. Si no orientamos nuestros esfuerzos en esta dirección, las películas tantas veces vistas ya imaginaban un destino similar con la población aniquilada, destrucción casi total y sólo un mundo o varios mundos, allá afuera, intangible y casi mágico e inalcanzable.
Por otra parte, y en consonancia de la poca o mucha solidaridad versus conocimiento,dice Santoro, Pablo (13 de marzo, 2020), en su artículo “Coronavirus: la sociedad frente al espejo”, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.
En 2011, relata “…que un grupo de expertos redactó un informe, a petición de la Comisión Europea, para evaluar el abordaje de la emergencia por el virus H1N1. Conocido como gripe A en España, que fue una de las pandemias gripales predecesoras del actual coronavirus y su gestión por parte de los poderes públicos había sido objeto de críticas –entre ellas, se dijo entonces, un exceso de celo que generó un innecesario estado de pánico social–.Una de las conclusiones del informe era que había faltado una asesoría específica en ciencias sociales: mientras que se recurrió inmediatamente a epidemiólogos virólogos y expertos en enfermedades infecciosas, no pasó lo mismo con otras disciplinas –comunicación, sociología, economía, filosofía política, ética– cuyo asesoramiento habría ayudado a enfocar mejor la respuesta a esa crisis…” Santoro reflexiona sobre la situación actual…” 4.
”… quiero pensar que en el momento actual, en el cual la pandemia del coronavirus supone una emergencia global de un grado incomparablemente superior al de aquel entonces, las autoridades internacionales están teniendo en cuenta la ayuda que pueden aportar otras formas de conocimiento más allá del estricto saber biomédico. Pero quizá también puedan ofrecernos al resto algunas enseñanzas que nos permitan afrontar mejor lo que nos espera, cuanto menos, la teoría sociológica y las otras ciencias sociales y humanas con las que dialoga, que son lo que a mí me ocupa y que es “ La sociología del coronavirus”.
Lo primero que puede hacer la sociología es ayudar a visibilizar algunos aspectos de la vida social que a veces pasan inadvertidos…”5.
Al decir de Santoro, sería interesante pensar a la” Microsociología de los saludos y otras interacciones cotidianas que normalmente damos por sentado (y que, aunque en algunos casos están generando propuestas ingeniosas, para la mayoría de nosotros se están convirtiendo en un asunto inquietante: ¿doy la mano, un beso, me quedo a un metro de distancia?)…”6. Y es que el coronavirus está demostrando ser un “hecho social total”, un concepto acuñado por el sociólogo y antropólogo francés Marcel Mauss para referirse a aquellos fenómenos que ponen en juego la totalidad de las dimensiones de lo social.
Los Impactos socioculturales de la pandemia según Ints Vikmanis / Shutterstock en su artículo (Sobre) vivir juntos 7, “…si algo nos enseña la historia social de las epidemias, y también todos los estudios culturales sobre epidemiología, inmunología y enfermedades infecciosas, es que aquí se juega un problema fundamental de la sociología. Qué es lo que nos une y qué lo que nos separa.
Uno de los efectos más inmediatos en cualquier brote epidémico es la exacerbación –material y simbólica– de la diferenciación social, la multiplicación de las líneas divisorias entre “nosotros” y “los otros” (entre sanos y enfermos, entre quienes están bien y quienes tienen “patologías previas” o pertenecen a “grupos de riesgo”, entre quienes tienen recursos y apoyos y quienes no los tienen, entre “los de aquí” y “los de fuera”, etc.).
Estas diferencias se deslizan muy fácilmente en el discurso social hacia una distinción entre “inocentes” y “culpables”, tal como muestran todos los ejemplos históricos, de la peste bubónica al VIH/sida…”.
Y yo hago algunas conjeturas diarias, conocemos pacientes con Covid-19 leves,moderados y graves, una clasificación bastante inquietante, por cierto. Pero no menos cierto e inquietante es preguntarnos todos los días, ¿cuántos pacientes se contagiaron en la ciudad? ¿hay camas con respiradores disponibles? ¿Y si no hay disponibles? ¿Qué sucedería con todos y cada uno de nosotros?
Comprendiendo la llamadas a la responsabilidad individual y a la importancia del “distanciamiento social” como forma de lucha contra la expansión del virus, también me generan una extrema inquietud en su potencialidad para cuestionar los vínculos que nos unen.
Quizá temporalmente, si así lo recomiendan los expertos médicos, haya que generar nuevas fronteras, nuevas distancias, pero –y esta es, a juicio de Ints Vikmanis / Shutterstock, “…la lección más importante a recordar de una sociología del coronavirus– debemos estar también muy atentos a los peligros tan abismales que pueden esconderse entre ellas…”
Por el contrario, expresa Butler, Judith (21 de marzo, 2020): “La desigualdad social y económica se asegurará de que el virus discrimine” en “El Desconcierto”.
«El virus por sí mismo no discrimina, pero nosotros humanos seguramente lo haremos, formados y animados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia, y el capitalismo, la pseudosolidaridad», sentencia la filósofa y académica Judith Butler, filósofa y teórica feminista estadounidense.
Su reflexión versa en torno de la pandemia del COVID-19 en los Estados Unidos, y su relación con el capitalismo y la desigualdad social y económica. “El imperativo para aislarse coincide con un nuevo reconocimiento de nuestra interdependencia global en el marco de un nuevo tiempo y espacio pandémico“, comienza la profesora de Filosofía de la Universidad Berkeley, para después reflexionar sobre la desigualdad, la interdependencia global y las obligaciones de uno hacia otro.
“El virus no discrimina”, sentencia, detallando que afecta a todas las personas por igual, y que la comunidad humana es igualmente precaria. Sin embargo, la filósofa enfatiza en que el fracaso de algunos estados o regiones para prepararse por anticipado, el refuerzo de las políticas nacionales y el cierre de fronteras, junto con la llegada de emprendedores ávidos de capitalizar el sufrimiento global, testimonia la velocidad con la cual la desigualdad radical y la explotación capitalista encuentra formas de reproducirse y fortalecer sus poderes al interior de las zonas de pandemia.
Mizrahi, Darío (22 de marzo, 2020) en “Sociología del coronavirus, se expresa así: “…cuando la cultura de los países puede ser una ayuda o un obstáculo ante la pandemia” 8
“Los países divergen en los tipos de recursos disponibles, en su salud pública y en la capacidad de los gobiernos para imponer medidas estrictas de control social. Por ejemplo, las normas que adoptó China nunca podrían adoptarse en el Canadá, donde existe una cultura y una actitud distinta en relación con el control gubernamental, los derechos humanos y las libertades.
En Canadá el discurso que circula es que estamos tratando de cuidarnos unos a otros, así como a nuestros semejantes en todo el planeta”, dijo a Infobae la socióloga Maya Gislason, profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Simon Frazer.
Italia es la contracara. Tiene una sociedad civil vibrante, con una ciudadanía que disfruta de sus libertades, y uno de los sistemas políticos más plurales del mundo, así que nadie le teme al gobierno. Eso mejora la calidad de vida en tiempos de paz, (Colson 2020). Pero puede ser problemático en una cuarentena, cuando no respetar a rajatabla las indicaciones de las autoridades implica más contagios y más muertes. El DJ Francesco Cellini graba a la gente mientras toca para ellos desde la azotea de su edificio en el distrito de Monteverde, Roma, el 21 de marzo de 2020. (REUTERS/Alberto Lingria).
En América Latina, las amistades son uno de los pilares de la vida, tanto como la familia y el trabajo. En otras culturas, las reglas de sociabilidad son muy diferentes. La distancia social de la que tanto se habla en estos días forma parte de su repertorio habitual porque son más individualistas. Los círculos sociales son más reducidos, las amistades ocupan un lugar menos importante y, para muchos, no hay demasiado por fuera del trabajo como sí lo hay en nuestras sociedades y culturas.
Históricamente, los países anglosajones se han diferenciado de los latinos en ese sentido. Y el contraste es incluso mayor con algunas naciones asiáticas, como Japón o Corea. Basta comparar las formas de saludarse. Los besos y abrazos que son tan habituales en algunas culturas son excepcionales hasta en el seno familiar en otras. Es una de las muchas razones por las que algunos especialistas creen que hay tan pocas personas infectadas en Japón, donde hasta los apretones de mano son extraños.
Los epidemiólogos afirman, “Cuánto más estrechas sean las interacciones entre los individuos, más se propagará el virus”. Antonio Maturo, profesor de sociología de la salud en la Universidad de Bolonia expresa,” Es lógico que las medidas de aislamiento sean más difíciles de cumplir en países con vínculos comunitarios más estrechos. El impacto sobre la vida cotidiana es mucho más disruptivo y el costo es sin dudas mayor.
Los encuentros a través de los balcones en algunas ciudades italianas son un testimonio claro de la necesidad de romper de alguna manera la separación social que impone la cuarentena. Lo interesante es que la abundancia de interacciones sociales significativas suele ser el mejor antídoto contra otra pandemia contemporánea: la depresión”.
FACSO-Universidad de Chile (25 de marzo, 2020) “Las transformaciones sociales en la vida cotidiana que trae consigo la pandemia del Coronavirus.”9.
Para el académico y director del Departamento de Antropología, Andrés Gómez, sus alcances son también sociales y ha generado ya importantes cambios en las relaciones sociales. Expandida por gran parte del mundo, la pandemia del Coronavirus cada vez suma más cifras de casos contagiados y personas fallecidas, afectando también a nuestro país. Sus consecuencias han extrapolado el ámbito sanitario, provocando transformaciones en las relaciones interpersonales, vida cotidiana y el actuar político y social. Andrés Gómez, académico y director del Departamento de Antropología, analiza en esta entrevista las diferencias y similitudes de este con otros virus anteriores, así como también las lecturas con las que puede aportar la Antropología al observar las confianzas sociales entregadas a la tecnología, la ciencia, la política y las tensiones que en ellas se desarrollen académico .
Luego de este simple análisis y, a manera de conclusión, podemos observar que las repercusiones sociales son siempre variables a las condiciones culturales y formas de gobierno que existen en el planeta. No obstante, desde prácticamente la Segunda Guerra Mundial que se ha acrecentado la participación de instituciones globales como son la OMS (Organización Mundial de la Salud) o los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) que tienen un carácter en red y articulan muchos países. Este aspecto se acrecentó con la pandemia anterior AH1N1, donde quedaron instalados los protocolos para una situación de este tipo. Los parecidos se deben a los protocolos, las tecnologías de control y las medidas tomadas respecto a la afectación. Y, por supuesto, la característica de ser un vector aerotransportado, lo que lo hace altamente contagiable de persona a persona, situación que incide en su velocidad y que comparte con otras epidemias 9.10.
Fuentes
Recuperado de:
1,2,3 https://lapeste.org/wp-content/uploads/2020/04/Sopa-de-Wuhan-ASPO.pdf
Recuperado de:
4,5,6 https://theconversation.com/coronavirus-la-sociedad-frente-al-espejo-
Recuperado de:
Recuperado de:
Recuperado de:
9 http://www.facso.uchile.cl/noticias/162122/
Recuperado de:
10https://www.colson.edu.mx/promocion/img/Dossier%20Covid19_Impactos%20socioculturales.pdf
Datos personales:
Marina Isabel Pagani, – Docente investigadora y docente de cátedra en Facultad de Ciencias Médicas en Universidad de Concepción del Uruguay. Prof. en Biología, Espec. en Educac. Sup. y Nuevas Tecnologías, Espec. En Políticas Socioeducativas, Diplomada en Neurociencias y Doctoranda del Segundo año de Doctorado en Ciencias Médicas de Facultad de Barceló, CABA.
