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La gran falacia: la emisión inflacionaria

Por Luis Alejo “Toto” Balestri. (1)

Un querido compañero de mi militancia platense me consulta sobre un trabajo de Mario Cafiero donde habla del “dinero potencia”, un concepto que contradice el planteo de la emisión inflacionaria. Pues bien, trataremos de encontrar una vuelta para explicar esta cuestión. 

La lectura de escrito me hizo acordar el inició de mis encuentros pedagógicos en la maestría de recursos hídricos en la UNLP sobre “Economía del Agua” en general para profesionales que tienen pocos temas económicos en el programa de su formación. Después de las presentaciones acostumbradas me despachaba con un “¿Qué tipo de ciencia creen que es la economía”. Durante los años que se dictó esa asignatura la respuesta tuvo una constante: más de la mitad opinaba que se trata de una ciencia matemática. Tras cartón volvía a preguntar: “pero ¿Qué estudia?” con lo cual empezaban a aparecer algunas posturas que arriman al objeto de estudio: el comportamiento de personas, organizaciones, sociedades y gobiernos sobre la asignación de recursos que a veces es escaza, con lo que comenzaban a descubrir que se trata de una ciencia social, con todas las virtudes y defectos que presentan las ciencias sociales y sus métodos.
¿De dónde venía esa idea? Creo que de la década maldita. En el marco del neoliberalismo globalista que imperó como pensamiento único y en el tiempo que tardamos en intentar balbucear algunas respuestas los “economistas al uso del sistema” como decía Sapir, todos los días aparecían en la tele afirmando su única solución con cara de 2 + 3 = 5. Sabido es que las matemáticas es quizás la primera herramienta de investigación y esas afirmaciones instaló en la cultura popular esa mirada.
Paralela a esa afirmación aparece la segunda y es la que trataremos de aportar: la inflación, nuestro problema, tiene una única y exclusiva causa: la emisión monetaria. Se repitió tanto por los periodistas y los figurones económicos que también se hizo cultura. Hoy, en mis cursos en la UNAJ cambio la pregunta y es ¿Cuál es la causa de la inflación?. El porcentaje de respuestas acerca de “la emisión monetaria” es mayor que la ciencia matemática.
Veamos. ¿Cuál es el origen de esa cuestión?
El origen de esa idea encarnada está en una vieja teoría de la moneda que data de autores a los cuales Smith llamó “mercantilistas”, porque ellos no se reconocían con ese nombre. Pero esas ideas la tomó un filósofo que en sus tratados metía algunas cuestiones económicas que se llamaba David Hume, íntimo amigo de Adam Smith con quien compartía la mirada económica de una ética liberal. En tiempos modernos, esa idea se plasmó en una fórmula
M * V = Q * P
Mario Cafiero la llama “una regla de oro que nos dice que el total de circulante y la velocidad con la que circule, no pueden superar al producto de la cantidad total de producción por los precios corrientes”. Con lo que realiza la descripción de esa fórmula.
La M significa oferta monetaria y es el dinero circulante más los depósitos en los bancos. V es la velocidad de circulación del dinero y es un indicador que mide cuantas veces cambia de manos (por cualquier operación) al cabo de un año. En general se calcula a través de un indicador que divide el PBI por la oferta monetaria.
En el segundo miembro de la igualdad esta la cantidad de bienes producidos en un año (Q) multiplicado por el nivel de precios (P). Esta multiplicación también es el PBI.
Durante mucho tiempo se asumió como razonable. Pero en el siglo XX, un economista matemático de los Estados Unidos realizó una suposición y creyó descubrir que en el corto plazo las variables V y Q permanecían constantes. Si ello es así, al no tener variación queda claro que todo aumento de M se traduce en un aumento de P. Es decir, la emisión es inflación.
Esto fue usado para explicar la inflación en los países donde se aplicaban políticas estructuralistas y a través de algunos “figurones” al decir de Jauretche y la repetición de los distintos lenguaraces de los canales de televisión y escribas de diarios sosteniéndolo con cara de “esto es una verdad absoluta, de una ciencia matemática”, la consigna se hizo carne y todos están convencidos que emitir es siempre inflacionario. Hoy sigue el planteo y cuando asumió el nuevo gobierno buscaban por todos los medios hacer decir a los funcionarios que el estímulo para crecer vendría de la emisión, para tras cartón salir a sostener la falacia o la verdad a media.
La realidad es que la evolución del nivel general de precios y en consecuencia de la inflación depende de tres variables: la emisión, la velocidad de circulación y la cantidad de producción. Lo de variables constantes es una “suposición” de las tantas que realizan los economistas para afirmar cosas que le convienen.
Pensemos un poco: en periodos de recesión, la velocidad de circulación se vuelve más lenta porque comparamos menos, por lo cual una emisión que compense esa menor circulación no es inflacionaria. Por el contrario, en periodos de crecimiento, la velocidad de circulación aumenta, por lo que la emisión allí si puede ser inflacionaria.
Y otra vez caemos en la política anticíclicas: emitir en la depresión y restringir en el crecimiento. Algo que Néstor tenía claro pues tuvo un manejo importante de las finanzas emitiendo en sus inicios de su gobierno a pesar de su superávit presupuestario, pero utilizó esa emisión para comprar dólares y tener una reserva que permitiera soportar una corrida al dólar. Creo que la idea era dejar de emitir (y gastas menos) cuando la economía creciera, pero no fue así. Hubo hechos que alteraron ese programa: la crisis de Estados Unidos en el 2008 que si bien no nos impactó de un modo directo lo empezó a hacer a partir de 2009 y 2010 con la caída de las exportaciones. Al exportar menos las exportadoras empezaron a amenazar con despidos y Cristina decidió priorizar el empleo por sobre la inflación que si bien fue de dos dígitos se mantuvo en un nivel estable (salvo 2014 que por la corrida de principios de años hubo un índice mayor).
Sobre el tema de la inflación y la emisión recomiendo leer el trabajo de Alvares Agis publicado en Página 12 el pasado 17 de mayo con el título ¿Por qué el aumento de la emisión monetaria redujo la inflación?
Voy a terminar el escrito resaltando que la inflación es un fenómeno complejo, donde lo monetario tiene su parte pero que no es el único determinante de ese proceso. Hay otros ingredientes importantes que es necesario tomar en cuenta en una política sobre el tema.
Una de esas causas son los costos. Si la estructura de costos se incrementa por algún motivo y la competencia en el mercado lo permite, es casi seguro que esos mayores costos serán trasladados a los precios. Esto es lo que ocurrió durante el macrismo que emitía poco porque eran los abanderados de la teoría monetarista de la inflación, pero, en el afán de recuperar ganancias sacrificadas (en los puestos jerárquicos de ese gobierno había funcionarios de empresas energéticas y de servicios) aumentaron los precios de la energía y de los servicios públicos de un modo descomunal. Esos mayores costos fueron trasladados a precios con bronca del que creía que con pautas inflacionarias la iba a controlar y con felicidad de los funcionarios y del presidente cuyos intereses estaban en el aumento de sus ganancias y no de la inflación.
Además de los costos, también suele jugar una especie de retardo de la oferta ante crecimientos de la demanda. Mientras los empresarios estén en condiciones de poder responder con rapidez al crecimiento de la demanda, las tensiones inflacionarias no se concretan (esto ocurre cuando esa respuesta solo requiere más materias primas y más trabajo), pero cuando para poder responder es necesario invertir, si la inversión ocurre habrá una demora hasta que se haga operativa de tensión inflacionaria, pero a veces, la inversión no ocurre con lo cual si seguir estimulando el crecimiento habrá aumentos de precios.
Otra cuestión inflacionaria son las expectativas. Los argentinos estamos un poco vacunados por lo que apenas hay indicio de inflación empezamos a cargar los precios, solo por las dudas.
Pero todos estos condicionantes de la inflación, y a mi entender también los monetarios, están sujetos a un hecho que para mí es la principal causa de la inflación: las posiciones concentradas o de dominancia en los mercados. A mí me gusta hablar de la existencia de poder de mercado, el poder de poder formar el precio o al menos influir en el.
Si en los mercados hubiese competencia, no sería fácil trasladar a precios mayores costos o expectativas o ansias de ganancias, porque ante el mayor precio tendríamos alternativa de recurrir a otro proveedor.
Pero cuando los mercados están muy concentrados y hay un solo productor que vende más del 50% del mercado, ese sujeto forma precios y tiene posibilidades de trasladar todo mayor costo o expectativas. También cuando entre las dos primeras empresas del mercado venden un porcentaje importante porque se ponen de acuerdo. El pequeño margen de empresas que hay en el mercado que significa un pequeño porcentaje solo pueden ser seguidoras de los grandes y no tallan en la formación de precios.
Algunos datos de la concentración, al menos algunos de los que tengo. Datan del 2017 pero esa situación no cambió, quizás pudo haberse agravado.
Cervezas: la principal empresa (Quilmes) con varias marcas vende el 70% del mercado
Fideos secos: la principal empresa (Molinos) a través de varias marcas vende casi el 80%.
Harinas: las dos más grandes (Molinos y Cañuelas) venden el 82% del mercado.
Leche: En ese año todavía estaba Sancor que tenía en 15% del mercado lácteo, la principal empresa (Serenísima) vendía el 70% del mercado (hoy debe haberse quedado con la mayor parte del mercado de Sancor).
Mayonesa: las dos más grandes (AGD y Unilever) venden el 97,8% del mercado.
Mermeladas: la principal (Arcor) vende el 71% del mercado.
Estos y muchos otros son formadores de precios y tienen posibilidades de trasladar a precios lo que quieran, porque encima se trata de productos inelásticos por lo cual ante un aumento de precio la caída del consumo es insignificante.
Creo que en nuestra propensión a la inflación está el efecto vacuna (lo que vivimos en la historia), pero sobre todo esta situación de concentración en los mercados, que en algún momento alguien deberá tomar e intentar resolver.
A los que les gusta mirar afuera y compararnos con otros diciente “este país”, aquellos aplican las leyes y obligan a cortar situaciones de poder de mercado. Es necesario intervenir y hacerlo en toda la cadena y no solo pactando con el formador de precios.
(1)  Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Córdoba (España).- Contador Público por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). – Diplomado en Relaciones Internacionales por la Círculo de Legisladores del Congreso de la Nación Argentina y el auspicio de la UBA.

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