por Ana Hernández –
Es fundamental repetir que la comunicación es un derecho humano y la acción de comunicar implica justamente poner en común y facilitar los accesos. Poner en discusión la distribución de la palabra y las voces es fundamental en un contexto de crisis mundial. Por eso todo diálogo es el mutuo reconocimiento de cada persona como agente reflexivo con el derecho a formar parte de una historia en común.
Los medios de comunicación han sido objeto de reflexión y discusión en la arena política desde el nacimiento del capitalismo. En la modernidad la metáfora de la circulación del capital bajo el principio del libre cambio, ha sido un vector ordenador de la concepción capitalista de la comunicación que pone a la información como mercancía. Las distintas escuelas funcionalistas han destinado innumerables investigaciones orientadas a la compresión de los efectos sobre las audiencias, siendo estas todas rentadas por corporaciones y agencias estatales para la comprensión de la dinámica mediática.
Por lo tanto, no es nuevo el interés sobre las políticas públicas y los medios de comunicación. La economía política de la comunicación, es una de las vías de comprensión y sus implicancias en la actualidad está ausente de la agenda, sin embargo el nuevo escenario de la convergencia; las nuevas tecnologías y por ende las redes sociales habilitan a que toda persona sea un potencial comunicador/a social.
La Infodemia y desinformación son términos que, desde que la Organización Mundial de la Salud se acuñó para referirse a los rumores e información falsa que en el contexto de la pandemia pueden comprometer y dañar a la salud pública, estas permiten observar el desempeño de los medios en la inédita emergencia sanitaria planetaria. El origen de la información, sus fuentes y la veracidad de los hechos son un baluarte. El concepto de verdad se cayó hace décadas pero la construcción de sentido y de los acontecimientos es un factor que los intereses del sector popular nunca pudieron resolver y en la cuenta siempre pierden.
La Ley de servicios de comunicación audiovisual 26.522 promulgada en el año 2009 puso en la agenda pública el debate. Incluso hubo una percepción colectiva de triunfo en la famosa “batalla cultural” pero quedó en jaque a fines del 2015 cuando el presidente Mauricio Macri anuló algunos de sus principales artículos a través de un DNU. La misma que aún hoy sigue sin plena vigencia.
Es necesario poner en discusión nuevamente la democratización de la palabra para discutir las nuevas narrativas, las lógicas y la construcción de sentido. Fundamentalmente volver al acuerdo tácito que la prioridad es la salud, los recursos naturales y el alimento .Es decir la vida misma y esto implica concebir a la comunicación como un derecho humano.
Datos y estadísticas:
Entre los 46 países relevados, los encuestados de la Argentina vuelven a situarse entre los más desconfiados en el ecosistema informativo, cuya agenda está anclada desde hace más de una década en una polarización tan notoria como asimétrica, con los principales grupos mediáticos y sus figuras activando la agenda de uno de los dos polos. Para Eugenia Mitchelstein y Pablo Boczkowski, quienes analizaron para el Reuters Institute los resultados del sondeo, “la cobertura polarizada podría explicar los niveles relativamente bajos de confianza en las noticias, que solo el 36% de los encuestados encuentran creíble, y los altos niveles de desconfianza en los conocidos marcas.”
Fuente: https://martinbecerra.wordpress.com/2021/07/08/argentina-juega-al-desconfio-de-las-noticias/

