Por Rodolfo Oscar Negri –
El realizar un reportaje a Jorge Héctor Bonvín, es algo muy especial para mí ¿Por qué? Porque lo conozco hace más de cuarenta años, porque compartimos trabajo, viajes, vimos nacer y crecer a nuestros hijos, en fin… si hay algo que no puedo –aún si así lo quisiera- es ser objetivo.
Definirlo como un compañero, un amigo, casi un hermano sería lo correcto.
Más conocido por el sobrenombre “El Gringo”, conocí a Jorge Bonvín en el año 1975, cuando ingresé a Rio Uruguay Seguros.
Ambos compartíamos un origen laboral, nuestra “pertenencia” al diario La Calle (más adelante se sumaría a RUS Guillermo Bevacqua, con ese mismo pedigree).
Por aquellos años –además de un eficiente empleado- era un deportista destacado. Jugaba al fútbol luciendo la camiseta con el número 10 en el equipo de Don Bosco y lo hacía con el toque de un exquisito creador de juego y complementándose con un número 5 marcador y mordedor de fierro, que era Guillermo Vázquez (otro compañero y amigo de lujo).
Fraterno por naturaleza, fue parte de todos los emprendimientos solidarios que los empleados de RUS encaramos por aquel entonces.
Me tocó ser su vicepresidente, en tiempos en que ejerciera la titularidad del Centro Recreativo Rio Uruguay.
En fin… son tantos, pero tantos recuerdos, que no quiero abrumar al lector…
Mucho más acá, en el tiempo y durante el período de gobierno municipal del Dr. José Eduardo Lauritto, desempeñó funciones en la Secretaría Privada del Vicepresidente municipal de entonces y actual Presidente Municipal, Dr. Martín Oliva.
Cordial, cálido, con una impronta de gracia natural, pero –sobre todo- una muy buena persona; se prestó al diálogo.
Dejemos –ahora- que hable él:
- Hablanos un poco de vos (nacimiento, familia, etc.)
Nací en la ciudad de Colón, pero de casualidad ya que mis padres vivían en el campo en la zona de Primero de Mayo. Cuando tenía 8 años nos vinimos a vivir en el mejor barrio de la ciudad, Santa Teresita, así que estudié en la Escuela Nº 23, hoy Nº 88 y desde sexto grado en Don Bosco, soy uno de los 13 primeros alumnos de este instituto. Cursamos hasta tercer año pero ahí se cortó la carrera, así que tuve que terminar el secundario en el Colegio Nacional. Después estudié 4 años profesorado de Castellano, Literatura y Latín, pero me faltaron algunas materias para terminar, sobre todo por falta de vocación docente.
Con respecto a mi familia estoy casado hace casi medio siglo con Graciela, tenemos tres hijos y hoy siete nietos.
- Sabemos de tu relación con el seguro y con el deporte, porque no nos contas un poco de eso.
El deporte siempre fue importante en mi vida. Jugué al fútbol siendo joven, hice atletismo en la etapa del Colegio Nacional y aún hoy sigo corriendo o caminando todos los días que puedo.
Con respecto al seguro tiene que ver con mi ingreso a Rio Uruguay Seguros allá por 1975 donde permanecí hasta mi jubilación que ocurrió en agosto de 2.019. Fueron 40 años muy buenos ya que ingresé en una pequeña cooperativa y cuando me tocó retirarme lo hice en una empresa que estaba instalada en todo el país y a la que pese haberme retirado sigo relacionado constantemente.
- ¿Cómo y cuándo comienza tu relación con las letras?
Me recibí de bachiller en diciembre de 1966 y un mes antes ya había ingresado a trabajar en el Diario La Calle, que en ese entonces estaba en 8 de Junio y Ameghino. El diario era en ese momento una escuela de periodismo. El jefe de Redacción era don Julio Albizzatti, una persona muy exigente que lo mejor que te decía cuando el artículo que le presentabas estaba bien era “all right” (está bien). Allí estuve como siete años realizando todo tipo de tarea, incluso en algunos casos si no llegaba el horóscopo también teníamos que ver los astros. (Perdón a los que lo leían). Después estuve en el Diario La Calle de Curuzú Cuatiá por seis meses como Jefe de Redacción, antes de abandonar el periodismo.
Con respecto a escribir un libro siempre pensé que para hacerle había que tener dos condiciones, escribir bien y tener algo que decir, dos cosas que yo no tengo, así que nunca pensé que podría llegar a publicar un libro, todo fue producto de una casualidad, que ahora se repite.
- Seguramente sos un gran lector ¿Cuáles son tus autores favoritos?
Leo de todo, mi libro de cabecera es “Cien años de soledad”. En realidad me gusta toda la obra de García Márquez, incluso sus trabajos periodísticos que son muy interesantes. Pero hay muchos más, Umberto Eco, Juan José Saer, Julio Cortázar, Felipe Pigna, solo por nombrar algunos. Pero he sido muy desordenado para leer y tengo épocas.-
- ¿Cómo surge tu primer libro sobre las calles de Concepción del Uruguay?
El libro sobre las calles nació de pura casualidad. Trabajando en el Secretaría del Concejo Deliberante comencé por curiosidad personal a juntar las Ordenanzas que hacían referencia a la designación de calles. En una oportunidad me solicitaron si tenía algo al respecto para los alumnos del Colegio por lo que armé un pequeño archivo de fotocopias. En algún momento lo vio el Intendente que era José Lauritto, que se entusiasmó con la idea de armar un libro.
El problema era que las ordenanzas desde 1906 hasta 1970 más o menos se le daba el nombre de una persona a la calle pero la Ordenanza no hacía referencia quien era esa persona. Mi tarea fue agregarle debajo un texto que aclare este tema.
Así que es un libro compartido con todos los concejales que desde 1906 tuvieron el honor de haber sido designados por el pueblo para representarlos.
- Se me ocurre que sos un apasionado de la historia ¿es así? y si es así ¿porque?
Sí, me interesa toda la historia desde varios aspectos. La historia argentina sobre todo con la aparición de varios historiadores llamados “revisionistas” que demostraron que detrás de cada hecho había personas normales y no de bronce y que había otra historia, no solo la que escribieron los vencedores. No hace muchos años aquí se celebraba el descubrimiento de América o se tenía como una gesta heroica la llamada Conquista del Desierto.
El conocimiento de la historia lleva a evitar un mal de nuestra vida, repetir errores, que es muy común en los hombres públicos, como si fuera cierto ese dicho popular “el hombre es el único que choca dos veces con la misma piedra”.
7.– ¿Qué eco o respuesta encontraste con tu obra sobre las calles uruguayenses?
La verdad que muy bueno, todavía hoy me reclaman por la falta de alguna calle. Esto ocurrió porque no todas las calles fueron nombradas por Ordenanzas, durante los gobiernos militares se hacía por decreto y esos no están o no los encontré a todos. Por otra parte y esto está explicado en el prólogo hay muchas calles que en 1906 ya habían sido nombradas con anterioridad como lo señala el profesor Urquiza en su Historia de Concepción del Uruguay.
Fue muy buena la repercusión porque el Municipio entregó libros a todas las bibliotecas de las escuelas locales y también estuvo a la venta. Ahí me desayuné que mucha gente que viene de paseo a la ciudad compra libros de autores locales.
Lo de la venta fue doblemente alegría, porque por un lado es importante que la gente se interese por cuestiones de la ciudad y por otra parte el producido de esta venta fue donado a la Casa de Menor y al Instituto de la Menor Santa Clara de Asís.
- Ahora salió un nuevo libro de tu autoría ¿de qué se trata?
Si, con motivo de cumplirse los 100 años de la muerte de José B. Zubiaur. El Dr. Oliva tenía conocimiento de que yo había escrito algo sobre él y me dijo de imprimirlo, así que tuve que acelerar su corrección y ampliación para poder llegar al aniversario. Lo importante es que el mismo fue impreso por la imprenta de la Municipalidad que hizo un trabajo muy bueno, rescatando un lugar donde los autores locales podrán, seguramente, publicar sus obras. Hace poco ya se confeccionó allí el libro de los croquiseros urbanos que quedó muy bueno.
- ¿Por qué Zubiaur?
Conocía de Zubiaur lo que conoce la generalidad de la gente, primer integrante del Comité Olímpico Internacional, fundador y primer director de La Fraternidad, rector del Colegio Nacional. Pero leyendo, para el libro de las calles, me encontré con un personaje extraordinario. Lo que el libro intenta es destacar la labor de Zubiaur desde el punto de vista educativo. Sin dejar de mencionar los aspectos más conocidos lo que busca es mostrar a un pedagogo que estaba adelantado cien años a su tiempo y que las ideas que tenía entonces de cómo debía ser la educación aún pueden tenerse en cuenta.
- ¿Qué expectativas tenés con esta nueva obra?
La obra es ahora del Municipio y la idea que manejamos en conjunto era primero presentarla el pasado 6 de septiembre, cuando se recordaron los 100 años de la muerte de Zubiaur y seguramente se hará una presentación formal en los primeros días de octubre. Es intención del Municipio distribuirla a todas las bibliotecas de la ciudad y según lo que disponga el Municipio se pondrá a la venta a beneficio de alguna institución. Como ocurrió en el libro anterior yo no persigo ningún interés económico, con que se me haya hecho el honor de estas publicaciones estoy ampliamente compensado.
- ¿Cómo te afectó la pandemia y el aislamiento?
Con altibajos, primero porque tuve que dejar mi trabajo en la Secretaría del Intendente, primero realizándolo desde casa pero luego solicité mi baja. Mejoró la situación una vez que con mi señora superamos el COVID, allá por octubre del año pasado que nos permitió recuperar bastante la vida normal. A partir de allí, siendo la primera vez en tantos años, que no tenía obligaciones que cumplir uno empieza a disfrutar de cosas que antes no podía realizar. Me gusta mucho la vida al aire libre, así que mi lugar preferido ha sido la isla del Puerto, ese hermoso lugar que tenemos.
- ¿Cuáles son tus planes a futuro?
Mis planes no son muy ambiciosos, compartir con mi familia, sobre todo con mis nietos lo más que pueda y viajar, por ahora, producto de la pandemia y la economía, por el país. Ya no habrá más libros en mi vida seguramente.
- ¿Querés o te interesa agregar algo más?
Que este libro que estamos presentando hace referencia a dos personajes muy importantes de nuestra ciudad como fueron José Benjamín Zubiaur y Teresa Ratto, hace poco se convino con el municipio de San José de destacar la figura de Alejo Peyret. Ellos son solo algunas de las personas que contribuyeron a esta ciudad, podemos hacer ostentación de extraordinarias figuras que engrandecen nuestra historia y que han dejado un legado importantísimo y es nuestra obligación ponerlas de manifiesto.
Muchas gracias Jorge.
Hasta aquí el diálogo y nos quedamos con las ganas de conocer su nuevo libro sobre José Zubiaur que, sin dudas, estará en el listado de los próximos a leer.
.



