Por AGUSTIN BORDAGARAY –
La Argentina está pasando por una gran crisis política, económica, social comparable en su historia a la época post Revolución de Mayo o, tal vez, a la crisis del 30, signada por un intenso debate respecto al modelo de sociedad que queremos. Todo en medio de un alarmante clima de violencia que parece que nadie quiere apaciguar.
Los partidos políticos más representativos por su caudal de adherentes y por historia, están inmersos en una crisis interna de tal magnitud que parecen ser determinante para el futuro de cada uno de ellos como tal.
Si bien las sentencias casi nunca son absolutas en política, la actualidad indica que el radicalismo está a nada de desaparecer. La diáspora de dirigentes y adherentes para otros sectores ha producido un vaciamiento que parece es irreversible.
El Pro fue cooptado por el actual gobierno libertario, quien aprovecha para comenzar a armar su propia fuerza, a upa del desguace del Macrismo.
El peronismo no escapa a esta realidad. La pelea entre Kicheristas históricos, camporistas y los anti todo lo anterior no encuentra un conducto de unión. También merodean los saltimbanquis de siempre, que van y vienen según el sonido del monedero.
DOCTRINA PERONISTA
El general Perón decía: “Un plan de gobierno, para que tenga alma, debe tener una doctrina, ya que la Doctrina Nacional es la verdadera alma colectiva del Pueblo”. (Exposición de los fundamentos del Segundo Plan Quinquenal, efectuada ante diputados y senadores, 1-12-1952).
En época donde una gran porción de la población está desilusionada, las palabras del General retoman un vuelo que algunos –y no son pocos creen perdidos.
En lo económico, el modelo peronista pone el capital al servicio de la economía y la economía al servicio del hombre.
La doctrina peronista asienta sus bases en la concepción de la unidad de sus tres banderas, la Justicia Social, la independencia Económica y la Soberanía Política.
“Nosotros pensamos que la solución está en armonizar los tres elementos fundamentales de la comunidad humana: lo social, lo económico y lo político. Por eso, frente a cada momento del país, nosotros ya hemos adoptado, como una costumbre de buen gobierno, realizar un análisis de la situación social, económica y política, y resolver los problemas de manera conjunta y armónica”. (Perón, charla radiofónica; 01-05-1953)
La actividad económica, para el pensamiento peronista, se divide en tres aspectos: elaboración de la riqueza, disfrute de la riqueza por los que la producen y obtención de un mayor bienestar social.
“El sistema económico está caracterizado, en la concepción peronista, como un organismo que debe adaptarse a cada situación particular, con el objeto de obtener soluciones concretas en todo momento. En la realidad concreta de su aplicación, puede afirmarse que no hay sistemas económicos sino momentos económicos y generalizando o ampliando lo de momentos económicos, podemos decir momentos históricos. (Juan Domingo Perón- ECONOMIA PERONISTA)”.
La Verdad n° 16 del Justicialismo Peronista reza “Como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
Es hora de re abrir las puertas del PJ para debatir respecto del modelo de país que queremos y como lo edificamos.
Es, también, hora de reafirmar sus banderas fundacionales.
Y, una vez enarboladas, recontruir las herramientas que ponga al peronismo de nuevo en la consideración del pueblo como una alternativa, no ya solo para sacarlo otra vez de esta crisis, sino como un modelo de país que concomitantemente auxilie a los más desposeídos y que los eleve a la calidad de ciudadanos dignos por su trabajo, y a un país que crezca y se desarrolle.
Aquel tercer movimiento histórico que proponía Perón “En el orden económico, La Tercera Posición es el abandono de la economía libre y de la economía dirigida por un sistema de economía social. Puestas, pues, las cosas en su lugar, capital y propiedad individual en función social, nuestra economía dejó de ser individualista sin pasar a ser colectivista, poniéndose, de este modo, en el justo medio de nos permita calificarla y denominada con el nombre de Economía Justicialista”. (Perón; 01-05-15)
No se trata, pues de un punto intermedio entre el capitalismo y el socialismo, o su acercamiento más o menos próximo a uno de ellos y a sus herramientas, se trata de una nueva concepción, más humana y más moderna.
Tenemos que encontrar el camino que nos conduzca definitivamente a este rumbo de Economía Justicialista, encontrando o creando las estrategias adecuadas a este momento del país y del mundo.
Para terminar, conviene recordar lo que expresa el papa Francisco en la Encíclica Laudato Si “Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos cambiar el modelo de desarrollo global, lo cual implica reflexionar responsablemente sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones. No basta conciliar, en un término medio, el cuidado de la naturaleza con la renta financiera, o la preservación del ambiente con el progreso. En este tema los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso. Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso. Por otra parte, muchas veces la calidad real de la vida de las personas disminuye –por el deterioro del ambiente, la baja calidad de los mismos productos alimenticios o el agotamiento de algunos recursos– en el contexto de un crecimiento de la economía. En este marco, el discurso del crecimiento sostenible suele convertirse en un recurso diversivo y exculpatorio que absorbe valores del discurso ecologista dentro de la lógica de las finanzas y de la tecnocracia, y la responsabilidad social y ambiental de las empresas suele reducirse a una serie de acciones de marketing e imagen.”