por Ana María González –
Como marco del Certamen provincial de literatura Entre Orillas, se presentó en nuestra ciudad los días 11 y 12 del corriente mes, la escritora gualeya residente en El Bolsón Marianela Saavedra. Fueron dos jornadas donde la autora habló de la omnipresencia de la escritura en su vida y de la poesía como resistencia ante toda adversidad. Sus versos son arma poderosa a la consigna excluyente de que la poesía no era para ella. Hubo lecturas, orientaciones, no faltaron consejos para tener en cuenta al momento de escribir, en ese sentido ella prefiere hablar de razones para escribir antes que de técnicas de escritura.
El jueves 11 la responsable del área de Comunicación ciudadana y protocolo, Ana Hernández, presentó, ante numeroso público, el Premio Entre Orillas (Municipalidad de Paraná y de C. del Uruguay) en su actual edición, mostró las antologías 2021 y 2022, contó detalles de su publicación y luego presentó a la invitada Marianela Saavedra quien dijo ser “ marrón, gorda y pobre, de Puerto Ruiz”. A continuación ella expresó sus reflexiones sobre el oficio de escribir. Habló de su vida difícil, de pobreza, marginalidad y de haber padecido abusos sexuales y sufrimientos de todo tipo. La literatura le dio el lugar en el mundo que soñó desde los siete años. Para ella, se puede escribir desde el dolor de haber sido sapo de otro pozo, de haber sufrido discriminación y vejámenes, de deambular entre el miedo remando en sus aguas sin avanzar. A veces las personas se comportan con la idiotez de un pollo ante una perla en un basural, como dice antiquísima fábula latina, no saben qué hacer ante una perla, se desconciertan y la abandonan. Habló de los muchos otros como ella que debe haber, conmovió su relato sobre el niño que vive en un cajero automático junto a su madre y entró a la feria del libro a comprar su primer libro. ¿Habrá lugar para él en la literatura del futuro? ¿Por qué no?, para ella lo hubo porque no dejó de alimentar el deseo de leer y escribir. La obra de la gualeya es un testimonio de que se puede renacer en todas las bellas expresiones, lo bello persiste y con la poesía se puede desafíar al dolor.
Luego se leyeron poemas de las antologías poéticas Entre Orillas (I y II), estaban presentes Marga Presas y Ana María González, Marianela leyó poemas de Lucy Schuarzman y Nelso Montenegro. La misma, quien fuera participante en la Feria de la palabra de nuestra ciudad el año pasado, se mostró asombrada de la calidad poética de los textos y comentó que los usa en los talleres que dicta. Además leyó algunos hermosos de su autoría.
El viernes se realizó la clínica de escritura para lo cual Marianela propuso como eje temático: Las ausencias. Para ella “tienen su presencialidad en diferentes estados de la materia y de la memoria. Escribir sobre ellas es quizás darle un lugar específico, un espacio determinado, un nombre, un sentimiento, un sentido.”
Nos acercó cuatro poemas: La presencialidad de las ausencias (Marianela Saavedra), Ausencia de amor de Juan Gelman, Anoche, volvió, otra vez, La Sombra; aunque ya habían pasado de Marosa di Giorgio y Planta de Emma Barrandeguy. Luego de la lectura se propusieron actividades individuales y colectivas en base a “la reflexión sobre los modos de narrar lo cotidiano y la implicancia de los sentidos en todo acto de evocación, la observación, la descripción y finalmente la escritura”. Se leyeron las producciones, del trabajo colectivos a modo de cadáver exquisito, resultó el siguiente:
Poema colectivo, C. del Uruguay, 2023
Las calles polvorientas
huelen a tierra mojada
a veces me ahogan
y necesito recordar
cómo respirar
y ahí me llegan los aromos
las esporas
los hongos,
llegan volando.
Escucho el sonido
de las piedras.
Los colectivos
los rastrojeros
las bicis
y las hojas
sacudidas por el viento.
Cuando toco tierra
me hago pequeño,
siento que es talco
que entra en mis manos.
Todo lo lindo y lo feo
puede aparecer y desaparecer.
Escucho ladridos de los perros
Escucho mi propio cuerpo
Escucho el silencio.
Si te piso, tierra, siento frío.
Algo no me gusta,
quizás me hundo (para enraizarme)
La tierra es todo
es la conexión con el universo.
Para finalizar Marianela avisó que algunos de sus cuatro libros publicados estarán a la venta en ciudad, nos adelantó algunos poemas de su libro próximo El río sabe y por mi boca habla, donde se visibiliza una etapa de reconciliación con sus raíces entrerrianas.
Entendimos que para escribir se necesita ahondar en el tiempo de la infancia, en los detalles que nos marcaron, en las percepciones que registra nuestra piel y nuestra cabeza, en lo que se nos aparece en sueños, en los que amamos y se nos escapó, el devenir en la vida con nuestro único y particular rastro en ese río. En esas historias está el paisaje de fondo o es el protagonista, imposible deshacernos de Entre Ríos, la luz, el verdor y el agua arrastrándonos con su liquidez, transparentándonos los ojos, somos de llanto fácil, de emoción humedecida. Cómo podríamos no hacerlo si estamos drenados, somos esencia de río.
Por eso no se necesita una procedencia aristócrata, un pasado académico, un legado literario familiar, una casona con memorias heroicas o una historia personal de éxitos económicos. Lo esencial según Marianela son “las razones para escribir, los deseos y motivaciones de hacerlo pesan más que las técnicas”. Hay que aprender a decodificar la conexión de la escritura con la vida, escribir es extender la vida misma. “¿ Hay acaso mayor motivación de escribir que estar vivo?”.
