Por la Prof. Esp. Marina Isabel Pagani (1) –
Siempre comienzo presentando un tema de actualidad ligado a la pandemia y a la educación remota. Estas líneas las dedico a una amiga, colega generosa que me prestó su voz y su relato sobre la realidad de la enseñanza virtual en pandemia y que la convoca como docente de Historia en UADER, denominada “R.B.” de 58 años, jubilada, pero que siempre continuó activa en la docencia hasta el presente. Seguramente el relato de “R” encontrará un paralelismo en el relato de otras docentes de la misma o de otras universidades.
Dice “R.B” en su relato, ”Cuando comenzamos las clases el 6 de abril, ya estábamos con la pandemia declarada y en plena cuarentena. No pudimos “vernos” con los alumnos y ya estaba el planteo de la educación virtual a través de distintos dispositivos tecnológicos y de plataforma Moodle y otras; para mí, hablar de esto era “chino básico” y dije : debo empezar de cero a pesar que manejo los dispositivos básicos tales como celular o computadora pero para tareas simples. En mis clases “normales” presenciales armo un dossier de estudio y algún video para las clases presenciales. La matrícula ingresante está formada por alumnos desde los 18 años en adelante, gente adulta que dejó de estudiar y retoma, y aquellos que ingresan por art. 7mo. de la Ley de Educación Superior. En síntesis, una población muy heterogénea. Sumado a este panorama, tengo una situación familiar personal con un adulto mayor a cargo y que demanda tiempo y dedicación. Me vi en una encrucijada entre poder y no poder hacerlo, entre dejar o seguir la cátedra”. Sigue el relato de “R” sumando características a su nueva normalidad. “ Con este tipo de población ingresante hay que trabajar con paciencia y estrategias didácticas flexibles que le permitan al alumno ir ingresando paulatinamente a la vida universitaria. Debo destacar que la facultad nos dio libertad para llegar a los alumnos de diversas maneras y con distintos medios. Comencé a hacerlo para comunicarme con los alumnos enviando actividades. Lo seguimos haciendo con alumnos tutores pares, delegados de cada curso que son mediadores de las inquietudes de los alumnos y con las autoridades institucionales. Siempre continué pensando que este segundo cuatrimestre regresábamos a las aulas pudiendo subsanar inconvenientes de estrategias o de conocimiento, pero al no ocurrir esto, me tengo que seguir adaptando a las nuevas herramientas y con exámenes en entorno virtuales bajo un protocolo establecido por la institución. Las nuevas tecnologías no es lo que más me gusta hacer, no soy fanática y por lo tanto me cuesta. Tampoco actualicé herramientas tecnológicas porque no son imprescindibles para mi vida. Ahora me encontré con estas dificultades, nunca actualicé nuevos dispositivos requiriendo computadora relativamente nueva, con micrófonos, cámaras y conectividad adecuadas. Entiendo que las tecnologías llegaron para quedarse y necesito manejarme no solamente en la docencia sino en todos los espacios de la sociedad donde necesitamos realizar transacciones o actividades comerciales, culturales y educativas. Otra cuestión que no me ayuda es que no convivo con adolescentes en casa para que me ayuden a transitar este período por lo tanto me sigo adaptando apelando a la generosidad del entorno. Entonces empieza un arduo camino, empiezo a preguntar y buscar quien me enseñe de lo contrario me quedo afuera de la vida cotidiana. No es una opción es una obligación. En la actualidad ya estamos haciendo los exámenes a través de la plataforma Moodle y de Google Meet” .La prof. “R. B.” relata que en sus estudios en otra facultad y años atrás ya realizaban lecturas teóricas de Humberto Eco y referían sobre la brecha entre los que pueden acceder y los que se quedan en el camino por cuestiones económicas y generacionales entre los que acceden a estos requerimientos o no”. Sigue el relato de la colega. “Debo reconocer y destacar el apoyo del personal de la facultad, a cada uno en su rol, desde responsables de carreras, alumnado o referentes técnicos y alumnos. Indudablemente la vida universitaria va más allá de estudiar las materias ya que os tutores pares me ayudaron a organizarme como así también recibí colaboración de amigas y sobrino porque no tengo inconveniente en decir que no se y debo aprender y seguir aprendiendo. Destaco que tengo constancia como cualidad y pido asesoramiento cuando no puedo sola. Observo que hay una retroalimentación entre docentes y alumnos pero el camino a futuro es seguir enseñando” En una conversación aparte con la docente, coincidíamos en la necesidad de la semipresencialidad en carreras para alumnos egresados del secundario debido a esa “magia” de lo cotidiano presencial y gestual. Sigue diciendo “R”. Yo tuve un fuerte compromiso desde 1984 como docente del Colegio “J.J. de U” pero en la facultad fue diferente donde cada uno ocupa su rol que revela un camino a seguir y me es imposible por compromiso, pensar en abandonar el aula en pandemia ya que nadie quisiera tomar una cátedra en esta realidad a pesar de que hay gente joven muy bien preparada. Esta situación me requiere más esfuerzo en pos de toda esa gente que se matriculó. Remarco que nadie es imprescindible en el aula, hay que desandar caminos y desaprender pero todo se logra con un fuerte compromiso y un trabajo mancomunado en equipo en la facultad, esto tiene que ver con las actitudes y valores que destaco profundamente en mi persona, a pesar de las cuestiones salariales”
Luego del relato de mi colega, indago sobre algunos términos que se adaptan a la personalidad de “R” como docente. De la psicología puedo destacar la capacidad de resiliencia y empatía de la profesora, valores éstos que debemos profundizar en estas épocas. Por ejemplo: Resiliencia: se refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por los mismos. O en palabras de otro autor, “La resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad” Luthar (2000).
Por otra parte, la empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Está estrechamente relacionada con el altruismo – el amor y preocupación por los demás – y la capacidad de ayudar. La persona empática se caracteriza por tener afinidades e identificarse con otra persona. Es saber escuchar a los demás, entender sus problemas y emociones.
http://www.ecured.cu/Resiliencia_%28psicolog%C3%ADa%29
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(1) Docente Investigadora de UCU
