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Cuando un vecino del Arroyo de la Leche evitó que Urquiza se ahogara

 Don Justo le agradeció toda la vida. Lo distinguió con una medalla de oro, una pensión y hasta lo hizo pintar por Blanes, ya viejo, casi 30 años después.

cubriéndose de gloria,
cual precio a la victoria,
su vida rinde,
haciéndose inmortal.»

Música: Cayetano Silva y Letra: Carlos Benielli
(Marcha de San Lorenzo)

Sorprenden las distinciones y atenciones que tuvo y demostró el Brigadier General don Justo José de Urquiza por espacio de treinta años hacia el Capitán Miguel Gerónimo González, conocido como Góngora, desde 1840 y hasta que se produjo el deceso de éste hace 145 años, el 30 de noviembre de 1869.

El señor de San José trató a su salvador como si fuera algo así como su Sargento Cabral personal, por su arrojo.

Nueve años habían pasado del aciago día en que el hombre joven aún, que prometía un porvenir venturoso se lanzó con la cabalgadura al impetuoso río Uruguay por el Paso de Paysandú después del desbande de Cagancha en la Banda Oriental.

Nueve años y Urquiza había dado un giro marcado a su vida. Iniciado en la Masonería había dejado los campos de batalla, y tras la campaña correntina ya era el árbitro del Litoral. Urquiza edificaba resueltamente la residencia, que con los años conocemos como el Palacio San José por su brillo, hoy muy opacado. Disponía durante el segundo y tercer mandato constitucional al frente del ejecutivo provincial medidas innovadoras y progresistas entre las que sobresalían la obligatoriedad de enviar un niño por familia, sobre todo rural, a la escuela, la educación femenina, la secundaria. Y disposiciones económicas, sociales, institucionales. Fue el momento en que cumplió la visita al poderoso gobernador entrerriano don Ángel Elías, tras lo que escribió el célebre folleto Seis días con el General Urquiza. Por ese tiempo se sumó como colaborador el orador de la Constitución, doctor Juan Francisco Seguí.

Y en ese instante y a nueve años del heroico auxilio prestado por Góngora González, Justo José de Urquiza mostró el gesto que lo enaltece, único y supremo: el agradecimiento.

El hecho dramático y la distinción

Todo comenzó en 1840, un primero de enero. Urquiza regresaba a Entre Ríos y pensó que le había llegado la hora. El río Uruguay una vez más fue el protagonista y como en otras tantas oportunidades desencadenó un episodio dramático extremo. Ingresemos a la Sala de sesiones de Paraná un 17 de marzo de 1849 y dejemos que fluya la retórica propia de la época para conocer el texto de la ley especialmente dictada para galardonar al animoso vecino del arroyo de la Leche.

La norma consideró que es un deber del pueblo entrerriano premiar dignamente los grandes hechos de los valientes y virtuosos servidores a la Patria, muy principalmente de aquellos cuyas acciones revelan heroicos sentimientos; que dejarlos en el olvido sería de la moral y crédito del país.

Tuvo en cuenta que Teniendo presente que el día 1 de enero de 1840, el Teniente de Caballería don Miguel Gerónimo González, en aquella fecha Alférez de la División al mando del ilustre General Urquiza, en la retirada de la desgraciada campaña de Cagancha en el Estado Oriental.

Recordó la ley que Habiéndose arrojado al Uruguay para pasar a esta Provincia, viendo a su esclarecido Jefe en inminente peligro en medio de las aguas por haber perdido su caballo, el bizarro Alférez González exclamó entusiasmado:¡Compañeros, salvar a nuestro general o perecer con él!.

Vence enseguida la distancia que los separa, y con riesgo de su vida le presenta su caballo, ayúdale a luchar contra las olas del caudaloso río hasta pisar la costa entrerriana y salva de este modo la existencia importante del héroe que, dando después tantos días de gloria para la Patria, ha inmortalizado su nombre en obstinada lucha contra los salvajes unitarios e inicua intervención extranjera.

Por eso la ley acuerda y decreta al teniente de Caballería D. Miguel Gerónimo González se le adjudica una medalla del peso de una onza, figura con las inscripciones siguientes:

En el anverso La provincia de Entre Ríos a la fidelidad y al heroísmo y en el reverso: ¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los salvajes unitarios!

Se le acordó igualmente una pensión vitalicia de seiscientos pesos anuales, que debe disfrutar desde la fecha de esta sanción. Asimismo se le extendió un diploma en que será inserto el presente decreto. Lleva la firma del Presidente de la Legislatura José L .. Acevedo ( antiguo cura del Mandisoví Por los 1820) y del Secretario Camilo Idoate

El arroyo y el cuadro de Góngora

Un arroyo que nace al sureste del paraje donde se levanta la Escuela Agrotécnica Capitán General Justo José de Urquiza, a las puertas de la planta urbana de Colón, y donde se encontraba la propiedad de Miguel Gerónimo González, aún lleva el nombre de Góngora.

El curso de agua desemboca en el arroyo de la Leche por el Sur, es cruzado por la ruta nacional 135, que une la autovía 14 con el Puente Internacional José Artigas.

Una pintura permite conocer el rostro del intrépido. Es un hecho completamente excepcional. Porque Góngora, un hombre sencillo, mereció el honor de ser retratado por el gran pintor uruguayo Juan Manuel Blanes, cabello encanecido, rostro surcado por las arrugas y en plena madurez de criollo entrerriano .

La obra forma parte de la pinacoteca del Palacio San José y fue mandada pintar, luciendo la medalla de oro de 1849 por el agradecido don Justo José de Urquiza. La buena factura de la obra y la edad del retratado son evidencia de la época. Esta responde con seguridad al regreso del gran pintor uruguayo de su primer viaje a Europa, ya los últimos años de los protagonistas, Miguel Gerónimo González, que aunque era diez años más joven que Urquiza, falleció cuatro meses antes que el patriarca, el 30 de noviembre de 1869 en el Arroyo de la Leche, cuando Colón ya era cabecera del departamento del mismo nombre. Fue sepultado en el cementerio de Concepción del Uruguay.

Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 18/6/2022