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Chagas: el descubridor del mal

Cuando hablamos de Chagas nos situamos de un insecto llamado vinchuca ; este insecto transmite una enfermedad infecciosa ocasionada por un parásito encontrado en la materia fecal de dicho insecto. En nuestro país lo situamos en la región norte y en zonas tropicales La enfermedad puede ser moderada (y causar inflamación y fiebre) o duradera. Si no se trata, puede provocar insuficiencia cardíaca congestiva.

El descubridor de este mal se llamó Carlos Chagas y esta es su historia y la relación de su descubrimiento con la Argentina

Carlos Justiniano Ribeiro das Chagas nace en Oliveira, Minas Gerais, 9 de julio de 1879 ,muere en  Río de Janeiro, 8 de noviembre de 1934 fue un médico e investigador brasileño, descubridor en 1909 de la tripanosomiasis americana, también llamada en su honor enfermedad de Chagas, mientras trabajaba en el Instituto Oswaldo Cruz de Río de Janeiro. El trabajo de Chagas es único en la historia de la medicina, puesto que fue el único investigador en describir completamente una nueva enfermedad infecciosa: su patógeno, su vector (miembros de la familia Triatominae), su hospedador, sus manifestaciones clínicas y su epidemiología.
En 1906, Chagas regresó a Río de Janeiro y se unió al Instituto Oswaldo Cruz, en donde continuó trabajando por el resto de su vida. En 1909, fue enviado por el Instituto al pueblo de Lassance, cerca del río Das Velhas, para combatir una epidemia de malaria entre los trabajadores de una nueva línea de ferrocarril a la ciudad de Belém en el Amazonas. Permaneció allí por los siguientes dos años y pronto fue capaz de observar la peculiar invasión de las casas rurales por un insecto hematófago del género Triatoma, un tipo de «insecto asesino» (barbeiro o «barbero» en portugués, así llamado porque succiona la sangre durante la noche en la cara de sus víctimas u otras áreas del cuerpo). Descubrió que los intestinos de estos insectos albergaban un protozoo flagelado, una nueva especie del género Trypanosoma, y fue capaz de probar experimentalmente que podía ser transmitido a los monos tití que eran picados por el insecto infectado. Chagas llamó a este nuevo parásito Schizotrypanum cruzi, en honor a Oswaldo Cruz (más tarde rebautizado Trypanosoma cruzi).
Chagas sospechaba que el parásito podría causar la enfermedad humana, debido a la prevalencia del vector insecto en hogares humanos y su hábito de picar gente, por lo que tomó muestras de sangre y, el 23 de abril de 1909, descubrió por primera vez al protozoario Trypanosoma en la sangre de una niña de tres años. También observó inclusiones parasitarias en el cerebro y el miocardio que podrían explicar algunas de las manifestaciones clínicas en personas enfermas, y cerró el ciclo vital del parásito propuesto, sugiriendo que el armadillo podría ser su reservorio natural. Para completar su trabajo sobre la patología de la nueva enfermedad, Chagas describió 27 casos de formas agudas de la enfermedad y realizó más de 100 autopsias a pacientes que exhibían la forma crónica.
Su descripción de la nueva enfermedad se convirtió en un clásico en medicina y le trajo distinción nacional e internacional. Fue electo para la Academia Nacional de Medicina y recibió el prestigioso Premio Schaudinn por el mejor trabajo en protozoología y medicina tropical, el 22 de junio de 1912. Los contendientes eran genios tales como Paul Ehrlich (1854-1915), Emile Roux (1853-1933), Ilya Mechnikov (1845-1916), Charles Laveran (1845-1922), Charles Nicolle (1866-1936) y Sir William Boog Leishman (1865-1926), muchos de los cuales ya habían recibido o recibirían el Premio Nobel de Medicina. Chagas fue nominado dos veces al Premio Nobel, en 1913 y 1921, pero nunca recibió el premio
Tras la muerte de su mentor en 1917, Chagas aceptó la dirección del Instituto, un cargo que mantuvo hasta su muerte en 1934. Desde 1920 a 1924 se convirtió en el director del Departamento de Salud en Brasil. Chagas era muy activo organizando servicios y campañas especiales de cuidado de la salud y prevención para la epidemia de gripe española, las enfermedades de transmisión sexual, la lepra, la pediatría, la tuberculosis y enfermedades endémicas rurales. Creó una escuela de enfermería y fue el fundador del concepto de medicina sanitaria, el primer cargo de medicina tropical y el estudio graduado de higiene.
El descubrimiento de Chagas fue reconocido nacional e internacionalmente como uno de los logros más importantes de la parasitología. Fue nominado dos veces al Premio Nobel de Fisiología o Medicina (en 1913 y 1921). Nunca recibió el premio, pero muy probablemente se haya debido a la fuerte oposición política de parte del establecimiento médico de Brasil en aquel momento.
Chagas murió en Río de Janeiro de un infarto agudo de miocardio, con tan solo 55 años. Uno de sus hijos, Dr. Carlos Chagas Filho (1910-2000), se convirtió en un científico eminente y reconocido internacionalmente en el campo de la neurofisiología y presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias. Otro hijo, Evandro Chagas (1905-1940), fue también un médico e investigador de la medicina tropical, quien murió en un accidente a los 35 años. Su nombre es honrado por la importante institución biomédica Instituto Evandro Chagas, en Belém, estado de Pará.
Entre 1927-1945: los comienzos de la investigación científica en Argentina – Salvador Mazza y el reconocimiento de la enfermedad
Tras ser desechada su importancia epidemiológica, pasaron más de 10 años sin investigaciones sobre la enfermedad de Chagas en Argentina.
El interés por la enfermedad volvió a resurgir, lentamente, cuando se encontraron los primeros casos de hombres y perros infectados con el parásito. Esto sucedió en el marco de dos misiones de investigadores extranjeros que, siguiendo la lógica de los ‘cazadores de parásitos’ (Worboys, 1993), realizaron incursiones científicas en el país, y aportaron nuevas técnicas que facilitaron la observación del parásito en la sangre de los humanos. La primera de ellas, en 1924, fue liderada por Peter Mühlens, del Institut für Tropenmedizin de Hamburgo, y la segunda, un año después, por Charles Nicolle (premio Nobel en 1929), del Institut Pasteur de Tunez (Mülhens, 1924; Mazza, 1926).
En buena medida gracias a la influencia de Nicolle, la Universidad de Buenos Aires creó, en 1926, la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (Mepra), un laboratorio ubicado en el norte del país y dedicado a la exploración y estudio de las enfermedades de la zona. El director de ese laboratorio fue uno de los discípulos de Nicolle, Salvador Mazza, un médico con una trayectoria ligada a la investigación y al trabajo de laboratorio y entrenado en bacteriología (entre otros, con el propio Nicolle). A diferencia de los investigadores del Instituto Bacteriológico, Mazza desarrolló un programa de investigaciones sobre las distintas enfermedades existentes en la región, más allá de su importancia epidemiológica, abarcando las dolencias más comunes como otras no registradas o poco habituales (entre otras, la leishmaniasis, la brucelosis, comúnmente llamada ‘fiebre ondulante’, y luego la enfermedad de Chagas). La aproximación a cada una de estas patologías no se limitaba a su diagnóstico y registro, sino que se pretendían hacer aportes al conocimiento general de la enfermedad, tanto de sus condiciones de infección como de las características de las manifestaciones clínicas de cada una de ellas (Mazza, 1939; Sierra Iglesias, 1990, p.164).
Dentro de este marco institucional y cognitivo, hacia 1933 se identificaron los primeros casos agudos de enfermedad de Chagas en Argentina (Romaña, 1934; Mazza, Ruchelli, 1934). A partir de allí, las actividades de la Mepra se dedicaron casi exclusivamente al estudio de esta enfermedad, de sus condiciones de transmisión, de su extensión, y de sus diferentes cuadros clínicos, llegándose en pocos años a identificar varios cientos de casos.
Estas investigaciones tuvieron como resultado un cambio fundamental en la concepción de la enfermedad, en al menos dos sentidos sustanciales. Desde el punto de vista político, la certificación de los casos colocó a la enfermedad – si bien de un modo incipiente – dentro del mapa de intereses de la comunidad médica y, por extensión, de la salud pública del país; y desde un punto de vista cognitivo, implicó una redefinición de numerosos aspectos de la enfermedad que se encontraban en un estado controversial y que ponían en duda la incidencia epidemiológica de la enfermedad de Chagas (el número de casos certificados hacia 1930 no superaba los cincuenta en Brasil, y en toda América superaban escasamente la centena, de acuerdo con Yorke (1937, citado en Kropf, 2006), las condiciones efectivas de transmisión, el cuadro clínico de la enfermedad.8 Estas controversias tenían, resumidamente, dos ejes centrales: por un lado, la dudosa relación entre T. cruzi y bocio, y por otro, la falta de otros signos externos (descartando el bocio) que permitieran una comprobación de la infección en los humanos.
Fte; • SCLIAR, MOACYR. 2002: Oswaldo Cruz & Carlos Chagas: o nascimento de ciência no Brasil. São Paulo: Odysseus. 
COUTINHO, M., FREIRE, O. JR, DIAS, J. C. 1999: The noble enigma: Chagas’ nominations for the Nobel prize. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz. 94(Supl. 1):123-9
CHAGAS, CARLOS. (Filho). 1993: Meu pai. Rio de Janeiro: Casa de Oswaldo Cruz, Fundação Oswaldo Cruz, 
LEÓN, LUIS A., coord. 1980: Carlos Chagas (1879-1934) y la tripanosomiasis americana. Quito: Edit. Casa de la Cultura Ecuatoriana
LEWINSOHN, R. 1979: Carlos Chagas (1879-1934): the discovery of Trypanosoma cruzi and of American trypanosomiasis (foot-notes to the history of Chagas’s disease).Trans. R. Soc. Trop. Med. Hyg.. 73,(5)513-23
CONSELHO NACIONAL DE PESQUISAS, INSTITUTO BRASILEIRO DE BIBLIOGRAFIA E DOCUMENTAÇÃO. 1959: Doença de Chagas — bibliografia: complemento a «Doença de Chagas–bibliografia brasileira». Rio de Janeiro: O Instituto 
Juan Pablo Zabala
CONICET – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica; Universidad Nacional de Quilmes
Comentarios al posteo a cargo de Diego Weinstein
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 15/7/2020