Por: Susy Quinteros –
La Ley Federal de Educación Nº 24.195 fue sancionada por el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación, el 14 de abril de 1993. En dos de sus artículos, referidos a los derechos y deberes de los educandos establece que “deberán Desarrollar sus aprendizajes en edificios que respondan a normas de seguridad y salubridad que cuenten con instalaciones y equipamiento que aseguren la calidad y la eficacia del servicio educativo y estar amparados por un sistema de seguridad social durante su permanencia en el establecimiento escolar y en aquellas actividades programadas por las autoridades educativas correspondientes.
Si bien es cierto que la sociedad argentina atraviesa una crisis moral sin precedente, los robos a la educación constituyen la más condenatoria de todas las acciones delictivas. Es un robo a la niñez y al futuro, un robo a comunidades que, atónitas y desguarnecidas sufren un atropello sin vías de solución y viven atemorizadas. Los establecimientos educativos sufrieron la pérdida de elementos de trabajo que van desde computadoras y todos sus derivados, material de laboratorio y una larga lista de insumos para la administración escolar. También los comedores que funcionan en las escuelas sufren pérdidas irreparables y el más desgarrador sin duda fue el robo en la Escuela Especial Ponce de León, cuando como siempre, manos anónimas sustrajeron la máquina de escribir Braille, una de las pocas existentes en el país, evaluada en una cifra en dólares que es mejor no dar a conocer, utilizada por los chicos con deficiencias visuales.
Los edificios escolares y todas sus pertenencias, en soledad los fines de semana y sin personas que se encarguen de la seguridad, son campo propicio para los oportunistas del delito. Nos enteramos con indignación y asombro que en muchos lugares de nuestro país, el futuro de los niños está amenazado por depredadores sin escrúpulo que sustraen elementos de trabajo vitales para el funcionamiento de las escuelas. Nada más lejos de nuestra imaginación que llegar a estas situaciones sociales en donde el respeto por las aulas escolares ha quedado en el pasado.
(foto de archivo)