Para algunos medios de comunicación la bulimia y la anorexia existen hace apenas 3 días, cuando la hija de Marcelo Tinelli hizo una publicación en su cuenta personal de instagram dando testimonio de la enfermedad que sufre desde hace años. Estos mismos medios son los que, en términos descriptivos, generan fenómenos de consumo que promueven la delgadez y la juventud como características positivas, que nos conducirían a un estado de salud, éxito, belleza y felicidad. La Fundación Centro de lucha, prevención y tratamiento de patologías alimentarias que trabaja en Concepción del Uruguay dialogó con Mirada 360 sobre el consumo y la subjetivación del valor estético del cuerpo por sobre todo los otros valores en los que estamos inmersos. Dialogamos además acerca del consumo de los discursos corporales: “los cuerpos deben ser bellos, saludables, bronceados, delgados, jóvenes”, el traslado del término de belleza hacia el plano físico y la definición de belleza impregnada en la de marketing.
Bajo el orden de las ideas de consumo y capital nuestros cuerpos se han transformado en mercancías, van hermanados a todos los accesorios que son posibles de comprar, vender, tener y tirar, en caso de no ser funcionales. Es en este mundo subjetivado, el cuerpo hermoso y delgado, un nuevo santuario y no hay espacio ni lugar para quien no esté dentro de esos márgenes.
De esta manera, el control del peso es el eje de la vida para muchas personas. El fin: buscar nuevos atributos al cuerpo, cambiar la imagen, inquirir mayor aprobación, estar en forma y ser feliz es un combo detonante, un camino que en muchos casos tristemente lleva a la muerte, aunque no haya propagandas que publiciten al respecto, ni empresas que tengan en valor de decirlo en sus slogans.
Hoy en día vivimos en una sociedad en la cual la apariencia es fundamental y los estándares de belleza se encuentran muy bien marcados, provocando de esta manera que muchas mujeres y hombres no puedan evitar sentirse presionadas por cumplir estos estándares, exponiéndose como consecuencia a enfermedades de trastornos de alimentación. Esta presión por poseer atractivo físico, por mantener la figura delgada, así como de ajustarse a las normas estéticas, lleva a la depresión, la frustración, ataques de pánico, suicidios.
¿Qué son la bulimia y la anorexia?, le consultamos a los y las integrantes de la Fundación Centro. “Son dos trastornos de las patologías alimentarias y en este campo tenemos diferentes maneras de diagnosticar qué tipo de patologías se sufre, uno es la anorexia, otro es la bulimia, puede ser trastornos por atracón, trastornos de la alimentación en la infancia; pero en líneas generales todos estos diagnósticos quedan englobados en lo que es la patología alimentaria”.
“Sostenemos que cualquier tipo de patología alimentaria, independientemente del diagnóstico más fino, tiene una base psicológica psiquiátrica, por eso nosotros trabajamos por un equipo de profesionales de diversas áreas de la salud. Una de las causas puede ser lo social, pero hacemos foco en que las patologías alimentarias son multicausales, no responden a un solo componente”, destacaron y añadieron: “comúnmente el o la paciente que tiene algún tipo de estos trastornos en la alimentación encuentra en el modo de comer o dejar de comer una manera de tramitar todo lo que emocionalmente no está pudiendo tramitar, también es verdad que hoy contamos con un contexto sociocultural en donde se vanagloria mucho el físico y el cuerpo, ante esto si nos podemos a pensar estas patologías aparecen mayormente en la adolescencia donde justamente para ser aceptado por el otro tengo que tener determinados estereotipos físico, entonces si soy de tal o cual manera el otro me va a aceptar, pero si no respondo a esos cánones quedo por fuera del grupo”.
El cuerpo como construcción cultural, en esta época hay que manipularlo para venderlo. Es un objeto palpable que posee influencia y por lo tanto se lo comercializa. Los profesionales de la Fundación manifiestan que cuando personas con trastornos en la alimentación, exponen estar gordas o gordos, delimitan también el sentirse no suficientemente buenos para ser aceptados, no se conciben agradables, competentes, bellos, exitosos. No debe sorprendernos que, bajo la gran presión social por la estética, el que no se ajusta a los cánones puede verse excluido o excluida, aún más, se culpa a los excluidos de su propia exclusión.
La balanza de los medios y las redes
Los medios de comunicación proclaman personas de excesiva delgadez que patrocinan un arquetipo de belleza. La publicidad, la moda, el vestuario, son parte de las acciones que enaltecen el valor de la delgadez. La flaqueza se ha tornado distintivo imprescindible asociado a la autonomía, al éxito profesional, social y, desde luego, al éxito erótico. La contribución de los medios es radical, no se limita a la revaloración de la imagen; las selfies, redes, televisión, el consumo, las tendencias, etc. No les basta sólo con decirnos cómo hay que pensar y apreciar el cuerpo, además nos dictan cómo hay que valorarlo y moldearlo.
Hoy el consumo se iguala al concepto de cuerpo e impone normas a seguir y es justamente este tipo de prácticas, de atención y culto al cuerpo, una nueva forma de vivir que paradojalmente llaman consumo cultural. Esta rigidez de los cánones estéticos supone una batalla contra el tiempo para conseguir ser aceptadas socialmente, produciendo problemas de inseguridad y de no aceptación. Las probabilidades de sentirse incómodos o incómodas con nosotras mismas, son tanto más fuertes en la medida que es mayor la desproporción entre el cuerpo socialmente exigido y la relación práctica con el cuerpo que imponen las miradas y las reacciones de los demás.
“Hay cuerpos que están socialmente aceptados y quienes están por fuera de esos estereotipos quedan sesgados de la cultura. Insistimos en que los factores de las personas que padecen estas patologías son diversos y emocionales, no sólo sociales”, remarcaron desde la Fundación Centro en tanto explicaron que desde el tratamiento proponen que no se tramiten las emociones desde la comida, sino que se tramiten de una manera sana mediante la posibilidad de poder expresar qué me está pasando en vez de comer o dejar de comer.
La batalla necesaria
Las relaciones de poder, la mirada, la opinión pública, el qué dirán, operan aquí no sólo disciplinando y normalizando, sino que haciéndose tan vigilante, como en el panoptismo carcelario, donde las personas llegamos a vigilarnos a nosotras mismas y a los demás; reproduciendo el patrón que se nos ha entregado. Una vez implantada la efectividad y presencia de la observación, la propia persona se auto-vigila, se auto-castiga, se auto-reprime, se auto-controla.
“Lleva tiempo aceptar la enfermedad, habitualmente nos encontramos con muy pocas personas que vienen al Centro sabiendo lo que están atravesando y lleva mucho darse cuenta de que uno porta esta enfermedad. Muchas veces el paciente y su familia no reconoce que está enfermo”, explicaron las profesionales de nuestra ciudad.
Cabe resaltar además que según las estadísticas nacionales, los trastornos alimentarios van en aumento y no sólo llegan a las juventudes, como principal vertiente para el marketing de la belleza y el cuerpo como mercancía, sino que hoy en el Centro que trabaja en Concepción del Uruguay se atienden grupos de niños y niñas que van desde los 3 años, hasta espacios destinados a personas mayores de aproximadamente 50 años.
El poder crea, produce realidades, reproduce formas de ser y pensar, gesta cuerpos, opiniones. Somete. Se inventó al demente, al delincuente o al anormal, en esta misma lógica, los grupos excluidos por los discursos estéticos comerciales los componen lxs viejxs, lxs pobres, lxs gordxs, lxs discapacitadxs, lxs negrxs. Son la moda, hoy “tendencias” y los estereotipos los que señalan qué es normal y qué no , qué es lindo y qué es feo. El modelo estético, adquiere características de moral, de ético, ya que lo bueno, lo moral, se asocia a la belleza, belleza entendida desde la flaqueza y la juventud, alejarse de ella es ser estigmatizada y castigada por la sociedad.

