Hace quince años, Alfredo Guillermo Bevacqua escribía una colaboración para ser publicada en la revista El Botón (medio gráfico interno de los empleados de Rio Uruguay Seguros), donde anticipaba la necesidad de la incorporación de mujeres en los ámbitos de dirección de las empresas y concretamente lo hacía en una de las mas importantes de la ciudad: la propia Cooperativa. Un adelantado, podríamos decir hoy. Rio Uruguay incorporó a posteriori a mujeres en su Consejo de Administración (Olga Rousseaux, primero y Silvina Vazón, después), pero es interesante analizar como se planteaba tal situación antes de que eso ocurra y El Botón, a partir de la pluma de Alfredo Guillermo Bevacqua, lo hacía en estos términos que compartimos (como parte de la historia uruguayense) con nuestros lectores de La Ciudad:
El título es el mismo que encabeza esta nota (“Algún día también habrá una mujer…) y el texto es el siguiente.
Seguramente nuestros compañeros Jorge Bonvín, Silvia Dallazuana o María José Alvarez, acostumbrados en la lectura de los clásicos, recordaran aquel diálogo que refiere Platón, entre Sócrates y Glaucón.
Al término de una exposición de Sócrates, Glaucon le dice: “Maestro, acabas de dar una clase sobre como formar a los hombres de estado del mañana”; pero Sócrates lo corrige: “Di hombres y mujeres, Glaucón”.
Esto ocurrió hace mas de dos mil quinientos años. “El mejor de los hombres de su tiempo” o “el único estadista verdadero”, nos dice a través de Platón –recordemos que Sócrates no escribió libros, aunque Menem afirmó que era uno de sus autores de cabecera (y bue… un compañero en el Sindicato, nos dijo: “Lo que pasa es que Carlos habla con Dios, pero además Dios habla con Carlos…”)- que “no puede permitirse perder la mitad de la inteligencia o de la fuerza laboral de la población adulta”, destacando que no hay diferencia esencial entre hombres y mujeres con respecto a los dones naturales para las diversas artes.
Dos mil quinientos años después, alguien con un poco mas de “prensa”, como Woody Allen, expresó tajante: “La mujer es superior al hombre”, mientras el rector de la Universidad de Harvard, Lawrence Summers, debió dar marcha atrás, con una rectificación ampliamente difundida, luego que hablara sobre la “inferioridad innata de las mujeres”.
Indudablemente que si se destacan testimonios tan lejanos y actuales, es porque la discusión no ha sido saldada y que se nos antoja estéril, porque no hace mas que hablar de estructuras mentales rígidas y acartonadas mas preocupadas en la diferenciación que en la integración.
A lo largo de la historia, la mujer, en todas partes del mundo, ha ido ganando espacios. Inteligencia, decisión, sentido práctico, orden, son las virtudes esgrimidas para consolidar un avance sobre una sociedad tozudamente machista, aunque los logros no siempre justifiquen esa pertinaz preeminencia.
Obviamente que ese terreno ganado no está exento de obstáculos que agregan sinuosidad y fango a la natural dificultad.
La Argentina ha sabido de excepcionales mujeres; las caravanas de extranjeros que diariamente visitan la tumba –siempre con flores frescas- de Eva Perón, son testimonios de una admiración que trasciende su belleza o la leyenda de su muerte, para reflejar el reconocimiento a quien la brevedad de su existencia no la privó de la eternidad por la dimensión de su obra.
Asimismo, las experiencias negativas que pudieron darse con mujeres en funciones ejecutivas como los casos de Isabel Martínez o Graciela Fernández Meijide, no deben ser consideradas determinantes, porque son muchos mas los hombres que con regularidad sistemática han fracasado en lo que ellas fracasaron.
Este divagar nos ha permitido además recorrer idealmente la rica galería de mujeres que han alcanzado trascendencia, pero también valorar aquellas que en forma anónima, con muy bajo perfil, conducen empresas, encabezan ONG, dirigen establecimientos educacionales o desde la soledad que las acompaña en su vida, son, además, el padre que les falta a sus hijos o el esposo que falta en su hogar.
Una encuesta de la Universidad de Belgrano considera a Buenos Aires como un foco de recalcitrante machismo; si acordamos que, por lo general, las grandes ciudades son menos cerradas o bien, mas progresistas que las pequeñas, no nos animamos a estimar lo que puede resultar una encuesta en una ciudad como la nuestra, indudablemente conservadora.
Y entonces, como miembros activos de esta Cooperativa, que sentimos entrañablemente nuestra mas allá de lo profesional, miramos hacia adentro y observamos su universo y vemos la gran disparidad numérica entre hombres y mujeres, el escasísimo número de mujeres jerárquicas y la ausencia histórica de mujeres en el Consejo de Administración. Esto es un hecho objetivo y comprobable y no comporta una crítica.
Puede ser que hayan sido mas los hombres interesados en ingresar cuando se ha llamado a concurso, puede ser que en la justa competencia de saberes hayan sido los hombres quienes se han manifestado con mayores aptitudes, puede ser que las mujeres no hayan revelado condiciones para ejercer responsabilidades jerárquicas, puede ser que no haya habido mujeres interesadas en postularse a ocupar un cargo en el Consejo de Administración. Pero habrá que pensar si no ha llegado el momento que la mujer se sume a los altos organismos de dirección.
Lo cierto es que cuando transitamos hacia el medio siglo sería bueno mostrar que Río Uruguay, una empresa moderna y con amplios criterios, dispone para la mujer lugares estratégicos, desde los que podrá aportar talento, capacidad profesional, seriedad, espíritu de trabajo, responsabilidad y una actitud solidaria.
Quienes admiramos en su belleza, capacidad intelectual y sentido práctico, la perfección de la obra de Dios, creemos que puede sumar a la consolidación definitiva, tan querida por todos, de nuestra Cooperativa.
Cuando se produzca la incorporación de la mujer a la alta dirección de nuestra cooperativa, lo que no dudamos acontecerá en algún momento, podrá decirse como en aquella vieja propaganda de una marca de cigarrillos: “has recorrido un largo camino, muchacha” …
(Para El Botón – 15/08/2005).
La foto es ilustrativa e histórica. El personal de Casa Central de RUS en 2008.