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Abismos y encrucijadas, de Simón Rodríguez a Paulo Freire

 

Para comprender la historia e imaginar el porvenir, resulta esencial la lectura del libro “De Simón Rodríguez a Paulo Freire”. Allí, la autora, Adriana Puiggrós, recorre los senderos de uno y otro, repara en cómo se bifurcan y señala las encrucijadas que dejan planteadas.

 

Angelina Uzín Olleros / coordinacion@eldiario.com.ar

 

En “De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Educación para la integración iberoamericana”, publicado por Colihue en 2005, Adriana Puiggrós no se limita a analizar los proyectos educativos del venezolano y el brasileño que nombra, sino que muestra los conflictos, los desencuentros, las discusiones, las tensiones que se han dado entre una apuesta eurocéntrica y otras que contemplan lo propio para los modelos educativos regionales.

¿Por qué razón se ignora la trayectoria de Simón Rodríguez como parte de la historia de la educación latinoamericana? En primer lugar, debemos recordar que Rodríguez (1769-1854) fue maestro y tutor de Simón Bolívar. Desde las ideas de Jean-Jacques Rousseau, expuso una innovadora concepción sobre el modelo educativo en las naciones americanas.

Para Rodríguez los pueblos originarios no eran la causa del atraso. Por el contrario propuso recuperar el legado de lo pre-existente en la conquista de América agregándole la influencia de los procesos revolucionarios europeos.

Silenciado

Puiggrós sostiene en este libro que “se comprende la ausencia de Rodríguez en el imaginario de los normalistas educados en el liberalismo positivista o en el catolicismo conservador”, en un contexto general en el que “no hubo una tradición pedagógica popular latinoamericana sostenida, sino recorridos interrumpidos”, mientras el proyecto neoliberal logró globalizarse.

Como ocurrió con otros pedagogos, filósofos y pensadores del siglo XIX a Simón Rodríguez lo acusaron de “loco”, porque su proyecto proponía algo distinto, innovador, utópico, para los discursos hegemónicos del momento. La “locura” de Rodríguez era cuestionar lo que se entendía por Progreso, categoría de una fuerza e impronta exagerada porque venía de la mano del fortalecimiento de la ciencia y la cultura europeas. El sujeto de la educación en su caso tenía un fuerte protagonismo ciudadano y la educación era considerada una apuesta política habitada por la singularidad de nuestro continente”.

También Paulo Freire (1921-1997) será la excepción a la regla, un siglo después: desde sus creencias profundamente cristianas promovió una educación humanista, apostando a la integración del individuo a su realidad nacional. La suya fue “una pedagogía del oprimido”, ligada a postulados de ruptura total de la sociedad, propias de su tiempo, lo que le valió la oposición de sectores sociales aventajados económicamente. Freire definió la educación como un proceso destinado a la liberación del individuo, a través del desarrollo de su conciencia crítica contrario a la domesticación y reproducción de las escuelas del momento. Recordemos, de paso, que, recientemente, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ordenó quemar los libros de Paulo Freire.

Vuelo local

Puiggrós ubica a Freire en el debate sobre la escuela y la escolarización, sobre todo la discusión que mantuvo con Iván Illich; los teóricos e investigadores tomaron partido por uno u otro enfoque. Pero lo cierto es que durante el “menemato” en nuestro país se obedecieron los lineamientos del Banco Mundial para denostar la escuela pública y el rol del Estado en políticas educativas. La autora dice que “se ha transformado en una muletilla decir que el sistema educativo no funciona, que los niños pobres ya no pueden aprender, que los jóvenes no saben nada y que los docentes carecen de la preparación que los caracterizaba en otros tiempos.”

Freire conserva la idea moderna de la escuela pública para todos (y todas decimos ahora) desde un proyecto político que iguale a los diferentes y genere justicia social; la escuela debe proveer una misma cultura y promover el ascenso social.

La retirada de lo político en la década de los 90 del siglo pasado dejó de considerar a la educación como un derecho para transformarlo en mercancía, a los y las estudiantes de cualquier nivel del sistema los convirtió en clientes de un negocio donde la cuota más alta se considera señal de una pertenencia a cierto sector social más favorecido. Los docentes son trabajadores bajo la lógica empresarial, sin gremios que defiendan sus derechos laborales. Mientras la declinación del debate político genera ausencia de distancia crítica afianzando la repetición necesaria para consolidar un modelo para pocos y la exclusión de muchos de la posibilidad de una vida digna.

Lo otro

Adriana Puiggrós nos dice en las últimas páginas de este libro: “Mi posición es distinta de la de los críticos que demandan ‘que se vayan todos’. Ellos pretenden borrar al sujeto, dejar las puras sensaciones, sentimientos, como el ‘New Age’, es decir que propugnan la falsedad de un regreso o un arribo a una supuesta edad de la inocencia, cuya condición fundamental es su despolitización. Es la búsqueda de una infancia, independiente del lenguaje. Porque ‘que se vayan todos’ es desear que se borre el lenguaje, dado que su articulación exige soportar diferencias y sacrificar lo particular a la comprensión común.”

A 20 años del ‘qué se vayan todos’ en la actualidad quienes propugnan por hacer desaparecer “la casta política” pretenden que el pensamiento único que representan consoliden en todos los órdenes a la ‘casta empresarial’, lo que no excluye la distancia que podamos fomentar con el término “casta”; en esa tradición de prácticas y slogans mercantilizados también ubican a la educación.

En primera persona

Adriana Puiggrós (1941) es Maestra Normal Nacional. Se graduó de profesora y de licenciada en Ciencias de la Educación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Luego obtuvo un Máster en Ciencias en la Especialidad de Educación del Centro de Investigaciones y Estudios del IPN y un Doctorado en Pedagogía en la Universidad Autónoma de México. Es Doctora Honoris Causa de la Universidad Nacional de La Plata y profesora distinguida de la Universidad Nacional de Rosario. Sus obras se caracterizan por un fuerte acento en el rol preponderante de la educación vinculada al trabajo y en la inclusión de los y las jóvenes en el sistema educativo para mejorar sus condiciones de vida. Es profesora consulta titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y profesora de la Universidad Pedagógica Nacional.

Armar valijas

El ejercicio fue imaginar que en un futuro impreciso sea descubierta una cápsula en el predelta entrerriano. En su interior los jóvenes exploradores podrían hallar libros, objetos singulares, del ayer, en medio de un mundo evanescente y audiovisual. Qué libros expresarían al menos una parte de las memorias, los relatos aquellos que en alguna medida nos toca actualizar, los versos y estrofas del desencanto y la maravilla de estar vivos. Qué materiales no podrían faltar, entonces, si la idea fuera que ayuden a interpretar el cosmos, el mundo y los dilemas de esta época.

Fuente: El Diario