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RAICES AFRO EN UN PUEBLO ENTRERRIANO

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Una investigación del Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Dr. Antonio Serrano” devela el pasado de los afrodescendientes de Sajaroff, en el departamento de Villaguay.

Cuando el grupo de investigadores llegó por primera vez al “cementerio de los negros”, a fines del año pasado, los estaban esperando los familiares que tenían sus antepasados enterrados en ese lugar. Tanto los científicos como los descendientes de aquellos pobladores saben de la importancia de la transmisión oral para mantener vivo el relato siempre relegado de las páginas de la historia oficial. Allí, en el medio de la provincia, en el pueblo de Sajaroff, Departamento de Villaguay, este encuentro aportó al rescate de la riqueza de las culturas que conforman la identidad entrerriana. Las contribuciones del trabajo –“Cuando la oralidad devela los matices de la historia: arqueología histórica en torno a la comunidad afro-descendiente de Ingeniero Sajaroff”-, juntamente con otras líneas de investigaciones del museo provincial, serán interpretadas en la construcción de una nueva sala de arqueología proyectada para el año próximo.

Silenciados. “Este es un trabajo que va a ser sostenido, recién es el comienzo, luego vendrá la puesta en valor del espacio estudiado”, indica Gisela Balher, directora del Museo Antonio Serrano. “Veníamos trabajando el tema identitario de la provincia de Entre Ríos desde distintos espacios, como la nueva sala de arqueología, porque la actual cuenta solamente con la materialidad arqueológica, y la parte identitaria la conforman muchas más sociedades: los pueblos migrantes, los originarios, y también las culturas afros. Trabajando esas temáticas, estando en este barrio tan importante como es el “del tambor”, fuimos convocados por el ministro de Turismo de la provincia, Adrián Fuertes, para que vayamos a ver el cementerio que se encuentra en Sajaroff. Para eso conformamos un equipo de trabajo multidisciplinar a cargo del arqueólogo Alejandro Richard que venía trabajando con la cultura afro de Paraná”, explica Balher. “El primer paso es el rescate oral de las voces que habían sido silenciadas”, amplía la directora.

Sajaroff.Ingeniero Sajaroff es un poblado de alrededor de 600 habitantes que antiguamente se llamaba La Capilla. El cementerio se encuentra sobre el camino de ingreso, en un pequeño terreno alambrado. A casi un kilómetro de allí, cerca de la plaza central, se ubica el territorio donde se emplazaron diversos ranchos, y que era conocido como “el galpón de los manecos”. Actualmente existe una casa habitada por una bisnieta de Manuel Gregorio Evangelista, el primer negro que llegó a la zona desde Brasil. El contexto provincial y regional de mediados del siglo XIX planteaba una franja fronteriza altamente dinámica entre la Argentina, Brasil y la Banda Oriental, que permitió la persistencia de procesos migratorios originados por la huida de esclavos hacia el sur y sudoeste, desde los estados brasileros de Río Grande do Sul y Santa Catarina. Manuel Gregorio Evangelista nació bajo la condición de esclavo en 1837, y llegó a territorio entrerriano pasada la primera mitad del siglo XIX, asentándose en inmediaciones de La Capilla.

Oralidad. Durante los días de semana, entre noviembre y enero último, el grupo de investigación recorría archivos, museos del lugar, conversaba con historiadores de la zona y, sobre todo, pasaba muchas horas entrevistando a los familiares. Así se pudo llegar hasta la historia de Manuel Evangelista. “Nos encontramos con que aquel cementerio estaba ligado a una oralidad transmitida durante generaciones enteras, y que se remontaba aproximadamente a 1850: de boca en boca pasó a conservarse una historia que daba cuenta del origen afrodescendiente de muchas familias locales. El bisabuelo de Mireya Evangelista, Soledad Ramírez e Isabel Pérez, entre otras personas que se acercaron en aquel primer momento, había escapado hacia tierras entrerrianas huyendo de la esclavitud sufrida en el Brasil, en algún momento del siglo XIX”, narra Alejandro Richard. Ante esto se iniciaron trabajos de archivo (buscando actas bautismales y matrimoniales), entrevistas abiertas con habitantes de Sajaroff, Domínguez, Clara y Villaguay, y algunos trabajos sobre el terreno, geo-referenciando el cementerio y excavando sondeos arqueológicos en el sector donde se emplazaron las viviendas desde fines de 1800. “Logramos identificar lo que probablemente fue el rancho habitado hacia fines de 1800”, afirma Richard. “Esta historia ha estado siempre presente entre las y los descendientes de Manuel Gregorio y Lorenza Pintos, la joven mujer afrodescendiente con quien Manuel contrajo matrimonio en 1872. Aunque la presencia de los afrodescendientes no sea parte de la currícula de nuestro sistema educativo y la memoria colectiva tenga presente sólo a aquellos inmigrantes voluntarios llegados desde Europa, existe entre estas familias una necesidad por hacer oír su historia: salir del silencio y que su presencia durante generaciones en nuestra región sea tenida en cuenta. Quizás debido al contexto histórico actual, y a los procesos identitarios en curso en mayor medida desde 1992, fue que ante la intención de poner en valor todo aquel patrimonio material e inmaterial, fuimos muy bien recibidos al acercarnos con una libretita en la mano. La intención desde un primer momento fue la de una construcción colectiva, ya que no somos nosotros quienes “contamos una historia”, sino que desde nuestras disciplinas pretendemos aportar al proceso identitario en curso, y generar nueva información que contribuya a la visibilización de un sector de la población que ha sido sistemáticamente negado desde el Estado”, argumenta Richard. 

Manuel. La investigación da cuenta que aquel hombre que huyó de la esclavitud de Brasil se casó en Villaguay con otra afrodescendiente, y tuvieron 13 hijos. A su vez, se relacionaron desde principios de siglo con la familia Melgarejo, que al parecer eran afrodescendientes criollos. Esto da pie a decenas de familias dispersas entre Villaguay, Clara, Villa Domínguez y Sajaroff; pero también en otros lados: a mediados 1900 y durante el “éxodo entrerriano”, muchas de estas familias migraron al Gran Buenos Aires, o a Rosario. “Algunos volvieron hace poco y dejaron familiares en Florencio Varela, Ramos Mejía o Rosario. La particularidad radica en que se ha conservado y compartido una historia que da cuenta de aquel origen familiar, lo cual nos ayuda a abrir los ojos y considerar al componente afrodescendiente en nuestra sociedad, no solo como parte de su historia, sino de nuestro presente: esto aporta elementos en contra del racismo y la discriminación, y nos ayuda a pensarnos como una sociedad a futuro más inclusiva y librada de prejuicios”, señala Richard.

Sala.“Las investigaciones en la provincia son muy importantes y de hecho desde la arqueología se llevan adelante muchas investigaciones. Si no logran llegar a la gente, no tiene mucho sentido, por eso como primera instancia nos planteamos trabajar la sala de arqueología, porque así como está hay una sobrevalorización del objeto, y atrás de esos objetos hay sujetos. Tenemos visitas variadas, desde turistas hasta nuestros niños, y queremos que encuentren en una sala la conformación identitaria con todas las tensiones y tramas que tiene la identidad entrerriana. Nuestro desafío es la remodelación de la sala incorporando las voces históricamente silenciadas de nuestras raíces afro y de pueblos originarios, entendidas como culturas que están vivas”, sintetiza la directora.

“Los manecos”

A los descendientes afros de Sajaroff se los conoce localmente como “los manecos”, sobrenombre que es también elemento de auto identificación. “Quien llega a estas tierras es Manuel Gregorio Evangelista, y es usanza en la región la de apodar Maneco a los llamados Manuel. Creemos que el nombre de este hombre pudo haber dado inicio a que su descendencia haya sido conocida como los manecos. Hay otra versión, que cuenta que “maneco” quiere decir “moreno” en portugués, pero hasta el momento no hemos podido encontrar alguna expresión en aquel idioma que se encuentre ligada a una condición de color”, comenta el arqueólogo Alejandro Richard.

Autor: Pablo Russo

(fuente: http://www.eldiario.com.ar)

Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 12/5/2017