Según los datos relevados por el observatorio, entre el 1° de enero y hasta el 31 de agosto inclusive hubo 200 asesinatos de mujeres en un contexto de violencia de género. A ellos, se agregan otros 23 de niñas, niños, mujeres y hombres que fueron víctimas colaterales de estos hechos, lo que se conoce como «femicidio vinculado».

Navila Garay tenía 15 años y estaba desaparecida desde el martes pasado en su Chascomús natal. El domingo encontraron su cadáver enterrado en el patio de una casaquinta desocupada: un familiar suyo, Néstor Garay, estaba cuidando la vivienda y le había dicho a la dueña que necesitaba «enterrar un perro». La mujer sospechó y lo denunció. Al recuperar su cuerpo, la autopsia demostró que la mataron de 17 mazazos en la cabeza. No había signos de violencia sexual.
El sábado murió Vanesa Caro, de 39 años, luego de agonizar por seis meses. A principios de marzo, su ex pareja Leonardo Víctor Zeniquel la prendió fuego frente a sus 4 hijos en su casa de Lomas de Zamora. Le quemó el 70% del cuerpo. El año anterior había estado a punto de matarla de una golpiza, pero lograron salvarla. Esta vez, las heridas fueron tan graves que no paró de entrar y salir de hospitales hasta que el fin de semana una complicación con la traqueotomía no le permitió respirar más. Un femicidio prolongado durante meses.
Cecilia Burgadt tenía 42 años y vivía en Santa Fe. El sábado fue a trabajar como enfermera a un hospital público de Santa Fe, como siempre, pero no volvió. Sus hijas quisieron hacer la denuncia, pero no las dejaron. El sábado la encontraron asesinada a golpes en una vivienda. Había sido maniatada. Horas antes, su ex pareja, de 49 años y de quien no trascendió el nombre, había confesado el femicidio ante la Policía.
(fuente: Bae Negocios)
