Por Rodolfo Oscar Negri –
Da la impresión que nos ha ganado un desánimo casi generalizado. No parece verse en el horizonte un panorama de mejoría, salvo la de un cambio de gobierno y con él, del rumbo en que han encaminado al país. Convengamos que todas las señales (políticas, económicas y sociales) ayudan a esa sensación de agobio.
En menos de un año que le queda al gobierno de Cambiemos no parece que pudiera existir alguna alternativa para abrir nuevas posibilidades, al menos para la mayoría de los habitantes de la Argentina, que ayuden a salir de los efectos devastadores de los continuos tarifazos , los ajustes, un pavoroso endeudamiento, los despidos, la apertura de las importaciones, el desfinanciamiento del estado, etc. No son poca cosa.
Pero, mientras tanto ¿Qué? O –lo que podría ser peor- existe hasta la posibilidad de que en un acto de sadomasoquismo los devastadores mas impiadosos de la historia argentina puedan volver a ser gobierno (son muy poderosos y tienen un blindaje mediático perverso que realiza una manipulación profesional, estudiada y meditada).
Ahora, se me ocurre que tenemos derecho a preguntarnos,
¿Es que no deseamos salir de este modelo de exclusión social?
¿Es que no olvidamos tan fácilmente de las promesas electorales que se hicieron? Por recordar algunas, la “Pobreza Cero”, el “supermercado del mundo”, eliminación del impuesto a las ganancias en los salarios, suba a jubilados mas que la inflación, ¿inflación? No habrá porque es solo «de gobiernos incapaces» (Macri, sic) o el desarrollo de las Pymes, etc. fue solo un discurso electoral (similar al Salariazo o a la Revolución Productiva de otras épocas).
En fin, preguntas y preguntas que se debaten y se responden con mentiras e –incluso- sin realizar una clara respuesta.
¿Quién es quien?
Idas y venidas. Quienes hasta ayer desarrollaban y defendían la política neoliberal (responsable directa del estado de situación general del país) parecen haberse olvidado de eso y hoy critican –descaradamente- los resultados de lo que ellos mismos han ayudado a realizar.
Hay extremos que están claros, pero en la “gran avenida del medio” existe una enorme cantidad de dirigentes –y detras de ellos, mucha gente- no terminan de tomar posición envenenados por la predica constante y permanente de los medios dominantes de comunicación.
Por otro lado, la necesidad de gobernar y dar respuestas hace que muchos mandatarios se jueguen a dos puntas y en ese panorama es sumamente difícil saber quien es quien y la oposición no se termina de reunir para poner freno al dislate, no obstante, pareciera que estamos en un replanteo total de las posiciones políticas.
Ahora, esta situación no ayuda a quienes tienen la responsabilidad de gobernar, porque –además- las contradicciones parecen haber ganado (muchas veces) al propio gobierno y dentro de él a la coalición que lo forma.
Hay cosas que estan mal y hay operadores que parecen defender lo indefendible. Mentir parece ser moneda corriente y –lo que es tremendo y trágico- no tiene ningún tipo de consecuencias. Tal vez porque el poder de los medios ocultan y disfrazan la realidad.
Es notable ver que quienes abogan a favor de las políticas oficiales ya ni son los funcionarios, sino los mismos periodistas y operadores asalariados a través de pautas oficiales o contratos de origen insostenible.
Pero aquí no estamos hablando de “mala praxis” gobernante, sino –todo lo contrario- de un saqueo planeado, planificado y donde existen ganadores claros que tienen directa relación con el poder.
Por otro lado, la deuda externa se ha disparado de una manera incontrolable, ya nadie confía en la capacidad de pago de la Argentina y por eso se dispara el denominado “riesgo país”.
¿Dónde esta esa plata? Ni en obras publicas, ni en infraestructura, ni en nada que parezca visible… pero entonces, repetimos la pregunta: ¿Dónde esta la plata?
Aquí los poderosos y los amigos del gobierno se están quedando con dinero que no les corresponde, pero nadie lo dice. Es evidente que algunos sacan partido de esta situación, pero nadie asume su responsabilidad en el tema. Así aparecen “turbulencias”, “tormentas”, etc. despues que se acabó el discurso de la «pesada herencia». Algunos sabemos que los ganadores son los especuladores, que hay quienes sacan réditos (y muy jugosos) de las situaciones de crisis cambiaras, de los inventos financieros, etc.; pero es muy difícil pensar en que un sistema mejore, si los actores que determinan la política no asumen la responsabilidad que le cabe en los problemas que existen o que ellos mismos han generado.
Pocas veces se ha visto una corrupción tan generalizada y banalizada, alentada desde un gobierno y ocultada y blindada por los medios.
¿Quién pone los límites?
Pero, como en las familias, alguno tiene que poner límites.
A mi no me cabe duda que los límites no lo ponen las “leyes de mercado” mágicamente, sino que los debe poner El Estado.
Por eso, pienso que muchas de las reformas que se plantean hay que verlas con optimismo. Nada puede ser peor que lo que está pasando hoy. No podemos defender lo indefendible.
En épocas de la dictadura y durante la época menemista se conformaron grupos económicos y financieros que, beneficiados por el repliegue del estado y sacando partido de la “patria contratista”, las privatizaciones, las desregulaciones, etc. consolidaron firmemente su poder y se convirtieron en verdaderos dueños del país. Hoy manejan la Nación.
Hoy algunos manejos financieros que están en condiciones de realizar estas megaempresas (y que incluso hoy se pueden realizar electrónicamente) afectan las bolsas y desestabilizan pero -SIEMPRE- mentiéndole la mano en el bolsillo a los mas desprotegidos, a los que menos tienen.
La Función del Estado
Nuestro Estado (el argentino) viene siendo minuciosamente desmantelado y perdiendo capacidades que son fundamentales para garantizar la calidad de vida de los habitantes.
El rol que el Estado debe tener, tiene que ver con garantizar igualdad de oportunidades, justicia, seguridad, educación, salud, trabajo, control…
En fin, una de las principales prioridades del nuevo gobierno que asuma en 2019 debe ser la de una prolija reconstrucción del aparato estatal.
Ojo, no estamos de acuerdo con un Estado elefantiásico, burocrático y corrupto. Pero nadie, sino el Estado, puede poner límites a la voracidad de los poderosos y defender los intereses y derechos de la población. Nadie, sino el Estado, debe realizar la función de control.
Vuelve a resonar aquella frase del general Perón cuando decía “Cuando no regula el Estado, regulan los poderosos y en su propio beneficio”.
Las Señales y los Tiempos
No podemos ni queremos ser voceros de la desesperanza.
Cuenta la historia que cuando Pandora (la de la «caja», ¿te acordás?) producto de su curiosidad abrió la famosa caja, dejó escapar todos los males del mundo. Pero, en su desconsuelo, se vio favorecida por un dios que se apiadó de ella y le dejó la única medicina contra todos los males: la esperanza.
Vivír con optimismo, es la única manera de poder sobrevivir.
Tener presente -como dice Serrat- que «hoy puede ser un gran día…» es el alimento espiritual que ayuda día a día.
Deseamos creer que esto va a cambiar, que el saqueo se acabará. Queremos tener confianza. Pero –está claro- que necesitamos ayuda para eso.
¡Por favor no nos quiten esa posibilidad, no nos roben la esperanza!