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25 de mayo de 2025 en la Argentina diversa

Por Sara Liponezky     –    

“ El Día de la Escarapela Argentina se celebra en el país cada 18 de mayo en honor al primer símbolo patrio creado en 1812 por orden de Manuel Belgrano … pensado como un modo de identificar a las tropas propias y diferenciarlas del enemigo durante un combate. Los colores celeste y blanco, colocados sobre una prenda…constituyen uno de los símbolos nacionales cuyo fin primordial es destacar la identidad como Nación y resaltar los valores y el espíritu de los hombres y mujeres que llevaron adelante la lucha por un pueblo independiente.”
El fragmento es parte de una publicación fechada el 8 de junio de 2024 en el diario La Nación, insospechado si los hay de progresismo, populismo o nacionalismo plebeyo.

No hace más que reiterar lo que sucesivas generaciones de argentinas y argentinos aprendimos del relato escolar, oficial, omisivo o maniqueo (ángeles y demonios) que sea. Calo en nuestros hábitos sociales y se ha naturalizado al punto que ya en la semana de mayo (antes de 25) y del 9 de julio, millones de compatriotas, aun fuera de los actos protocolares usamos la escarapela. Porque es un emblema, un objeto identitario que nos conmueve en toda edad y tiempo, como escuchar y cantar el himno o ver flamear nuestra bandera. Y no se trata de una originalidad argentina, en todos los países y pueblos sucede lo mismo.
Lo único diferente, insólito, despectivo y apátrida es el gesto del presidente de Argentina, que en la celebración de la Revolución de Mayo elige no usar escarapela. Otro signo de su desconexión con la realidad, su desaprensión por el sentir y padecer social y su frivolidad “transgresora” siempre resonante en lo gestual. Sin límites racionales ni éticos. El desprecio por nuestros símbolos y valores no nos extraña, lo expresa con decisiones más graves por su impacto sobre el patrimonio nacional y el desguace permanente. Solo nos preocupa que las niñas, niños y jóvenes argentinos repliquen ese modelo porque sumaría al proceso de banalización y vaciamiento cultural que progresivamente y desde diciembre del 2023 vienen generando desde el gobierno. Lo del 25 fue una nueva afrenta a nuestra historia y nuestra memoria como a los hombres y mujeres que la hicieron. En la misma línea de cerrar el Instituto Belgraniano, Sanmartiniano (o confundir el nombre de San Martin) y otros agravios. Claramente nuestra cultura, tan rica y laboriosamente construida durante siglos es un obstáculo a su obsesión fundacional, hay que arrasar con todo para “refundar” el país. Con vergüenza y dolor, a veces sentimos que lo están logrando.
Sin embargo, también el 25 gracias a la influencia de Francisco y a la resiliencia fenomenal que nos atraviesa, vivimos otra Argentina. Una Argentina donde el arzobispo de Buenos Aires García Cuerva rechazo las actitudes de odio manifestadas en forma constante en las redes sociales, denuncio la marginalidad y la pobreza y alerto ante la desprotección a sectores vulnerables. Sin mencionarlo expresamente interpelo al gobierno nacional. En otro escenario la popularísima Lali Esposito (que desvela al presidente) actuaba ante un público multitudinario y fervoroso con importante presencia juvenil que espontáneamente hacia canticos contra Milei. Ella los paro amorosamente y con humor inteligente eligió responder desde la expresión artística. Pero para que no falte nada y como al circo solo le sirven los bufones, al cierre del 25 empezó otra cruzada de la inquisición libertaria contra el disenso democrático. Una catarata de burlas y difamación de funcionarios y comunicadores hacia el consagrado actor argentino- entre nosotros y afuera – Ricardo Darin. Un hombre cuyas posiciones políticas son poco conocidas ya que, en su larga trayectoria, hoy exaltada con la serie El Eternauta, escasamente se ha referido al tema. Pero tuvo la osadía de emitir un comentario sobre las dificultades que hoy afectan a vastos sectores de nuestra sociedad y discrepar con el llamado a “sacar los dólares del colchón”.
En verdad el ataque contra artistas y periodistas no es nuevo en la historia de los gobiernos autoritarios. Basta recordar el final de García Lorca durante el franquismoy el exilio de tantas y tantos durante la última dictadura en nuestro país. Según la narrativa nazi, por ejemplo, el «arte degenerado» (extraña coincidencia con un término usado por el presidente) había sido creado por «personas inferiores y de mente enferma». Parece evidente que ellas y ellos revisten “peligro” porque su mensaje no dicho desde una tribuna irradia, multiplica, es poderoso y puede influir en la conciencia de una comunidad.
Celebramos que haya estrellas con los pies en la tierra, son señales que alientan contra el desánimo cuando parece que todas las batallas están perdidas. Quizás el aniversario de aquella patriada hace más de dos siglos dispare nuestras mejores reservas como pueblo fogueado en la resistencia, en la lucha por la soberanía del pensamiento y el patrimonio nacional, solidario y amante de la vida en comunidad. Esta Patria mutante, diversa y tan cíclica sostiene raíces a pesar de todo. Habrá que cuidarlas para que crezcan fuertes en nuevos retoños